Osvaldo Cambiaso, el Viejo, y Daniel Pereyra Rossi, el Carlón, se reunieron en el bar Magnum de Rosario el 14 de mayo del 83. El objetivo: organizarse para la democracia que estaba por nacer. Los mataron a ambos. 32 años después, Bignone y Patti deberán responder por sus
Por Silvina Tamous
A Osvaldo Cambiaso le decían El Viejo. El apodo se debía a que en la década del 70 los militantes apenas cruzaban la adolescencia y él pasaba los 30. En el 83, cuando el país acariciaba la democracia, dirigía el movimiento Intransigencia y Movilización Peronista. El 14 de mayo de ese año, su destino se cruzó con el de Daniel Pereyra Rossi, que era referente de Montoneros en Buenos Aires, en el bar Magnum, ubicado en Córdoba al 2787, en el macrocentro de Rosario. El encuentro tenía un objetivo: organizarse políticamente para la democracia, que ya era casi un hecho. Cinco hombres de civil armados se los llevaron secuestrados. Cada 14 de mayo, militantes de distintas organizaciones se reúnen en el mismo bar a reclamar justicia. Este año, el reclamo fue diferente ya que el próximo 16 de junio 12 imputados del I y II Cuerpo de Ejército y la Policía Bonaerense se sentarán en el banquillo. Entre ellos están el ex dictador Reynaldo Bignone y el ex comisario Luis Patti.
El bar Magnum sigue siendo el mismo 32 años después. En la vereda, una placa recuerda a los dos militantes. Y todos los 14 de mayo, a la una del mediodía, la fallida cita que terminó en muerte. Militantes de Hijos, Colectivo de Presos Políticos, agrupaciones como La Cámpora y el Movimiento Evita, tenían este año un motivo más esperanzador ya que los genocidas que cometieron los últimos asesinatos de la dictadura van a ser juzgados.
Alfredo Di Pato militaba en Intransigencia y Movilización Peronista. “A Osvaldo lo conocí cuando empecé a militar. Él era nuestro referente; conocí la casa de (la localidad de) Pérez en la que vivía con sus padres. Era de material; él separaba su dormitorio con el de sus padres por una sábana: eran muy pobres. Yo era electricista y le instalé el calefón eléctrico, porque no tenían. Tenía un Fiat 1500 viejo, con el que supuestamente escapó cuando lo persiguieron”, dice.
“Él planteaba la necesidad de una construcción política, tenía una comprensión mucho más integral de lo que era el dilema político argentino. Él decía: «Muchachos, no se equivoquen: el problema ya no son los militares». Para él el enemigo era la oligarquía, los grupos económicos internacionales y creía en la construcción política. Los militares ya se estaban yendo y había que construir”, cuenta Di Pato.
Gladys y Ethel son las hermanas de Cambiaso. Lo recuerdan como un ser solidario, que pensaba en una construcción colectiva de país. Llegó a ser ingeniero químico, pero pasó la mayor parte de su vida adulta en la cárcel, primero con la dictadura de Lanusse, después con la de Videla.
“Hicimos una marcha para pedir la aparición con vida. Éramos como 300 personas, que en esa época era un montón de gente. Y cuando estábamos llegando al Obispado nos avisan que habían encontrado los cuerpos en (la ciudad bonaerense de) Baradero”, recuerda Di Pato.
Enseguida se vieron en otro problema. Conseguir un médico para hacerle la autopsia. Nadie quería hacerlo. “Vino una médica que le hizo la autopsia en una funeraria que había en Pellegrini y Sarmiento (de Rosario). La mujer salió compungida. Al cuerpo le faltaba la frente, un ojo, la oreja, le habían tirado un itacazo por la espalda cuando estaba arrodillado. Supuestamente a Osvaldo lo mataron rápido”, dice Di Pato.
Marcela López Machado es antropóloga y milita el Movimiento Evita. “Yo trabajaba con Osvaldo; el hacía fotocomposición y yo estaba sola, tenía una hija chiquita y él me dio trabajo y me pagaba muy bien. El tuvo muy pocos momentos en libertad en su vida, pero nadie lo olvidó”, dice.
A Pereyra Rossi todos lo conocían como Carlón, porque se hacía llamar Carlos de Merlo. Los recuerdos sobre él tienen que ver la militancia y no con detalles de su vida ya que nació en La Plata y no vivió en Rosario. En esa localidad del oeste bonaerense desarrollo gran parte de su militancia. En Montoneros llegó a ser parte de la conducción nacional. Fue estudiante de Filosofía, y después de pasar años preso logró en 1977 salir del país y seguir la lucha desde México, coordinando prensa y difusión. Volvió al país con la “contraofensiva” de 1980 con el grado de oficial superior y el cargo de Segundo Comandante Montonero. También se le atribuye la creación de Intransigencia y Movilización Peronista que determinó el encuentro con Cambiaso en el bar Magnun. Carlón tenía 33 años y Cambiasso 42.
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