El tramo final del gobierno de Cristina Fernández revista características inéditas entre los que la precedieron durante el período democrático iniciado en 1983. Y desde mucho antes también: alta imagen positiva, alto nivel de consumo, la menor tasa de desempleo de las últimas décadas, un fuerte proceso de desendeudamiento en el frente externo, y las principales variables macroeconómicas ordenadas, conjurando intentonas de corridas cambiarias, y sin estallidos inflacionarios. Lo inédito se transforma en excepcional, teniendo en cuenta que se trata de un segundo mandato presidencial.
Todo esto no solamente explica la centralidad de Cristina en la escena política nacional, sino que, hacia dentro del peronismo-kirchnerismo, su palabra, como quedó demostrado al cabo de una semana, adquiere la capacidad de ordenar la estrategia electoral del Frente para la Victoria, a partir de la rápida declinación de las precandidaturas de Sergio Uribarri, Agustín Rossi y Jorge Taiana. El baño de humildad pedido por la Presidenta se tradujo en dejar a Florencia Randazzo como el pre-candidato que, junto a Daniel Scioli, dirimirá la candidatura en las PASO del próximo 9 de agosto.
No es nuevo señalar que Daniel Scioli no termina de convencer a un amplio espectro del electorado que adhiere al kirchnerismo. Luego de doce años de “acompañar” al proyecto nacional, Scioli no logró obtener la confianza del caudal de votantes kirchneristas que se ubica en el orden del 25/30% del electorado. La ventaja que le otorgan las encuestas sobre el resto de los precandidatos de la oposición no demuestra que sea tan amplia como mediáticamente se establece a diario, de acuerdo con lo que indican los números bajo el imperio de las encuestas realizadas por consultoras privadas.
Todo esto no solamente explica la centralidad de Cristina en la escena política nacional, sino que, hacia dentro del peronismo-kirchnerismo, su palabra, como quedó demostrado al cabo de una semana, adquiere la capacidad de ordenar la estrategia electoral del Frente para la Victoria, a partir de la rápida declinación de las precandidaturas de Sergio Uribarri, Agustín Rossi y Jorge Taiana. El baño de humildad pedido por la Presidenta se tradujo en dejar a Florencia Randazzo como el pre-candidato que, junto a Daniel Scioli, dirimirá la candidatura en las PASO del próximo 9 de agosto.
No es nuevo señalar que Daniel Scioli no termina de convencer a un amplio espectro del electorado que adhiere al kirchnerismo. Luego de doce años de “acompañar” al proyecto nacional, Scioli no logró obtener la confianza del caudal de votantes kirchneristas que se ubica en el orden del 25/30% del electorado. La ventaja que le otorgan las encuestas sobre el resto de los precandidatos de la oposición no demuestra que sea tan amplia como mediáticamente se establece a diario, de acuerdo con lo que indican los números bajo el imperio de las encuestas realizadas por consultoras privadas.
El último trabajo realizado por Rouvier y asociados, llevado a cabo entre el 27 de abril y el 8 de mayo, arroja el 32,4% de intención de voto a Daniel Scioli sobre el 28,9 a Mauricio Macri. Otros trabajos de las últimas semanas revelan porcentajes similares. En todos los casos, abonan la teoría de Artemio López que viene afirmando que Scioli no supera el caudal de votos que obtendría cualquier candidato kirchnerista.
La afición kirchnerista se entusiasma con Randazzo. El ministro del Interior es visto como la opción que representa más claramente al kirchnerismo y apuesta, de mínima, a disputarle peso al gobernador bonaerense y acortar la distancia que podría sacar si éste compitiera con tres, cuatro o cinco precandidatos. De máxima, otros tantos se entusiasman más aun viendo posible un triunfo del ministro frente al gobernador. Así, los indudables méritos propios de Randazzo se acrecientan al tener como adversario a Daniel Scioli.
Decidido a triunfar en primera vuelta, el FpV afina su estrategia electoral. Cruza nombres para armar lo que surja como mejor dupla Presidente-Gobernador, buscando que uno arrastre al otro y no se queden votos en el camino. Amplía la búsqueda de acuerdos para construir espacios kirchneristas más heterogéneos.
En ese sentido, los posibles “vices” pueden dar una idea del avance de esta propuesta y, sobre todo, de la posibilidad de jugar un papel destacado con miras a los próximos cuatro años. Estos movimientos le dan una tonalidad totalmente diferente a las PASO, en un principio pensadas por el FpV como la búsqueda de la conquista de franjas anchas del electorado, con una propuesta electoral amplia, que barriese como escoba nueva variadas simpatías hacia las urnas propias. De esa visión horizontalista se pasó a una de convocatoria más vertical.
Ante todo lo expuesto anteriormente, la pregunta es por qué, contando con semejante fortaleza política acumulada y ponderando aspectos notables de estos doce años –como la revalorización del debate político que cruza a toda la sociedad, la incorporación de cientos de miles de jóvenes a la militancia y un profundo debate sobre el peso de las corporaciones económicas y el papel de los medios de comunicación hegemónicos– el Frente para la Victoria no logró disponer de un claro sucesor del proyecto político iniciado en 2003, capaz de avanzar. En los próximos 75 días hasta las PASO, Florencio Randazzo deberá confrontar con el precandidato Daniel Scioli. En esa disputa se verá con más claridad, hacia dónde se inclinan los apoyos extrapartidarios.
17/05/15 Miradas al Sur
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