lunes, 5 de agosto de 2013
Sin herencias por derecha
Las opciones políticas que por tradición e ideología deberían referenciarse como parte de la derecha argentina, rehuyen a esa clasificación e intentan posicionarse en el centro. Partidos entre la imposibilidad y la impostura.
Por Juan Ciucci l Las opciones políticas que se enfrentan al kirchnerismo en estas próximas elecciones navegan en un océano de incertidumbres. La mayoría son aglomerados de agrupaciones con vertientes de todo el espectro político, que se autodefinen de centro, o cuanto mucho, progresistas. Ese amplio abanico, en términos políticos e ideológicos, sufrió un fuerte corrimiento hacia la derecha en las alianzas que sumaron a Prat Gay y Elisa Carrió, por ejemplo.
Otro es le caso del PRO, partido que también es un mapa diverso de trayectorias políticas e ideas difusas, pero que sin dudas se coloca a la derecha de todas las otras opciones electorales. Esto tanto por su propuesta, su concepción del manejo de la economía, como por su concepción del poder político y social. Sin embargo, no se asumen como tal, y prefieren pensarse como una propuesta de centro, en sintonía con estas (supuestas) épocas deseosas del fin del conflicto. Los únicos que sí asumen sus planteos de derecha son los tragicómicos miembros del Partido Gente en Acción, con Biondini a la cabeza.
En la entrevista que publicamos (ver nota), Federico Pinedo nos dice que “la derecha en Argentina es una derecha muy reaccionaria, que no le ha hecho asco a las dictaduras, que no le ha hecho asco al autoritarismo. Por supuesto que ha habido sectores de derecha que han sido más liberales, democráticos, pero otros eran francamente fascistas, con esos no tenemos absolutamente nada que ver y de ninguna manera reivindicamos eso”.
Esa herencia difícil nadie quiere recibirla. Parece ser que fueron otros los sectores políticos y sociales que construyeron ese pasado, del que muchos de los presentes son deudores. Luego de la dictadura genocida, el espectro político busca distanciarse de esa referencialidad, aunque no ponga en discusión los planteos económicos y sociales que beneficiaron a su clase. Algo que llevaron adelante los militares genocidas y sus cómplices civiles.
Ese pasado de la derecha argentina es por ellos mencionado como deudor de una época distinta, difícil, en la que las batallas políticas se definían de un modo encarnizado. El papel que cumplieron en esa tarea la Iglesia Católica, la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial Argentina, las Fuerzas Armadas, empresarios, sindicalistas, periodistas, políticos, artistas, escritores; parece querer (quieren) perderse en la nebulosa del tiempo.
Ese falso nacionalismo católico fue parte central de la política argentina, con sus derivaciones liberales o fascistas. Los conservadores, que durante toda nuestra historia intentaron sujetar a la Patria bajo el amparo de los imperios. Una política contra las masas populares, con el firme propósito de sostener y engrandecer sus privilegios de administradores de colonia. Esa historia puede rastrearse, por ejemplo, en el excelente documental Nazion (ver película), de Ernesto Ardito y Leopoldo Nacht.
Esa ausencia de nomenclaturas no significa una ausencia de políticas. En la actualidad argentina, son quienes pretextan lo inconfesable. Revisten sus intenciones para intentar una buena elección. Su accionar no puede confundir, aunque sus discursos se sostengan en la indefinición de las nuevas modas mediáticas.
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