La muerte de Alberto Nisman es una bomba de profundidad que atravesará por mucho tiempo a la sociedad argentina. La percepción popular de que el fiscal del caso AMIA ha sido víctima de un asesinato, difícilmente se disipará aún en el hipotético caso que se encontrara una carta del fiscal anunciando su decisión de suicidarse. Días antes de su muerte había realizado una estruendosa denuncia en donde imputaba a la Presidenta de la Nación y al Canciller de “...la existencia de un plan delictivo destinado de dotar de impunidad a los imputados de nacionalidad iraní acusados en dicha causa para que eludan la investigación y se sustraigan de la acción de la justicia argentina.” Su “Yo acuso” es muy débil judicialmente, pero las escuchas en su versión oral tienen notable eficacia política. Cuando debía atravesar la prueba de la consistencia de su denuncia en el Congreso de la Nación, se produjo su muerte producto de un suicidio, de un suicidio inducido o de un homicidio. La más fuerte de las posibilidades, a esta altura de lo conocido es el suicidio (es en mi opinión), aunque hay algunos cabos sueltos que cuestionan esta posibilidad y van encaminadas en función de una percepción ampliamente mayoritaria que se inclina por el asesinato.
Nisman ha sido un fiscal manejado por los servicios de inteligencia nacional e internacional y enfrentado en los dos últimos años al gobierno a partir del Memorando de Entendimiento acordado con Irán. Su muerte transformó a este fiscal fuertemente criticado por tres de las cuatro agrupaciones de familiares de las víctimas del atentado, en un proyecto de héroe. Toda muerte es dolorosa, merece el respeto y la consideración hacia sus familiares directos. Pero su sorpresiva muerte no puede llevar a borrar la multiplicidad de falencias de su investigación absolutamente sesgada desde su origen y atravesada por debilidades y falsedades.
Alberto Nisman participó en la investigación a cargo del juez Juan Jose Galeano, magistrado que terminó destituido por irregularidades en la tramitación de la causa AMIA y que se encuentra procesado en el expediente abierto por el encubrimiento cuyo juicio oral está previsto para este año, luego de una demora inadmisible, en el que también deberán comparecer los ex fiscales Eamon Gabriel Mullen y José Carlos Barbaccia, y Carlos Telleldín, entre otros encartados.
Recordemos algunas de las múltiples irregularidades: al procesado Telleldín le pagaron 400.000 dólares con fondos de la SIDE, para que señalara a un grupo de policías de la Provincia de Buenos Aires como ejecutores del atentado. Desaparecieron todos los casetes de las grabaciones de los teléfonos intervenidos, entre ellos el del propio Telleldín. Se construyó el relato de un coche bomba, visto por una sola persona muy corta de vista al tiempo que todos los libros escritos sobre el tema desecharon esa posibilidad. En el libro “Cortinas de humo” de los periodistas Jorge Lanata y Joe Goldman publicado poco después del atentado en diciembre de 1994, puede leerse: “Ninguno de los diez testigos que estaban en el lugar del hecho, en posición de ver la Trafic, la vio (más de la mitad de estos testigos no fueron citados a declarar por el juez Galeano)....”
Casi nada quedó de la presunta Trafic, salvo un impecable motor encontrado por el servicio de inteligencia israelí, varios días después del atentado. Gabriel Levinas en su libro “La ley bajo los escombros. AMIA lo que no se hizo”, escribió: “Todo hacía dudar de la teoría de la existencia de una Trafic que habría hecho las veces de coche-bomba que hasta hoy marca los rumbos de la investigación. Entre los escombros del edificio de la AMIA se había encontrado el motor con un número claramente legible. Ésa era la gran prueba, la que había llevado a la detención de Telleldín primero y Ribelli después. Sin embargo, no podíamos más que sorprendernos por el hecho de que justamente en un atentado de esta magnitud no se hubiera borrado el dato que llevaba a los culpables. Cualquier reducidor de autos sabe cómo eliminar un número de motor, por lo que resulta sospechoso ese desliz de los especialistas como los que intervinieron en la voladura de la AMIA. Por otra parte, ni entre los heridos ni entre los que circulaban por la calle Pasteur a esa hora había quien recordara haber visto pasar la famosa Trafic blanca. Sólo una mujer, de nombre Nicolasa Romero recordaba que el vehículo, manejado por un hombre de rasgos árabes, había doblado por Pasteur rumbo a la AMIA segundos antes de la explosión. Una sola persona, entre las decenas que estaban en el lugar del hecho. Escasez de testimonios por un lado, prueba demasiado evidente, por el otro. A esto había que sumar “la casualidad” de que los policías que hacían guardias ante la puerta de la AMIA se hubieran retirado de su puesto unos pocos minutos antes de la explosión.” Tampoco en la embajada estaban al momento de la explosión los policías de custodia.
