sábado, 3 de agosto de 2013
Néstor Bergoglio Por Matías Castañeda
Muchas veces se blande el peronómetro. He llegado a la conclusión, sencilla, que el dirigente verdaderamente peronista es el que nunca se fue del partido. Del PJ. Si te fuiste del PJ, no sos más peronista. Ese es mi peronómetro. Cada uno tiene el suyo, ese es el mío: la organicidad.
El mejor ejemplo es Néstor Kirchner, nunca se fue, siempre adentro, aguantando el menemismo que después será su lastre más desembarazable. Porque nunca se fue se pudo quedar con todo. Si se hubiera ido habría tenido ‘coherencia’ pero no habría sido presidente y no tendríamos la AUH, por ejemplo. Y nadie se acordaría de un gobernador ideológicamente piola. Néstor sin querer dio gratis un curso de real politik a la criolla: “No correrse, administrar, laburar mucho, hacer una caja, y esperar”. Cuando llegás, se sabe, gobernás vos. El que gana conduce. Si no llegás, no existís, no quedás en la historia; sí llegás, te juzgan por lo que hiciste cuando llegaste, no por lo que hiciste antes. Aunque haya revisionistas bobos de la política con pergaminos. Tipos que analizan la política y se vanaglorian de su conocimiento y que viven de eso pero que no entienden esta verdad sencilla, o se hacen los que.
Ahora hablemos de lo urgente, de Jorge Bergoglio.
Hace poco Cristina comparó a Néstor con Bergoglio. Clarín lo puso en tapa y lo ‘volanteó’ como ‘insólita comparación’. No es insólita, es veraz. Paso a explicar. Hablemos bien del Papa un rato mientras nadie nos lee. Jorge Bergoglio fue un jesuita, un curita de barrio, de Flores, piola. Dicen que lo echaron de la congregación, que los jesuitas lo echaron. También dicen que tuvo participación en la dictadura, como Milani. Ninguna se demostró fehacientemente pero parece que las dudas son más inconvenientes para ser jefe del ejército de un país del tercer mundo que para ser el comandante en jefe de la ong más importante de la historia de la humanidad, ahí nomás de Greenpeace, para algunos.
El flaco, ahora no tanto, hasta la semana anterior a ser elegido Papa, en la rosca, de pascuas, la más grande de todas las roscas políticas a nivel mundial, le devolvía las 30 gomitas elásticas del mes al diariero de la calle Bolivar, y se tomaba un bondi, y se bajaba en la villa. Gestos.
Era ya el arzobispo de Buenos Aires desde hacía tiempo, Bergoglio, uno de los pocos cardenales que cortaban el bacalao en el Vatica, y septuagenario adentro viajaba en el colectivo y se enchastraba los tamangos. Era, políticamente local, opositor de los gobiernos de los Kirchner.
Fumata blanca: Papa Francisco.
Tapa de todos los medios del mundo. Ese día. No hubo nunca un argentino tapa de todos los medios del mundo antes. Porque el Papa trasciende todo. El fútbol no llega a la tapa de la Time porque al yankee le chupa un huevo el mundial, por ejemplo. Y después los gestos, ya saben, hacia adentro, y hacia afuera. Pónganle el condimento que a ustedes les guste, a mi me gusta la nuez moscada.
Y pienso, ¿un arzobispo lee a Maquiavelo?, es peronista, pero, ¿un arzobispo subraya con lápiz negro La Comunidad Organizada? Un arzobispo del fin del mundo, como un pingüino, ¿piensa ser Papa? ¿Evalúa cada movimiento para poder llegar? ¿Fue un escollo el Matrimonio Igualitario? ¿Era el mejor a pesar de ese escollo? ¿Estamos en presencia de un genio de todos los tiempos en términos políticos siendo que es el primer Papa no europeo en 1.500 años de la Iglesia como Institución?
Más cerca, no tengo dudas que es el argentino más importante de los 200 años de esta joven nación, Jorge Bergoglio, y no tengo dudas de que a pesar de haber sido enemigo íntimo de Néstor Kirchner, Bergoglio le aprendió y le sacó mucho. Y que ahora se complementan más de los que se repelen y que no es casual la excelente relación que estableció con Cristina. Relación en la que las dos partes cedieron terreno para lograr la amistad. Y tanto que se le enrostra la incapacidad de diálogo al kirchnerismo, a Cristina.
No es distinto el 2003 de la Argentina a todo el siglo XX del cristianismo. Hace falta un ‘valiente’ que tuerza las cosas. Uno que se la juegue. Los primeros años de Néstor fueron de gestos, lo que hoy se le achaca a Francisco. Ajedrez. Toma y Daca. No decidir, probar, ir, venir. Bajar los cuadros no es pedirle al congreso que declare inconstitucionales las leyes de obediencia debida y punto final, es un gesto. Pero sin el gesto habría impunidad. Decirle no al Alca no es decirle no a Chevrón, es decir ‘decidimos nosotros’, incluso si necesitamos a Chevrón diez años después. Hablar con un lenguaje accesible, propio de un ciudadano de a pie, es más revolucionario que tomar el gobierno por las armas, en el año 2013, y en 2003 también.
De todo esto Bergoglio lo aprendió y mucho. Los mocasines de Néstor y los zapatos de Jorge. Y los gestos para el Vaticano son el acabose. Más que un presidente peronista en el culo del mundo contra un poder económico mendaz. Porque no hay institución en pie sobre la historia de la humanidad más exitosa y conservadora que la Roma Clerical. No sé si nos damos cuenta: que un curita, y ahí me pongo benévolo, que se toma el bondi para ir a la villa en un país subdesarrollado del culo del mundo todavía a los setenta años sea Papa es una buna noticia salvo que seas un pelotudo que no quiere ver la realidad.
Se maneja con gestos, sí, claro. Tira un mensaje sobre la homosexualidad pero no permite que los curas sean homosexuales, obvio, si ni siquiera se permite que sean héteros, si ni siquiera se permite que se casen, ni que tengan sexo. Es una institución que atrasa 2000 años de historia, pero a nadie le alcanza un gesto. Todos quieren que haga las cosas rápido, que lo maten y que vuelva otro Benedicto, así están más tranquilos con sus pre-conceptos.
Puede ser que la iglesia como institución esté en crisis pero afirmar que la fe está en bancarrota es un error. Fieles sobran, la gente quiere creer, cree. Así lo confirma una ¡¡¡¡MISA PARA 3.000.000 EN COPACABANA!!!!
Todos los negocios de mi barrio, Boedo, tienen una foto del Papa Francisco en la puerta. La cara del Papa Francisco es más popular que Maradona en el 86. No me quiero imaginar lo que debe ser en el interior donde la gente en vez de ser cínica porque trae un especie de infusa reputación intelectual le sale ser crédula, porque su plan es que a los hijos le vaya mejor que a ellos, y se encomienda a un dios, o una representación de un dios, sea un santo o un sacerdote carismático.
Ay Dios me libre cuando vuelva a la Argentina ‘Papa Francisco’. No habrá nada más masivo, popular y emotivo que su regreso. Un regreso de Perón sin palco. Aunque yo no crea en Dios. Aunque me dé lo mismo la fe. El padre, el hijo y el espíritu santo. Me voy a ir bien temprano a la Riccheri a ver como tantos y tantas, miles, millones, de argentinos, y países limítrofes, se dan cita para ver pasar a su Papa, a su curita, a su emblema de la esperanza.
Y seré feliz en ellos, más que con ellos, porque no me sale.
Amén.
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