jueves, 1 de agosto de 2013
La “Generación Bergoglio” y “La irrupción de América en el mundo”
Por Jorge Benedetti
Hay momentos en la vida de los hombres y de los pueblos, en los que la Providencia nos permite ser participes de hechos que cambian el rumbo de la historia.
Para ser parte activa de ellos hace falta tomar la decisión y comprometerse en el momento correcto. Es por ello que se afirma que “a la oportunidad la pintan calva con un mechón en la frente”, por lo cual hay una sola oportunidad de asirla y cuando ésta se presenta nos permite sumarnos a la participación en estos hechos destacados.
El mundo en que vivimos
Si alguien hoy decidiera reunir en una “mesa chica” a los hombres con mayor poder de decisión y/o influencia del mundo entero, por primera vez en la historia de la humanidad, un hombre nacido en América Latina estaría participando necesariamente de ese evento y esto es un hecho profundamente significativo, que cambia la historia del planeta.
Ese hombre - el Papa Francisco - forma parte de una cultura, de un espacio geográfico y social, de una generación y de un momento histórico que vive tanto la Iglesia del continente, como América Latina toda.
Una recordada pensadora argentina hablaba de “la irrupción de América en la historia”. Esa pensadora, escritora y docente era Amelia Podetti.
En estos días las agencias de noticias de todo el mundo, destacaron la figura de Amelia Podetti, recordando y reproduciendo el prólogo de su libro póstumo, escrito por el Cardenal Jorge Mario Bergoglio.
Entre otras actividades - como pensadora y militante - Amelia Podetti dirigió entre los años 1973 y 1976, la revista Hechos e Ideas.
A principio de esa década, siendo yo alumno de la carrera de sociología de la Universidad de Buenos Aires, tuve la gran oportunidad de participar de uno de los hechos del pensamiento más significativos de esos años, las “Cátedras Nacionales”, encabezadas por Justino O’ Farrell y Gonzalo Cárdenas, de las cuales Amelia fue una de sus figuras más destacadas.
En mi carácter de “ayudante alumno” pude compartir con actores destacadísimos del pensamiento nacional y popular argentino una actividad docente esencialmente militante, la que marcó a toda una generación de jóvenes y se constituyó en un espacio de libertad y creatividad en la oscura etapa de la dictadura de Onganía y Lanusse, ligando por - primera vez en muchos años - a la universidad con las luchas populares.
Amelia fue una brillante pensadora, cuya formación cristiana, y su compromiso con la causa latinoamericana, influyó profundamente en muchos de nosotros y su labor fue reconocida por el Cardenal Bergoglio, quien afirmó: ”He tenido y tengo muy presentes sus enseñanzas, que han aportado una contribución muy importante a la reflexión y al conocimiento del país en un momento singular de la historia …” para agregar luego que “Precisamente en un momento en que América Latina necesita de un autoconocimiento renovado, capaz de asumir integralmente la propia condición, las propias particulares necesidades, para de ahí producir respuestas históricas nuevas y ‘nuestras’, creo extremadamente oportuno que se recupere el esfuerzo de nuestros pensadores, nuestros filósofos…” (indico el link de una agencia internacional http://www.zenit.org/es/articles/46376 donde se comenta la publicación que realiza el Osservatore Romano de las palabras del Cardenal Bergoglio, la que recomiendo leer junto con el prólogo al que se hace referencia). Estas ideas podrían sintetizarse en la necesidad de un nuevo pensamiento, “nuestro”, como aporte a la cultura universal.
Recordando esos años y el pensamiento de Francisco, no puedo olvidar el prólogo al libro, que también realiza el Cardenal Bergoglio “Una apuesta por América Latina” de Guzmán Carriquiry.
En ese escrito del año 2005, Bergoglio destaca la necesidad de la unidad latinoamericana y el papel que le corresponde al continente. En ese sentido afirma “En las próximas dos décadas América Latina se jugará el protagonismo en las grandes batalla que se perfilan en el siglo XXI y su lugar en el nuevo orden mundial en ciernes”, agregando más adelante: “Ante todo se trata de recorrer las vías de la integración hacia la configuración de la Unión Sudamericana y la Patria Grande Latinoamericana. Solos, separados, contamos muy poco y no iremos a ninguna parte. Sería callejón sin salida que nos condenaría como segmentos marginales, empobrecidos y dependientes de los grandes poderes mundiales”.
Guzmán Carriquiry, el laico que más se ha destacado en la estructura de la Iglesia, fue secretario del Pontificio Consejo de Laicos y hoy es Secretario General de la Pontificia Comisión para América Latina.
Guzmán Carriquiry, es un uruguayo que se formó en el pensamiento histórico popular de la Patria Grande con quien ha sido también nuestro maestro y el de cientos de latinoamericanos, Alberto Methol Ferré, a quien el Papa Francisco y el presidente del Uruguay Pepe Mujica han destacado y recordado muy afectuosamente hace pocos días.
En los 70 Guzmán Carriquiry era responsable del movimiento estudiantil católico latinoamericano, del cual formaba parte la Juventud Universitaria Católica (JUC) de argentina, de cuya coordinación formé parte.
Hablar de Amelia Podetti, Methol Ferré, Guzmán Carriquiry, entre otros, es hablar de algunos de los pensadores y actores de la historia latinoamericana que hoy se inscriben en el pensamiento del planeta y muchos de nosotros tuvimos y tenemos la suerte de haber estado cerca de ellos y de poder hoy seguir haciéndolo. Pienso en muchos de mis compañeros de la JUC y de la militancia social, política y religiosa de todos estos años (entre los que están los hermanos de Amelia), con los que compartimos la esperanza de un mundo mejor, con más justicia, donde los hombres pudieran ser partícipes de una mayor dignidad y felicidad.
La “Generación Bergoglio”
Vivimos un tiempo de profundos cambios. Quiénes pretenden alterar el rumbo de la historia no comprenden que hay nuevos aires en el mundo y en la Iglesia y que - en ambos espacios - América Latina está llamada a ocupar (y obviamente ya lo está haciendo) un lugar destacado en estos nuevos tiempos.
Francisco ha abierto una brecha y la situación política, social y religiosa de nuestro continente, esencialmente la vitalidad de nuestros pueblos, hacen posible transitar por ese camino.
Francisco trae una gran novedad, la que no puede confundirse ni enmascararse con aspectos formales, hablando del color de sus zapatos, de su gusto por los alfajores de dulce de leche, o - en el mejor de los casos - de su actitud “misericordiosa” para con los pobres.
La novedad de Francisco forma parte de la “irrupción de América”, de la necesidad de cambios profundos de las estructuras que hacen que haya pobres y empobrecedores, del requerimiento de un mundo con mayor justicia y dignidad para todos.
Hoy hay una generación de la que - con independencia de edades - podemos formar parte, “la generación Bergolio”, él reclama la participación de todos, en una actitud activa, para defender la creación, construir la paz y un mundo nuevo para los pobres. Tenemos que estar dispuestos a acompañarlo es su tarea para reparar la Iglesia y el mundo todo.
Jorge Benedetti
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