Por conveniencias políticas de los gobiernos argentino, norteamericano e israelí, se determinó y de ahí se partió que Irán era el culpable y se buscaron o se forzaron las pruebas para demostrarlo. Se desecharon otras pistas como la siria que implicaba al gobierno de Carlos Menem. La misma fue eludida porque en ese momento entorpecía el acercamiento de Israel con Siria, al tiempo que se barajaba la posibilidad de bombardear el desarrollo nuclear iraní desde ese estado. A su vez EE.UU había sindicado a Teherán como el enemigo a destruir. El periodista Horacio Verbitsky el 18 de julio del 2004, a 10 años del atentado escribió: “A pocas horas de producido el atentado, a las 9,53 del 18 de julio de 1994, el gobierno israelí del general Yitzhak Rabín propuso al gobierno de Carlos Menem coordinar una interpretación unificada que conviniera a los intereses políticos de ambas administraciones. Así lo informó el embajador argentino en Israel José María Valentín Otegui, en cable emitido a las 2.50 horas del 19 de julio de 1994, apenas 17 horas después del estallido que costó la vida a 85 personas y heridas a 300. De este modo ambos gobiernos condicionaron la investigación a las respectivas ventajas que cada uno pudiera obtener y sin mayor interés por el descubrimiento de la verdad y el castigo de los responsables.” Lo mismo afirma el abogado Horacio Lutzky en su libro “Brindando sobre los escombros” informando que el funcionario israelí enviado fue Dov Schmorak.
A su vez Verbitski agrega: “Schmorak llegó la noche del martes 19. Tal como se había solicitado fue recibido por Menem y en un reportaje concedido al diario Clarín al salir, dijo que “el número uno en la lista de los sospechosos es Irán. En el mismo sentido se orientaron los dirigentes de DAIA y AMIA.”
Poblada de hechos bochornosos, la dirigencia formal de los argentinos de origen judío, cuyos posicionamientos son prolongación de la política exterior de Israel, llegó a concurrir a la Casa Rosada a pedir disculpas cuando en el acto de la calle Pasteur Laura Guinsberg, entonces en Memoria Activa, realizó un potente discurso denunciando de complicidad y ocultamiento al gobierno de Carlos Menem.
La misma dirigencia de la DAIA, entre ellos José Hercman y Aldo Donzis llegaron a homenajear al comisario Jorge “Fino” Palacios, el mismo que hizo desaparecer pruebas o hacer una parodia de allanamiento a un posible cómplice del atentado vinculado a la pista siria, Alberto Jacinto Kanoore Edul. En algún momento hubo interrogantes nunca contestados dentro del lineamiento de la versión oficial, tales como: ¿Por qué Kanoore Edul llamó al reducidor de vehículos Carlos Telleldín preguntando por la misma Renault Trafic que ocho días después explotaría frente a la mutual judía? ¿Por qué en un primer momento negó haber hecho ese llamado? ¿Por qué en su agenda figuraba el nombre del agregado cultural iraní Mohse Rabani, señalado como uno de los ideólogos del atentado? ¿Por qué, Palacios mediante, desaparecieron los cassettes y las transcripciones de las escuchas hechas a los números de Kanoore Edul, y por qué, Galeano mediante, a los pocos días de la voladura la SIDE dejó de vigilar los teléfonos del empresario? ¿Por qué el padre de Kanoore Edul llamó y fue recibido en la Casa Rosada por la secretaria del hermano presidencial Munir Menem, quien le dio explicaciones sobre la situación de su hijo?
