Por Mario Wainfeld
Darío Giustozzi presidió el bloque de Diputados del Frente Renovador (FR), se fue enojando. Sergio Massa, presidenciable de ese espacio, le dedicó una caricia oratoria en el masivo acto de Vélez. La contención verbal no fue eficaz: “Darío” rompió con el partido, conformó un minibloque propio. Durante el año y medio que duró el idilio adhirió a todas las movidas de “Sergio”, incluyendo sus diatribas manoduristas contra el Código Penal. Ahora busca su destino en otras tiendas, por ahí un poco tarde.
Domingo Amaya, intendente de San Miguel de Tucumán, aspiraba a ser candidato a gobernador por el Frente para la Victoria (FpV). El actual mandatario, José Alperovich, pensó distinto y se inclinó por el ex ministro de Salud Juan Manzur. Tras cabildeos varios, Amaya cruzó de vereda: se coaligó con el radicalismo e irá como aspirante a vice en la boleta que encabeza el diputado boina blanca José Cano. Seremos parcos en los pronósticos, pero la impresión que cunde en Tucumán es que la competencia puede ser reñida.
Los ejemplos son apenas muestras de una tendencia: podrían multiplicarse o potenciarse. La hospitalidad de las primarias, la labilidad de las pertenencias, la necesidad de colar cooperan con el fenómeno. Frisa con lo imposible trazar un mapa general de todas las variantes de alianzas que se van formando. Salvando las distancias, porque hablamos de un juego pacífico, podría rememorar para los no iniciados la inenarrable cantidad de facciones de las guerras que asolaron a la ex Yugoslavia.
La UCR, que dio vía libre a los correligionarios de cada ciudad o provincia, acaso sea la más creativa: cada distrito muestra un mapa diferente.
El FR es el que padece la diáspora mayor. El PRO y el FpV en general retienen a sus dirigentes: es un síntoma de cómo se perciben hoy las perspectivas de cada espacio.
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Se miden en semanas los términos para anotarse en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) nacionales y bonaerenses. Se incrementan las necesidades y urgencias. El libro de pases está abiertísimo.
La directiva de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tuvo, hasta acá, un alto pero no unánime grado de acatamiento. A nivel nacional, tres presidenciables hicieron honor al reclamo de “baño de humildad” y dieron sendos pasos al costado, más orgánicos que conformes, lo que les hace honor.
El gobernador Sergio Urribarri, el único de ellos que gestiona una provincia, se aplicará a conservarla. El territorio es un bastión y una plataforma en la que apoyarse. Urribarri piensa ser primer candidato a diputado nacional para contribuir a la victoria en su Entre Ríos.
El ministro Agustín Rossi razonablemente aspirará a ser primer candidato a diputado nacional en su Santa Fe. O sea a regresar al lugar en que rayó alto y consiguió óptima reputación entre la militancia kirchnerista, condición que no se propaga automáticamente a la intención de voto.
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El gobernador Daniel Scioli y el ministro Florencio Randazzo disputan la interna presidencial más encendida, por ahora. Los factores de diferenciación son conocidos y varios, acaso menos rotundos de lo que se pretende mostrar desde ambos elencos de campaña.
En el primer tramo, se polemiza especialmente acerca de apariciones públicas, televisadas ambas. La de Scioli en ShowMatch fue la primera. La siguió el paso triunfal de Randazzo por Carta Abierta. Bien recibido por la militancia del ámbito, Randazzo incurrió en un lapsus o una torpeza o un error. Usó la palabra “manco” para referirse a un virtual futuro del “proyecto” si primara Scioli. La concurrencia aplaudió, con poca corrección política. Las imágenes y su trayectoria sugieren que Randazzo no quiso discriminar, pero que le faltaron reflejos para despegarse de los vítores.
Esas peripecias mediáticas serán insumo excitado y cada quien tratará de sacar tajada. A algo menos de tres meses de las PASO uno supone que no serán definitorias. Por suerte, cabría agregar.
De cualquier manera, quedan dos moralejas probables para esos y otros candidatos. Para Scioli, que ningún escenario es pura ganancia y que hay una contradicción latente entre las predilecciones masivas y el núcleo duro de los partidarios kirchneristas. Y de su plana mayor, ya que estamos.
