"Los campesinos indígenas y agricultores familiares no reconocemos, ni reconoceremos la propiedad intelectual sobre el material genético que durante miles de años hemos mejorado y desarrollado colectivamente".
Por Movimiento Nacional Campesino
Sorpresivamente se presenta un escenario sin debate sobre la naturaleza y la función de las semillas, es decir, si como sociedad las consideramos mercancías, mecanismos de renta para el agronegocio y el capital financiero o si son un patrimonio de los pueblos que cumple una función social vital.
En el contexto político actual, nos encontramos con el anuncio de un DNU sobre semillas, que según se informa en los medios, seria una conquista del capital financiero y su modelo neoliberal para la agricultura.
La ofensiva de Monsanto sobre sus propios socios del modelo de agronegocios, disputando ahora la renta sobre los granos y no solo sobre la semillas transgénicas mediante contratos ilegales, muestra que las consecuencias de subordinar la agricultura a la tecnología de las corporaciones no es solo grave para los sectores populares, sino que condiciona a todos los actores de la producción agropecuaria.
Sin embargo, extasiados por los márgenes de ganancia que este modelo expoliador provoca, incluso pequeños y medianos empresarios se entregaron sin dudarlo a la lógica del capital financiero concentrado, sacrificando la tierra, los trabajadores, y a sus hermanos de los pueblos rurales, que sufrimos las terribles consecuencias de las fumigaciones masivas, el trabajo en negro e incluso esclavo, la destrucción de bosques y los desalojos, y por sobre todo relegando la Soberanía Alimentaria.
Ceder a la presión de las corporaciones y aceptar la propiedad intelectual sobre semillas, en un contexto donde las empresas transnacionales son quienes controlan mas del 90% de esa tecnología, así como todos los eslabones de esa cadena (insumos, servicios, comercio global, mecanismos financieros) es retroceder en Soberanía.
Los campesinos indígenas y agricultores familiares no reconocemos, ni reconoceremos la propiedad intelectual sobre el material genético que durante miles de años hemos mejorado y desarrollado colectivamente. Las semillas son patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad.
El uso propio es un derecho inalienable para los campesinos indígenas y agricultores familiares, y para ejercerlo no necesitamos estar en ningún tipo de registro, ni ser tratados como excepciones a ninguna normativa.
Cualquier tipo de regulación sobre las semillas, deberá ser dirigida exclusivamente hacia el espectro de la cadena de agronegocios, sin afectar los derechos de los campesinos indígenas y agricultores familiares. Porque claramente ésta es la trampa en la que pretenden meternos las corporaciones: imponer sus negocios ilegítimos para arrebatar los derechos de nuestro pueblo a producir sus propias semillas. Luego seremos todos los agricultores sospechados de delincuentes por no aparecer en un registro de las corporaciones.
Quienes están en el marco de la lógica del capital especulativo son buitres de la agricultura, no son agricultores, ni grandes ni chicos, y es necesario diferenciar claramente, las políticas regulatorias que debe aplicarse a ese sector, de las políticas de promoción y fortalecimiento que requerimos campesinos, indígenas y agricultores familiares, únicos garantes de la Soberanía Alimentaria.
¡En defensa de nuestras semillas, patrimonios de los pueblos al servicio de la humanidad!
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