La “desinvestigación” de Galeano con la participación secundaria de Nisman fue desestimada por el Tribunal Federal Oral número 3, consideró nulas las actuaciones y liberó a todos los acusados que estaban presos. Posteriormente la Corte Suprema atenuó la nulidad y determinó reabrir lo atinente al atentado.
El presidente Néstor Kirchner propuso la creación de una fiscalía especial habiendo la Procuradoría General de la Nación designado a Alberto Nisman, con muy importante presupuesto y dotación de personal. Para colaborar y por sugerencia presidencial continúo el mandamás de la SIDE, el Director de Asuntos Externos Antonio Stiles conocido como Jaime Stiuso.
Queda claro que cuando el ex Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Gustavo Béliz, denunció públicamente a Stiuso, el santacruceño optó por éste, ya sea por conveniencia o por la relación de fuerzas de aquel momento lo que le resultaba más conveniente o útil. Mantuvo así al hombre de la SIDE que heredó, sacrificando al funcionario que había elegido. Eso sucedió en julio del 2004. Y no es ocioso recordar que Béliz abandonó la política, se radicó en los EE.UU y posteriormente en el Uruguay.
Es cierto que en todo el mundo los mandamás de los servicios de inteligencia son difíciles de desplazar por la sofisticada información que manejan y porque de ellos se sirven todos los gobiernos, en operaciones deleznables perpetradas desde ese submundo infecto desde el cual se desvaloriza a la política hecha bajo los reflectores públicos. El mismo gobierno de Néstor Kirchner utilizó al SIDE en operaciones políticas repulsivas como la que involucró en una falsa denuncia a Enrique Olivera, en otra a Luis Juez y en otra a Francisco de Narváez.
El gobierno argentino durante los dos primeros gobiernos kirchneristas, colocó al caso AMIA al nivel de la recuperación de las Islas Malvinas siguiendo las conclusiones de la justicia argentina. Los permanentes reclamos a Irán en Naciones Unidas, al tiempo que condecían con las decisiones judiciales, permitían mantener una relación con EE.UU estable ya que para el imperio, Irán era la prioridad y permitía diluir el malestar de posicionamientos argentinos antiimperialistas como el no al ALCA.
A partir del Memorando con Irán, el sector más poderoso de la Secretaría de Inteligencia (SI) se enfrentó al gobierno de Cristina Fernández. El motivo del conflicto fue que cualquier vuelco en la investigación por sus inconsistencias ponían en un aprieto considerable al artífice de la misma, Stiuso, y al fiscal al que proveía de la información que el primero recibía a su vez, en buena parte, de los servicios de inteligencia norteamericano e israelí. Un amigo íntimo de Nisman, Gustavo Perednik, radicado en Israel, donde se encontraron en diciembre declaró: “Alberto le tenía admiración a Stiuso y lo describía como el espía de las películas, y siempre decía que es uno de los tipos más inteligentes de la Argentina, con capacidad de entrar a un lugar y darse cuenta de todo. Nisman se mostraba sorprendido ante la rapidez y certeza con la que Stiuso conseguía información que él mismo requería. Se tenían un gran respeto”
Santiago O`Donnell en su libro “ArgenLeaks” escribe: “Los funcionarios estadounidenses de la embajada le dijeron a Nisman que se dejara de embromar con la llamada “pista siria” …Al advertir el malestar de los diplomáticos estadounidenses por el pedido de captura de Menem, Nisman les aseguró que no iba a insistir con sus averiguaciones acerca de la “conexión local.” Dijo que le había entregado esa investigación al juez Lijo y que de ahora en más se dedicaría a seguir la recomendación que le habían hecho los funcionarios de los Estados Unidos. Escribió el embajador Wayne: “Nisman aseguró que ya no tendría ningún rol en ese aspecto del caso (la investigación de la conexión local) y que continuaría enfocado en descubrir nuevas pistasy fortalecer las pruebas contra los iraníes” (Páginas 38 y 39). El periodista y escritor Horacio Lutzky, en su informe especial “Caso AMIA, La Deuda Interna”, sostiene: “ ...durante los años del gobierno de Carlos Menem fue palpable la tácita prohibición de investigar cualquier factor que llevara a Siria o ciudadanos con vinculación con autoridades de aquél país, siendo que numerosas evidencias archivadas en la causa demuestran que el factor internacional fue una UTE (unión transitoria de empresas) con sede en Teherán y también en Damasco....” A su vez Raúl Kollman, en Página 12 del 17 de julio del 2003, sostiene: “Uno de los máximos jefes de la SIDE, en la investigación del caso AMIA, Patricio Finnen, reconoció en una reunión interna realizada hace dos años en la central de espías, que los servicios de inteligencia brasileños le enviaron a la SIDE, antes del atentado contra la AMIA, dos advertencias por escrito de que se estaba por producir un ataque en Buenos Aires......también reveló que el dinero para pagarle a Carlos Telleldín salió de unas de las cuentas que la SIDE tenía en Nueva York, que el borrado de las escuchas telefónicas al armador de autos truchos fue realizado por Marta o Graciela, dos de las mujeres de mayor relieve de la SIDE y que en tiempos de Carlos Menem se le prohibió a la SIDE, de hecho, toda investigación de la llamada “pista siria”.”
