Por Irina Hauser y
Raúl Kollmann
Raúl Kollmann
La agenda detallada de los últimos días de Alberto Nisman exhibe datos asombrosos. Tras la denuncia por encubrimiento contra la Presidenta y el canciller, el fiscal dedicó el 90 por ciento de su tiempo a atender a los medios. A todos les entregó un resumen de su denuncia, pero no quiso difundir la totalidad del texto ni el conjunto de escuchas telefónicas que, según él, reforzarían la denuncia, algo que luego no se comprobó. Por lo que surge de la agenda, sólo en un caso se entregó todo el material: a la Embajada de Estados Unidos. Escribió textualmente la secretaria del fiscal en la agenda: “llamó Rosario Miró de la Embajada de Estados Unidos solicitando copias. Me dijo Nisman que todavía no se las mandemos. Vino a la tarde a buscar los papeles y los CD. Dice que le agradece muchísimo a Nisman”.
El vínculo entre el fiscal y la delegación diplomática norteamericana era conocido y quedó reflejado en los cables que difundió la organización Wikileaks. Nisman consultaba mucho y hasta les llevó a corregir algún escrito que iba a presentar en la causa. En la agenda se ve otra vez esa relación privilegiada.
En las páginas correspondientes al miércoles 14 de enero, día en que presentó la denuncia, por ejemplo consta el llamado de Laura Ginsberg, de la agrupación de familiares Apemia. La secretaria escribió: “quiere el original, le explicamos que es clasificado, que sólo le damos el resumen”. O sea que el texto original completo no fue entregado a una organización de las víctimas, pero sí a la delegación diplomática norteamericana.
Lo asombroso de la agenda es el orden meticuloso de las anotaciones: no se pierde detalle. En la tarde de ese miércoles 14 de enero, Nisman atendió a 32 medios, además de a las diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso, a dirigentes de AMIA y DAIA y a Diego Lagomarsino.
La agenda abarca todos los meses anteriores e incluye los viajes. Por ejemplo, las secretarias dejan por escrito un resumen de cada hotel al que va, qué restaurantes tienen esos hoteles, qué sirven en esos restaurantes, dónde está ubicado el gimnasio y hasta los detalles más insignificantes. Cuando se fue de vacaciones a Fortaleza, Brasil, las secretarias le transcribieron los 16 juegos del parque acuático del hotel, con imágenes uno por uno, explicándole cuáles eran extremos y cuáles moderados y qué servían en el grill del parque. En los casos de algunos hoteles, las secretarias le detallaron también qué máquinas tenía el gimnasio.
En las centenares de páginas de la agenda hay pocas anotaciones referidas al trabajo de investigación de la causa AMIA. Algunas entrevistas con especialistas en terrorismo, tres diálogos en Estados Unidos con supuestos arrepentidos (no dice de dónde son), muchas conferencias –varias con la Fundación para la Defensa de la Democracia, vinculada con la derecha republicana– y numerosas referencias a atención de los medios nacionales e internacionales. Tal vez las reuniones referidas al trabajo de investigación de AMIA hayan quedado asentadas en otra agenda.
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