Así transcurrió la conferencia de prensa que, en los hechos, fue el montaje de una testimonial mediática. ¿Por qué pudieron hacerlo? Porque la fiscal Viviana Fein no llamó a indagatoria a Lagomarsino. ¿El motivo? Para Fein "no hay elementos suficientes". El mismo argumento usó para los tres integrantes de la custodia de la Policía Federal que fueron pasados a disponibilidad por el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni. "Están bajo sanciones administrativas", aclaró Fein. O sea: no son investigados por la muerte de Nisman.
Todo se armó cuidadosamente. Siguieron un guión al pie de la letra. Había que asegurarse la repetición de ciertas frases martillo. "Tengo más miedo de tener razón que de no tenerla", dijoDiego Ángel Lagomarsino, que escuchó de boca del fiscal Alberto Nisman, el sábado previo a su muerte dentro de su departamento de Puerto Madero. Así transcurrió la conferencia de prensa que, en los hechos, fue el montaje de una testimonial mediática. ¿Por qué pudieron hacerlo? Porque la fiscal Viviana Fein no llamó a indagatoria a Lagomarsino. ¿El motivo? Para Fein "no hay elementos suficientes". El mismo argumento usó para los tres integrantes de la custodia de la Policía Federal que fueron pasados a disponibilidad por el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni. "Están bajo sanciones administrativas", aclaró Fein. O sea: no son investigados por la muerte de Nisman.
Lagomarsino entregó un arma que alguien accionó y terminó con la vida de Nisman el domingo pasado entre las 10:30 y las 15. Pero él está acusado de un delito que tiene una pena de uno a seis años de prisión. La justicia investiga una muerte dudosa y el abanico de posibilidades todavía no cierra en ninguna de las tres hipótesis: suicidio, homicidio o suicido inducido. El asunto es que Lagomarsino es el hombre que le dio en mano el arma homicida a la víctima. Y la prueba forense es indubitable: Nisman tenía un plomo de esa pistola Bersa calibre 22 en el parietal derecho. El disparo se hizo a una distancia de menos de un centímetro de la sien de Nisman –no como dijo Clarín en tapa el sábado pasado, 15 centímetros– y fue próximo. Eso está confirmado por el testimonio de los tres médicos legistas que realizaron la operación de autopsia del fiscal de la causa AMIA.
Falta otra prueba fundamental: el resultado de la pericia de barrido electrónico sobre la deflagración del disparo con esa misma arma que mató al fiscal. La primera dio negativo, aunque los expertos dijeron que eso "no es concluyente". Nadie descarta que Nisman haya sido el autor del disparo que terminó con su vida.
Ayer, el ex fiscal federal Maximiliano Rusconi se ocupó de aclararle a la prensa que su cliente no respondería ninguna pregunta. El paso siguiente del abogado –con aceitados contactos en el fuero federal– fue apuntar directamente contra la presidenta Cristina Fernández y el jefe de Gabinete Aníbal Fernández.
La periodista del Grupo Clarín, Mercedes Ninci, intentó en todo momento extraer una frase. Rusconi dijo que de ser necesario llamará a declarar a la presidenta en la causa. Había al menos 50 periodistas, pero Rusconi sólo reconoció y respondió a la tercera pregunta consecutiva de "Mercedes". Así la llamó.
La estrategia de Rusconi fue despegar a Lagomarsino de los asesores dilectos de Nisman: el grupo del temido ex director general de Operaciones de la SI Antonio Stiuso. Dijo que nunca lo vio. Pero parece que su jefe Nisman, sí. Y tanta confianza tenía Nisman en este empleado experto en Sistemas con un sueldo de 41 mil pesos desde hace siete años y gastos mensuales de tarjetas de crédito por 70 mil, que lo llamó –según dijo ayer– desde un número "privado" el sábado a su celular. Lagomarsino llegó a las 15 a Le Parc y Nisman le pidió un arma para cuidar a sus hijas. Se fue media hora después. ¿Dónde estaban sus hijas en ese momento? En Europa con su mamá, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado.
Según el relato de Lagomarsino, Nisman le dijo que quería un arma para "tenerla en la guantera, por si algún loco me ataca con un palo". Entonces, Lagomarsino regresó a su casa en auto, se sentó a tomar "mate o café" con su mujer y los invitados que estaban en ese momento. La esposa lo notó "pálido", pero él en ningún momento le confesó los motivos.Esperó a quedarse solo y, como todo experto en sistemas informáticos, tomó la pistola que tenía desarmada en tres partes y la envolvió en un paño. Llegó al piso 13 de Le Parc a las 20. Y siguiendo el guión, como todo buen técnico en sistemas, le dio una clase práctica a Nisman sobre la mecánica del disparo y los resguardos que debía tomar para usarla. Pasa que aquí el relato se enrarece porque la fiscal afirma que Lagomarsino salió recién a las 00:54 del día 19.
¿Y entonces?
¿Y entonces?
Lagomarsino afirma que salió del departamento de Nisman por segunda vez el sábado y se topó con cinco personas mayores "muy bien vestidas" con "un auto blanco" estacionado en un sector del complejo y regresó a su casa de la zona norte del Gran Buenos Aires. A las 11 del domingo, dice Lagomarsino, le envió un mensaje de WhatsApp a uno de los tres teléfonos de Nisman con este texto: "¿Estás más tranquilo?" No obtuvo respuesta ni confirmación de recibido ni de leído. Este escenario planteado por Lagomarsino no es menor: lo excluye del lugar de los hechos durante la primera franja horaria de la data de muerte de Nisman; a partir de las 10:30 del domingo. Por eso, la jueza Fabiana Palmaghini ordenó peritar las cámaras de seguridad de todas las autopistas que rodean la zona de Le Parc. Para saber si el fiscal estuvo con alguien en sus últimos instantes de vida. Aunque ayer trascendió que a la magistrada le llamó más atención el "llamativo seguimiento" del regreso de Nisman de Europa, el pasado 12 de enero, pero no se preguntó nada sobre el sujeto que lo fue a buscar y lo saludó con un beso en la mejilla. Tal como publicó este diario, el hombre sería de la planta permanente de la SI en Ezeiza.
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