El periodista Juan Salinas, autor de “AMIA, el atentado” escribió: “Todo los que Nisman apila en infinitas fojas son puros dimes y diretes. Hasta el punto que, de ejecutarse el memorandum de entendimiento argentino-iraní, no podría viajar a Teherán a cumplir aquellas diligencias sin hundirse en el más abyecto ridículo.”
Cuando el ex embajador iraní en Paraguay y la Argentina Heidi Solimanpur fue detenido en Londres por Interpol y se solicitaron las pruebas al fiscal y éste las envió, las mismas fueron consideradas insustanciales por la justicia británica dejándolo en libertad y debiendo Argentina pagar una indemnización de 25.000 dólares por daño moral infligido al detenido.
La posibilidad, entonces, que la “investigación” de Stiuso fuera seriamente cuestionada a partir de los hechos posteriores que dejaba abierta la firma del Memorando (cosa que luego no sucedió porque Irán neutralizó lo firmado) fue posiblemente el primer cortocircuito.
El segundo detonante fue que la Secretaría de Inteligencia aseguró a la Presidenta que Sergio Massa no se presentaría a las elecciones parlamentarias del 2013. El tercer elemento de conflicto fue la política hacia el Poder Judicial del Poder Ejecutivo conocido como “democratización de la justicia”, la que mediante la reforma del Código Procesal Penal” le quita poder a los jueces federales al dejar la investigación en manos de los fiscales. Eso dio origen a una alianza tácita entre el sector de la SI dirigido por Stiuso y los doce jueces federales, algunos de ellos integrantes de la famosa servilleta de Carlos Corach denunciada por Domingo Cavallo (en referencia a la interesada “Cadena de la Felicidad” con la SI, los cobros en negro). De ahí partiría la información brindada por la SI a los jueces y al periodismo, base de las pirotécnicas denuncias periodísticas, algunas de las cuales pegan en zonas sensibles del Poder Ejecutivo.
Conviene aclarar, para evitar malos entendidos, que Irán puede llegar a ser responsable, pero eso está muy lejos de haber sido probado en las investigaciones de Galeano primero y la encabezada por el fiscal Nisman
LA DENUNCIA DE NISMAN
Tiene, como ya se dijo, mucha potencia como denuncia política en modo directamente proporcional a su debilidad legal. El razonamiento se basa que ante la crisis energética, el gobierno argentino decidió proveerse de petróleo iraní a cambio de lo cual este país exigía el levantamiento de las alertas rojas de Interpol, que dificultaban la movilidad fuera de su país de los imputados por la justicia argentina y que según Nisman, el gobierno argentino había aceptado. Para disimular, se atribuiría el ataque a “fachos locales.”
Ese sería el objetivo real del Memorando de Entendimiento que fue aprobado por el Congreso. Textualmente Nisman dice: “De las contribuciones concretas y específicas de la Sra. Presidente que se han podido acreditar con sólido sustento probatorio, surge con claridad que no solamente fue quien decidió la articulación de este plan criminal de impunidad, sino que, para ello, se valió de distintos actores para llevar adelante su ejecución y en todo momento estuvo en control de la misma, ya sea impartiendo órdenes directas a sus cómplices, o bien encabezando la campaña discursiva y mediática para camuflar la perpetración del delito.”
