martes, 20 de agosto de 2013
Los beneficiarios del golpe egipcio Por Walter Goobar
Existen 1300 millones de razones por las que EE UU evitó calificar de golpe de Estado al derrocamiento del presidente egipcio, Mohamed Mursi. Bastaría que cualquier funcionario de alto rango de la administración Obama definiera como golpistas a los militares que detentan el poder y que han hundido al país en un baño de sangre, para que de manera automática se cancelara la asistencia militar estadounidense a Egipto, que asciende a la friolera de 1300 millones de dólares anuales y la segunda del mundo detrás de Israel.
La proximidad entre los estados mayores de los ejércitos de Egipto y EE UU, que se remonta a 30 años, no sólo es económica: "Tenemos una relación lo bastante estrecha para que nos escuchen", acaba de reconocer el general Martin Dempsey, comandante supremo del ejército estadounidense…
Según el Servicio de Investigación del Congreso (CRS), Washington ha gastado 68 mil millones de dólares en concepto de ayuda militar bilateral desde 1979. Ese monto supone cuatro quintos de los gastos de equipamiento del ejército egipcio y casi un tercio del conjunto de su presupuesto.
El CRS estima que con esa cantidad se sufraga el 80% de las armas que compra el Ministerio de Defensa egipcio. De acuerdo con el CRS, el próximo año Egipto planea adquirir 1200 tanques M1A1 Abrams Battle que se fabrican en su mayor parte en EE UU subcontratados a General Dynamics. Lockheed Martin también se beneficia de estos programas. En 2010, Egipto autorizó la compra de 20 F-16 por 2500 millones de dólares.
La colaboración geopolítica también es vital en la relación de ambos países. El gobierno egipcio permite el paso al Golfo Pérsico por el canal de Suez de portaaviones de la Armada estadounidense, ahorrándoles tener que rodear el cabo de Buena Esperanza. El canal de Suez también está expedito para los petroleros. En 2012, lo atravesaron más de 3600, transportando 3 millones de barriles de crudo. "La mayor remesa cargada a través del canal", según la Administración de Información sobre Energía.
La formación de oficiales egipcios en las escuelas estadounidenses es otro incentivo utilizado por Washington, explica La Tribune de Genève del 9 de julio: el hombre fuerte de El Cairo, el general Abdel Fattah al-Sissi, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, Sedki Sobhi, pasaron un año cada uno en la US Army War College. El periódico cita a Stephen Gerras, ex profesor de Al-Sissi, quien señala que "los dos principales responsables militares de Egipto en este momento tienen lazos con el ejército estadounidense". Todos los años se envía a un centenar de oficiales a diversas escuelas militares estadounidenses. Entre 2000 y 2009 enviaron a 1150, es decir que el 2,5% del cuerpo de oficiales egipcios pasó por dichas escuelas.
En 2011 el Congreso adoptó una enmienda que exige que la ayuda militar a Egipto se condicione específicamente al respeto de los Derechos Humanos, dando al Departamento de Estado (en la época de Hillary Clinton) la posibilidad de demandar eventuales exoneraciones relacionadas con la "seguridad nacional de Estados Unidos".
Bastaría una amenaza de EE UU de suspender la ayuda militar para detener la carnicería que esta llevando a cabo el ejército que ya se ha cobrado la vida de más de mil personas. Pero Washington no considera la asistencia militar al ejército egipcio, vigente desde la firma de los Acuerdos de Camp David en 1979, como un regalo, sino una forma de servir sus intereses y los de su principal aliado en la región, Israel.
"Egipto ha sido una piedra angular de la presencia militar de EE UU en el Medio Oriente", explica James Phillips, analista de la Fundación Heritage. El Comando Central de EE UU admite que más de 2000 aviones militares sobrevolaron el espacio aéreo egipcio el año pasado, en apoyo a guerras en Afganistán y en la región.
Unos 35 a 45 buques de guerra de la V Flota estadounidense estacionada en Bahrein pasan por el Canal de Suez anualmente. Egipto les ha permitido acelerar su paso por Suez, lo que significa darles prioridad sobre los barcos que esperan para acceder al canal, según el informe.