Para Randazzo, que en el paraíso de la imagen nadie está hablando solo para el auditorio que tiene delante. Toda palabra o gesto puede ser apresado casi por cualquier persona, editado y divulgado. Más aún, es casi irremisible que así suceda. La empatía con los presentes no debe derivar en relajarse, caer en complicidades que pueden incomodar a audiencias más vastas, a las que cualquier aspirante no testimonial ambiciona cautivar. El próximo es un público engañoso, acotado. Sobran ejemplos, en la experiencia local y comparada. En todos lados hay un micrófono o una cámara “ocultos”: Explicar después es necesario, en esta situación como en otras... también puede ser costoso.
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El baño de humildad es más accesible para los precandidatos que no tienen alta intención de voto. En “la provincia” prevalecían figuras con más ambición que arrastre: cumplieron con la directiva de Cristina o la que hizo Scioli, entre su elenco. Van quedando pocos, pero son bastante más que dos. Los más firmes son el diputado Julián Domínguez y el ministro jefe Aníbal Fernández, tal vez los que quiere la Casa Rosada.
El intendente matancero, Fernando Espinoza, se mantiene activo. Fatiga toda la provincia mientras prodiga publicidad directa o no tradicional. La hospitalidad de los canales de cable para disfrazar como noticias lo que son avisos es más transversal que las alianzas que se mentan en el primer apartado de esta nota. Y ya es decir mucho. Espinoza ha elegido mostrarse junto a Scioli, una táctica que quizás incomode en Olivos. Alcalde de un distrito más grande que muchas provincias, cuenta con una base propia nada desdeñable. Claro que debe sortear la prueba de fuego de trascender su terruño. El desafío es arduo: ha sellado la (mala) suerte de tantos gobernadores o colegas intendentes que quisieron pegar el salto.
El indescriptible diputado Martín Insaurralde, un ejemplo eximio del peronismo itinerante, sigue haciendo campaña con el acróstico MI, que no será genial, pero sí bastante descriptivo de su ideología.
Ahorremos pronósticos, consignando sólo que cuatro serían demasiados según las reglas de estilo que han ido percibiendo los comandos de campaña. El FpV las aprendió en la Ciudad Autónoma.
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El gobernador salteño Juan Manuel Urtubey consiguió ser reelegido por una diferencia apabullante. Tras cartón, formuló declaraciones bastante enérgicas para lo que es su estilo. Explicó que apoyará al candidato del FpV que surja de las PASO, sin atolondrarse para jugarse por uno. Antes, reclamó que se prestara más atención al NOA, a su ver subestimado desde el centro del país. El gobernador jujeño Eduardo Fellner y Alperovich seguramente pensarán parecido, pero disponen de menos plafond para interpelar a la dirigencia nacional. Les falta superar la contradicción principal, el desafío de sostenerse en sus provincias.
Urtubey formuló una crítica lógica: hay una sobrerrepresentación porteña y bonaerense entre los presidenciables. Los cuatro más taquilleros lo son... y en 22 provincias ser bonaerense o porteño no es taaan diferente. La conformación de las fórmulas, que está al caer, puede matizar pero no anular la tendencia.
El PRO, todo indica, no comulgará con la doctrina de Urtubey. La fórmula, da la impresión, será amarillo rabioso y porteña por antonomasia. Tal es el criterio del aquerenciado consultor ecuatoriano Jaime Duran Barba, que ha prevalecido en la puja interna para actuar como gran consejero o gurú. Las elecciones son una suerte de Olimpíada en la que se compite en variadas disciplinas, amén de la principal: los operadores, los encuestadores, los asesores de imagen también juegan sus partidos. No son amateurs, en ninguna acepción imaginable de la palabra.
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La interna del FpV, ya se dijo, arrancó enconada. Cada cual imaginará si eso es funcional para uno de los candidatos o para las generales ulteriores.
Macri irá a las PASO con adversarios de otras tolderías, los radicales a la cabeza.
El gobernador José Manuel de la Sota será el rival de Massa. Se lanzó en un acto multitudinario, potencial, que por ahora muestran en exclusiva los peronistas de variados pelajes. La iluminación, la música, su discurso evocaron a un pastor electrónico.
La riqueza de los formatos es otro don de las campañas que andan a todo vapor, aunque no han empezado si uno se atiene a los textos legales.
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