Los cómplices mencionados son: Luis D`Elía, Fernando Esteche, Andrés “el Cuervo” Larroque, Héctor Yrimia, ex fiscal de la causa; un agente de la Secretaría de Inteligencia que no identifica y que denomina Allan y por Irán, el argentino Jorge Khalil.
En 48 horas las vigas maestras de la denuncia se demolieron: el director de Interpol Ronald Noble afirmó que Argentina a través de su Canciller siempre exigió que se mantengan las alertas; el comercio con Irán no se incrementó sino que incluso decreció; el presunto agente de la SI cuyo nombre se hizo público llamado Bogado, había sido denunciado por Stiuso en el 2013 como alguien que se hacía pasar como agente; y, por último, Argentina nunca le compró petróleo a Irán. Tampoco Yrimia figura en la dotación del SI. Tampoco se aporta pruebas sobre la fabricación de la pista de los fachos locales.
El único de estos datos posiblemente endeble en la respuesta sea el de Ramón Allan Héctor Bogado, ya que Fernando Esteche afirma haberlo conocido en la jefatura de gabinete durante la gestión de Abal Medina. Si fuera cierto, tal vez no fuera espía, dato igualmente inverificable, pero sí vinculado al gobierno.
Hasta un crítico pertinaz del gobierno, el periodista y columnista estrella de La Nación Carlos Pagni, se preguntaba el lunes 19 de enero, desconociendo aún la muerte de Nisman: “¿Por qué Marijuan estuvo ausente de la investigación? ¿Por qué Canicoba Corral cedió tanto poder a Nisman? ¿Por qué Nisman llega al Congreso en una posición tan vulnerable? La respuesta a estas incógnitas es que, como todo el Gobierno y la justicia federal conocen, en los últimos quince años el verdadero administrador de la causa AMIA ha sido Stiuso, a quien Cristina Kirchner ha jubilado.”
Cuando todo se encaminaba a un papelón del fiscal, éste aparece muerto. Su denuncia había sido minimizada por el juez de la causa Rodolfo Canicoba Corral; y la jueza Servini de Cubría, ante la falta de elementos probatorios en la denuncia, entendió que no se daban los extremos previstos por la ley para habilitar la feria judicial.
Una interpretación lineal que se instala fundamentalmente en el exterior, es la de un gobierno acusado por un fiscal que realiza una denuncia explosiva y muere a los pocos días, concluyendo que el inspirador y/o ejecutor es el gobierno denunciado. En el país no se discute eso, sino si fue un suicidio, inducido o no, o un homicidio,pero hay convicción generalizada que el principal perjudicado es el gobierno.
Hasta un crítico feroz y poco sofisticado como el periodista Luis Majul escribió en La Nación del 22 de enero: “Si a cualquier trasnochado se le ocurriera pensar que la muerte de Nisman fue pergeñada por algún funcionario o simpatizante del gobierno, lo lógico sería responderle que está loco.”
Fue precisamente ese gobierno el que firma el Memorando con Irán el 27 de enero del 2013 al que presentó como una forma de reactivar una causa paralizada, en una jugada que desde el principio tuvo elevados costos políticos. Lo cierto es que la denuncia de Nisman con enunciados explosivos y prácticamente inexistente sostén probatorio, tiene párrafos explosivos como el siguiente: “….la Sra Presidente como su Canciller contribuyeron en forma personal al perfeccionamiento del plan criminal. Ambos se involucraron en una campaña mediática pretendiendo instalar, entre otras falsas cuestiones, la idea de que la causa por el atentado a la AMIA estaba paralizada prácticamente desde el inicio.”
El desplazamiento del mandamás de inteligencia desde hace tantos años debería llevar al fiscal a encaminar uno de los hilos de la investigación hacia ese submundo inaccesible hasta ahora.
El hábito frecuente que han sufrido distintos gobiernos de tirarles un muerto, es una pista a investigar si se comprueba la hipótesis del homicidio.