"El ejército egipcio ha sido siempre bueno con nosotros", afirma Kenneth Pollack, analista de la Brookings Institution. "La respuesta del presidente Obama fue muy dura en términos dialécticos, pero blanda en cuanto a acciones", señala Robin Wright, analista de Seguridad y Defensa del Woodrow Wilson Center. La suspensión de unas maniobras militares no es esencial a efectos de seguridad para ambos países y el Pentágono dudaba incluso en realizarlas, dado que, tras el golpe, las prioridades del Ejército egipcio iban a ser otras. La decisión de mantener la ayuda militar, por el contrario, se considera en muchos sectores como una señal confusa que resta credibilidad a la Administración y mina su ya débil influencia en ese país. "El hecho de no haber suspendido los fondos es un error estratégico", denunció el Working Group on Egypt, un grupo independiente de expertos en Oriente Próximo. La Casa Blanca maneja otro criterio. "Eliminar esa ayuda no entra dentro de los intereses de EE UU", señaló el portavoz de la presidencia, Jay Carney.
Con el golpe militar contra Mursi del 3 de julio y la masacre contra los islamistas del 14 de agosto, el ejército egipcio apostó a eliminar para siempre a los Hermanos Musulmanes de la vida política egipcia. Sin embargo, no hay guerras definitivas y menos cuando se trata de guerras civiles: cada una contiene el germen de la próxima. A principios de agosto hubo quienes pensaban que la crisis podía superarse, ahora esa hipótesis es anacrónica. Los militares no querrán devolver el poder a los líderes de la Hermandad –que están tras las rejas, incluyendo a Mursi– y estos nunca van a legitimar un golpe contra un gobierno elegido en las urnas. No queda claro cuán lejos esperan llegar el general Abdel Fattah al-Sissi y sus hombres, pero es evidente que los generales no les preocupa un enfrentamiento sangriento porque han recibido un guiño de Washington.
Cuando el 4 de agosto el secretario de Estado, John Kerry, propuso a Robert Ford como el nuevo embajador en Egipto, las redes sociales se inundaron de comentarios en los que se lo calificaba como "el nuevo patrocinador del terrorismo en Egipto" En 2004, Ford fue el responsable –junto con John Negroponte– de la creación de los Escuadrones de la Muerte iraquíes. Tras convertir el país en un montón de escombros, fue trasladado a Siria como embajador para hacer lo mismo: justo en enero de 2011, cuando asumió el cargo, empezaron los atentados y las protestas violentas contra el gobierno de Bashar al-Assad. Los egipcios temen que EE UU quiera aplicar la misma receta del uso del terror como bandera falsa para incitar una guerra civil.
Ford sustituye a Anne Patreson, de quien los egipcios opositores a los Hermanos Musulmanes, pedían la cabeza por su apoyo a los islamistas.
El 6 de agosto, el Centro Egipcio para Estudios de los Medios y Opinión Pública mostró una encuesta donde el 69% del pueblo egipcio rechazaba el golpe militar, un 25% lo apoyaba y e un 6% no quería expresar su opinión. De los que lo rechazaban, solo el 19% se identificaban a sí mismos como seguidores de los HM, el 39% pertenecía a otros partidos islamistas, mientras que el 35% no tenían filiación política pero sentían que sus votos habían sido invalidados con el golpe. De los que lo apoyaban, el 55% se consideran ex leales al régimen de Mubarak, mientras que el 17% se identifica como cristianos coptos que se oponen al gobierno islamista. Además, el 91% de los que se negaron a responder pertenecen al Partido salafí pro-saudí Al-Nur, que apoyó inicialmente el golpe antes de retirarse.
Hasta ahora, EE UU e Israel han sido los grandes beneficiarios del hundimiento de los países árabes, incluido Egipto. Tel Aviv temía que los Hermanos Musulmanes rompieran el acuerdo de Camp David por el mandato de sus bases. El general estadounidense Wesley Clark, ex comandante de la OTAN, cita un informe elaborado por el actual premier israelí, Benjamín Netanyahu y el ex subsecretario de Defensa de EEUU en el 2000, Richard Perle, titulado "Clean Break" (Corte limpio) en el que se planea desmontar "siete países en cinco años": Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán. Por el momento, Egipto sustituye a Irán.
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