domingo, 4 de agosto de 2013
MARIO WAINFELD....II PARTE
Viejo mundo, nuevas sacudidas: El presidente español Mariano Rajoy se defiende ante el Parlamento como puede: mal y mendaz en los conceptos, cero en oratoria, fin de la cita. Tiene mayoría que ganó en las urnas: toda la bancada del Partido Popular lo aplaude cuando el hombre se da vuelta y los saluda. La aprobación de los ciudadanos cae en picada, la mayoría parlamentaria propia le garantiza estabilidad, al menos hasta que su propia fuerza cambie de criterio.
El ex primer ministro Silvio Berlusconi es condenado, como correlato de su decadencia política. Tal vez sea su final pero conviene no exagerar. La derecha que comanda tiene la llave para mantener la actual coalición de gobierno. Interesante la diferencia entre dos regímenes parlamentarios; el español, con mayorías electorales para el oficialismo, retiene la estabilidad, el italiano es más fluctuante. Como sea, quizá haya llegado el ocaso para Berlusconi pero ningún liderazgo competitivo asoma para relevarlo.
El presidente francés François Hollande licua el consenso que concitó hace un ratito nomás.
Es diáfana la correlación entre la flaqueza de los gobiernos y las deprimentes respuestas a la crisis económica. Los demás países de la Unión Europea clavan la mirada en Alemania. La Unión Europea depende como nunca de Estados Unidos y de China para empezar a salir de la recesión profunda. Acaso eso sirva para explicar (aunque no justificar) su sumisión ante el espionaje internacional desplegado por la administración del presidente Barack Obama.
En todo caso, ni la economía ni la política del centro del mundo suscitan emulación. Su gravitación sigue siendo grande. La única potencia global manda, pero no convence. “Los mercados” avasallan las conquistas sociales edificadas desde 1945. Las poblaciones se quejan cada vez más pero no logran articular respuestas políticas de recambio, por ahora.
Diferenciarse de ese mundo es deseable, aunque nada sencillo. Desacoplarse, sencillamente, no está en el menú de los gobiernos de este Sur.
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Paralelismos y comparaciones: La Argentina tiene peculiaridades intensas pero no está descolgada del mundo ni es ajena a sus tendencias. La respuesta del kirchnerismo, variable a través de los años, fue acentuar la presencia estatal y el intervencionismo en la economía. El cronista cree que uno de sus puntos más sólidos son las políticas sociales y laborales, para nada exentas de deficiencias y contradicciones. Mejorar los estándares vigentes es un anhelo interesante, conservarlos en tiempos borrascosos ya sería una tarea ardua.
La existencia de oposición política es una obvia necesidad, máxime en una sociedad pluralista, activa y muy desigual. La posibilidad de la alternancia, un ingrediente imprescindible del sistema democrático. Bienvenida la competencia, entonces. Lo que deprime es la carencia de propuestas que trasciendan el denuncismo o la crónica palaciega.
Las campañas, tan entretenidas en otros rubros, son desoladoras en ese aspecto. Despejada la espuma de las alabanzas a la Corte y la objeción a la re-re cunde un abanico de generalidades. Las interrumpen, apenas, propuestas salvajes en materia de “seguridad”. Sea por boca de Elisa Carrió, de Rodolfo Terragno o de Sergio Massa, las campanas tañen por agravar las penas a niveles siderales, por expandir la prisión preventiva contra las reglas constitucionales, por sancionar la tenencia personal de droga. En materia impositiva, el mínimo común denominador es mocionar un pagadiós... exceptuando, claro, a “los amigos del poder” (del actual, se entiende).
Sergio Massa se quita el saco, para probar hombría. Los candidatos de Unen predican tolerancia y se arrancan la piel en tiras, en pos de una interna para un solo distrito. Nadie propone una visión panorámica, un haz de medidas, un par de ideas-fuerza novedosas.
El presidente Juan Domingo Perón, que manejaba la ironía como pocos, dijo alguna vez: “No es que nosotros fuéramos tan buenos, es que los otros son muy malos”. Pocas cosas embellecen tanto al kirchnerismo como ver desnudarse a sus rivales peleando por unas bancas en el Congreso.
La carestía de las alternativas explica cuán racional fue el favor popular durante diez años. La continuidad de esa adhesión comenzará a medirse en una semana. El contexto local e internacional es complicado, la fatiga de los elencos del gobierno es patente, las señales en países hermanos son sugestivas. Habrá que ver.
mwainfeld@pagina12.com.ar
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