LA PRESIDENTA SE EQUIVOCA
La Presidenta ha distribuido dos cartas por Facebook usando una vía y un posicionamiento inapropiados. Cuando todo ameritaba la cadena oficial, su presencia en vivo y la insustituible voz humana, Cristina Kirchner decidió hacer llegar su pensamiento por las redes sociales. Y los textos son mucho más propios de un analista político que la de un presidente de la nación. No es la primera vez que ante hechos trágicos adopte la vía equivocada, ya sea por ausencias erróneas o por mensajes improcedentes. En la primera de sus cartas se inclina por la hipótesis del suicidio aunque en el segundo párrafo lo coloca entre signos de pregunta. Textualmente escribió: “La muerte de una persona, siempre causa dolor y pérdida entre sus seres queridos, y consternación en el resto. El suicidio provoca, además, en todos los casos, primero: estupor, y después: interrogantes. ¿Qué fue lo que llevo a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?
En el caso del ¿suicidio? del fiscal a cargo de la causa AMIA, Alberto Nisman, no sólo hay estupor e interrogantes, sino que además una historia demasiado larga, demasiado pesada, demasiado dura, y por sobre todas las cosas, muy sórdida. La tragedia del atentado terrorista más grande que se produjo en la Argentina.” Luego discurre sobre una serie de referencias personales que resultan inoportunas e improcedentes. En la segunda carta pasa a desarrollar la certeza que Nisman fue asesinado.
No era la función de la Presidenta discurrir sobre las hipótesis de la muerte, tarea reservada a la investigación judicial, sino poner a la totalidad del Estado argentino a disposición de la resolución del enigma de la muerte del fiscal.
En algunos momentos del escrito actúa como comentarista de decisiones que están bajo su potestad. Así escribió: “Resulta imposible no observar que en cualquier lugar del mundo, si alguien aparece muerto por un arma que está registrada a nombre de otra persona y esa misma persona resulta ser la última que estuvo con él en vida, le entregó el arma en el mismo lugar del hecho, su casa, y es un íntimo colaborador suyo especialista en informática que trabaja también en la causa AMIA desde el año 2007, resulta cuanto menos raro. Muy raro.Por eso es más que conveniente que se le otorgue mucha protección al Sr. Diego Ángel Lagomarsino.”Conviene recordar que tanto la Policía Federal como la Secretaría de Inteligencia dependen del Poder Ejecutivo a cuyo frente está la Presidenta. Es como si el director de una obra teatral, desde la platea dijera lo que le parece debe hacer el director de la obra.
Por momentos parece minimizar el estruendo de la denuncia de Nisman en función de relegar la hipótesis del suicidio. Así puede leerse: “¿Por qué se iba a suicidar si no sabía que era falsa la información que estaba en el informe? Estas respuestas seguramente las podrán dar quienes lo convencieron de que tenía en sus manos “la denuncia del siglo” proporcionándole datos falsos. Pero además, si hubiera tenido sospechas de falsedad de información o de falta de sustento en el supuesto de que se lo habían escrito “otros” ¿Por qué se iba a suicidar alguien que ya había sido acusado por numerosos familiares de las víctimas del atentado en la AMIA o directamente lo habían recusado? ¿En qué hubiera cambiado su vida si el informe no tenía sustento y el juez a cargo, como es común, corriente y sucede a diario, le dicta un “téngase presente y resérvese hasta que se adjunte más prueba”?
Si la denuncia caía por sus múltiples debilidades después de acusar a la Presidenta y su Canciller de ser instigadores y ejecutores de un plan criminal, su carrera judicial hubiera llegado a su final y su prestigio se hubiera arrastrado por el fango.
El periodista Alberto Dearriba en su columna del 24 de enero en el diario oficialista Tiempo Argentino, escribe con precisión en el marco de la real gravedad de la situación: “La Argentina es un país con dolorosas experiencias sobre muertes políticas. Si Nisman pensó que los chismes que seguramente le pasaban servicios que pretenden perjudicar al gobierno iban a herir al kircherismo, está claro que se equivocó. Ni los opositores pueden sacar roña de una denuncia que muchos juzgan inconsistente. Pero, en cambio, su muerte puede lastimar al gobierno de una manera todavía difícil de medir.
Todo depende de la investigación: si es rápida y con resultados certeros, el gobierno tendría un juicio relativamente benévolo de la sociedad. La conclusión de muchos será que a Cristina le tiraron un muerto. Si la investigación es morosa y confusa, buena parte de la sociedad puede condenar en cambio al gobierno. Y lo que es peor, a las instituciones. Esto no depende lamentablemente de los resultados objetivos de la investigación, sino del consenso social que irán construyendo los medios sobre la marcha de la investigación.
