Por Irina Hauser
Cualquier lector desprevenido podrá pensar que esta noticia ya la leyó, y algo de eso hay. O que leyó casi lo contrario, y también de eso algo hay. O que, al mismo tiempo, la Corte Suprema vuelve a redactar la reelección anticipada de Ricardo Lorenzetti en la presidencia del tribunal porque asume que en la versión anterior algo estuvo mal. La noticia, la más reciente, es ésa: que la Corte confirmó la votación del juez para un cuarto mandato, que se extenderá desde enero de 2016 hasta 2019. Para eso firmó ayer una nueva acordada con la presencia estelar de Carlos Fayt, cuya ausencia previa (el día de la votación original) los supremos intentaron minimizar con el argumento de que existe una “práctica inveterada” según la cual sus decisiones son válidas sin importar si fueron tomadas “adentro o afuera de la sala de acuerdos”. El texto dice que el nombramiento de autoridades fue debidamente discutido y que se apuró por razones de “seguridad jurídica”, un concepto difícil de conciliar con los cambios de posición y fundamentos que protagonizó la propia Corte en los últimos días: si bien es la segunda vez que ratifica la “re-re-re” de Lorenzetti, cambió la explicación y en el ínterin difundió a través de todos los medios que el juez renunciaba a ese cargo desde el año próximo por “cansancio moral”. Al periodista Horacio Verbitsky le mandó una carta donde le decía que su renuncia era inmediata. La reelección de Lorenzetti –quien preside la Corte desde 2007– es un hecho desde el 21 de abril último. La premura con que se hizo la votación sorprendió a la propia familia judicial. El texto de su aprobación señalaba como “próxima” “la conclusión del mandato de las autoridades”, para la cual faltaban más de ocho meses. El periodista Horacio Verbitsky, además, reveló en este diario que Fayt no participó del plenario de la elección, pese a lo cual la acordada decía que todos los ministros estuvieron en la sala de acuerdos y a él le adjudicaba actos puntuales como apoyar la candidatura de Lorenzetti y proponer la de Elena Highton de Nolasco como vice. Fayt firmó en su casa. La hipótesis central es que ante la falta de certezas sobre la participación del ministro de 97 años de acá a unos meses, se optó por adelantar la elección: si fueran tres jueces, Lorenzetti debería votarse a sí mismo, al estilo Julio Nazareno.
Pese a todo esto, la Corte no tenía obligación ni necesidad de emitir una nueva acordada de ratificación de la elección de autoridades, pero lo hizo, y con Fayt de cuerpo presente, en un “acuerdo extraordinario”. Sobre este hecho, son varias las interpretaciones posibles, todas combinables entre sí. Por un lado, hay un reconocimiento implícito de la Corte de que algo estaba mal con la acordada original. También se puede leer una respuesta a Verbitsky y la negación de una “falsedad” en el acta. Más una demostración de fuerza, mientras el Congreso avanza con la investigación sobre el estado “psicofísico” de Fayt y prevalece la resistencia del presidente supremo a que este Gobierno nombre nuevos integrantes del tribunal.
Después de que Página/12 informó acerca de las posibles irregularidades en la reelección de Lorenzetti, la propia Corte difundió a través de sus voceros que el juez había planteado su renuncia a ese cargo por “cansancio moral” y que no asumiría en 2016. Verbitsky contó que a él le había mandado una carta diciéndole que su renuncia era un hecho y que lo reemplazarían Juan Carlos Maqueda y Highton. Luego la Corte publicó un comunicado sin firmas que señalaba que ratificaba “total y absolutamente” las autoridades designadas hasta 2019. Aun así, los informantes supremos decían que el tema podía volver a tratarse en el acuerdo del lunes, algo que –en ausencia de Fayt– no sucedió. Cuando este diario preguntó si el tema ya estaba terminado, la respuesta fue: “Sí, ya se cerró con el comunicado de la semana pasada”. Pero resultó que no.
La nueva acordada es, ante todo, un mensaje político que se inicia con la reivindicación de la facultad de la Corte de elegir sus propias autoridades según sus reglas. Dice que la designación de Lorenzetti y de Highton para el nuevo mandato se hizo “con arreglo a la tradición más antigua en el ejercicio de esta atribución”. Precisa que Fayt estuvo presente en el acuerdo del 14 de abril, una semana antes de la reelección, y que ahí “los cuatro ministros presentes deliberaron sobre la necesidad de proceder a llevar a cabo esas designaciones, concordando en una respuesta afirmativa”. Señala que ahí se analizaron “diversas propuestas sobre las autoridades a designar” y que la fórmula se “instrumentó” por la acordada del 21 de abril. La realidad es que es casi imposible saber qué hablaron los jueces en esa reunión de un mes atrás y en qué consistió la participación de Fayt.
“La decisión –dice ahora la Corte– se sustentó en una prudente ponderación de razones de diversa naturaleza, concernientes tanto a la seguridad jurídica –con la consecuente previsibilidad– en el gobierno del Poder Judicial en el marco de sus relaciones institucionales con los otros poderes de la Nación, con las autoridades de provincia y con la sociedad civil; como en preservar y profundizar la ingente actuación que la Corte viene llevando a cabo en defensa de la necesaria independencia del Poder judicial que exige el sistema republicano de gobierno.” Pero la acordada no precisa cuál sería el peligro de inseguridad jurídica si se eligen las autoridades en la fecha habitual, octubre o noviembre. Tampoco explica en qué ha visto condicionada su independencia ni por qué la salida elegida es una garantía, aunque el enfrentamiento con el Poder Ejecutivo es ostensible.
El tribunal defiende lo que considera que fue una “deliberación fidedigna” y afirma que es “indiferente para su validez el lugar en que fue en definitiva firmada por los ministros y por la señora ministra, en la medida en que ha sido una práctica inveterada del tribunal –mantenida hasta su última composición– la irrelevancia de que sus decisiones tomadas con arreglo a las normas establecidas fuesen suscriptas dentro o fuera del salón de acuerdos del tribunal”.
La Corte hizo un esfuerzo esta semana por mostrar que puede funcionar renga. El martes, con sólo tres jueces presentes, firmó varios fallos de casos conocidos. Fayt apareció ayer para confirmar a Lorenzetti. “Estoy bien”, dijo al salir, por fin, de su casa.
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