sábado, 17 de agosto de 2013
Chiche Duhalde y el resentimiento noventista Por María José Sánchez
En el canal TCM están dando un especial de películas de los ’90. Allí están transmitiendo de todo, dramas, acción, suspenso, hasta la inclasificable Matrix. También hay películas de terror. De hecho se denomina “TCM ama los ’90: Tan cerca, tan lejos”. Y dicen que es el especial del año. De hecho alcancé a ver algunas de las películas que están pasando… qué épocas esas… los ’90. Qué década… para el cine, hubo desde los largometrajes pochocleros que aun disfrutamos a otros que marcaron hitos.
Pasó de todo el los ’90. Pasaron cosas horribles, también, y no sólo en las películas. Pero hay nostalgia, parece. Hay nostalgia por esas épocas, pero no las de Armaggedón, Titanic, La Boda de mi mejor amigo y otras glorias, sino por la política que se aplicaba en Argentina en esos años. El neoliberalismo salvaje.
Si, si. Hay gente que añora esos tiempos de sueldos bajos, de desocupación, de recortes a los magros salarios de los jubilados, de pibes muertos de hambre llorando en cámara, de deserción escolar, de farandulización de la política, de venta al mejor postor del patrimonio nacional. Han quedado en evidencia en estas últimas elecciones primarias de hace unos días: ni los Barrionuevo, ni los Duhalde, ni los Macri, han señalado otra razón para apoyar a Sergio Massa que la de desbancar al Kirchnerismo. No hay proyecto si no se construye y sólo quieren destruir porque quieren volver. Así de simple. Les encantaría que el estreno de La lista de Schindler o el de Arma Mortal 3 fuera mañana, no para ver esas películas, sino para estar de nuevo en 1992 o 1993.
Y esta ausencia de proyecto es sólo una muestra de la infinita capacidad destructiva, de un egoísmo mayúsculo por parte de estos actores que ven con ojos de furia y puños apretados como ha crecido el país desde que ellos dejaron de meter sus narices y otros se arremangaron y empezaron a hacer y siguieron haciendo. Y esa impotencia a veces les hace decir, quiero creer, cosas que no harían públicas si las pensaran mejor, un instante, si no los cegara la bronca de que tantos palos en las ruedas no frenen a ese camión con acoplado que es Cristina Fernández de Kirchner.
Así, una resentida Chiche Duhalde, por querer agredir a la presidenta, se va de boca, una vez más, y se pregunta “si la mujer está preparada para ejercer la política per se, con sus características, con sus condiciones y convicciones, o si simplemente va a acompañar el proyecto de alguien”. Pobre Chiche, pobre criatura desahuciada de la política, de la participación, de la vida. Pobrecita. Siento mucha pena al conocer su odio, que la corroe y la vuelve más ignorante que de costumbre, más pendenciera de lo habitual.
Pobre ser obtuso que no entiende, que no sabe, que no quiere saber. Negarse al aprendizaje, hasta el más fácil que llega por ósmosis, por estar rodeado de otros que saben más que nosotros, -y somos afortunamos si son mayoría-, es hacerle un culto obsceno a la ignorancia. Un despropósito en el que Chiche Duhalde parece regocijarse: “el ejemplo de Cristina Kirchner es uno malo para la participación de la mujer en la política”, afirma la noventista. Cristina, primera presidenta reelecta por el voto popular, casi la presidenta con más votos de la historia Argentina. Cristina, estadista internacional, el mejor cuadro político que vive en la actualidad en nuestras tierras. Cristina, una de las mayores influencias femeninas del planeta, ése que siguió girando después de 1999 aunque a Chiche le moleste.
“En la Argentina, para nuestro género va a ser muy difícil alcanzar altos estamentos después de esta nefasta experiencia”, afirma Chiche en, obvio, Radio Mitre y enloquezco. ¿Cuántas cientos, miles, de mujeres, jóvenes y no tanto se han inclinado a la militancia política en estos años? Muchísimas, infinitamente más que en los años donde ella y su marido, Eduardo Duhalde, gobernaban y no motivaban a nadie más que a los que dejaban el país desde Ezeiza.
¿Qué percepción deforme de la realidad evidencian estas declaraciones? ¿Tanto odio, tanta impotencia sienten? Si la señora Hilda Duhalde no sabe hacer política, no la entiende, desconoce los motivos por los cuales las mujeres militamos, participamos y trabajamos para mejorarle la vida a los demás, será porque ella siempre se esforzó por mejorarse la calidad de vida a sí misma y nada más. Porque nunca hizo política, no como la hacemos nosotros, nosotras. No se preocupe tanto, doña Chiche, las mujeres argentinas que hacemos política todos los días sabemos por qué estamos acá, y porque de acá no nos movemos. Sabemos lo que costó y cuesta estar, sobre todo por machistas como usted, las que comparten nuestro género, las peores. Sabemos de la otra mujer, esa a la que odiaron tanto, como odian a la de ahora, la que hace más de 60 años se enfrentó contra oligarcas y jodidas, como usted, doña Chiche, y aun así logró que votáramos, logró mucho y pasó a la historia. Esa historia en la que usted no estará con nombre propio, en la que usted tendrá un pequeñito apartado en el renglón de los infames como “esposa de”. Vaya Chiche, déjenos hacer a nosotras, que construimos todos los días el país para todos y todas, el que soñaron otros, el que cueste lo que cueste seguiremos sosteniendo, aprendiendo de lo errores para no repetirlos. Porque usted hace docencia, Chiche, nos muestra todo lo que no queremos ser. Vaya, vaya, viva en el país del pasado, en ese mentiroso escenario, apuntalado entre escombros, vaya, usted que ama tanto los ’90, y ponga el canal del mes, que hoy dan The Truman Show.
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