La mayoría de las denuncias sobre corrupción sufren condenas mediáticas antes de los fallos de los jueces. Pero este caso es algo distinto. Los condenadores públicos deberán actuar con más sigilo: está absolutamente naturalizado acusar a un funcionario de chorro, pero no de asesino.
Sea como fuere, la Argentina ya no será igual que antes de Nisman. Ahora hay un cadáver en el camino a las urnas de octubre. El futuro político del país estará en buena medida influido ahora por la investigación judicial. ¿Cuántos argentinos seguirán fieles al gobierno y cuántos mudarán de opinión al llegar a las urnas perturbados por la muerte de un hombre? Es un interrogante mayor aún que los que atormentan a los ciudadanos decentes, que lamentan la muerte de un hombre, más allá de sus efectos políticos y demandan la verdad.” En ese mismo sentido, la Presidenta acierta, si finalmente fue un asesinato, cuando en su segunda carta afirma: “Lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto. Así de triste y terrible.”
El ex fiscal del juicio a las tres primeras juntas militares, Luis Moreno Ocampo coloca el trabajo de Nisman como una denuncia que intenta iniciar el proceso de buscar pruebas. Declaró: “La acusación culmina la investigación, una vez que se ha reunido la prueba”
Mención crítica aparte, merece Sergio Berni y sus apresuradas y sesgadas declaraciones a minutos del conocimiento de la muerte del fiscal y la ausencia inveterada y crónica de la Ministra de Seguridad María Cecilia Rodríguez.
LA OPOSICIÓN
Su papel oscila entre lo patético y lo oportunista. Sergio Massa enuncia lo que sus hechos desmienten. Afirma no querer aprovechamiento político y anuncia que se presentará en carácter de querellante (como si fuera un familiar afectado), a sabiendas que ello no será aceptado por el juez de la causa. Mauricio Macri concurrió al acto de la calle Pasteur en un homenaje a Nisman que fue el mismo fiscal que lo denunció por las escuchas ilegales que afectaron a Sergio Burstein, cuya mujer murió en la AMIA; es el mismo candidato presidencial que designó como jefe de la Policía Metropolitana a un cómplice del ocultamiento como el comisario Palacios. Patricia Bullrich y Laura Alonso, de su mismo partido, intentan sacar réditos políticos de la situación. La ex de Poder Ciudadano llegó a escribir en La Nación: “Negociaron los muertos de la AMIA”. Otros referentes como Hermes Binner se deslizaron por sus habituales retahílas de lugares comunes.
La muerte de Nisman reanimó la ofensiva opositora, después de haber fracasado en la concreción de los pronósticos apocalípticos con el aporte e inspiración del apoyo mediático y el interés económico de algunas corporaciones, se expresó en forma descarnada en las expresiones del escritor y periodista Jorge Asís, pidiendo adelantamiento de la elecciones con la figura de ayudar a la Presidente a “acercar la línea de llegada.
UN ANUNCIO TRASCENDENTE
La disolución de la Secretaría de Inteligencia es una decisión trascendente y si su implementación no concluye en un mero maquillaje, será una de las medidas más importantes de la década.
La cadena oficial a través de la cual la Presidente anuncio esta trascendental medida se concretó cuando esta nota estaba concluida. Hay también alguna información suministrada sobre la persona que le prestó el arma al fiscal Nisman, que constituirá materia de encendidos debates en las semanas próximas.
HÉROE IMPREVISTO
Hay un intento de convertir a Nisman en un héroe. El periodista Walter Curia en la sección Enfoques de La Nación del 25 de enero escribió: “Nisman es lo más verosímil en medio del drama. Nisman, un muerto, es el único actor que merece credibilidad. En el otro extremo está el gobierno”
Manifestantes que salen a la calle con carteles “Soy Nisman”. Nada acreditaba en vida, que Alberto Nisman iba camino al bronce. Al contrario, parecía transitar la posibilidad de discurrir, en algún momento, un camino parecido al del juez Juan José Galeano. Su imprevista y lamentable muerte parece convertirlo en un héroe imprevisto.
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