Finalmente el líder de la izquierda Alexis Tsipras se hizo con la victoria en unos comicios que dieron mucho que hablar en Grecia y Europa. Su juventud, personalidad y promesas de cambio lograron seducir a un electorado golpeado como nunca antes a partir de la crisis económica que azota al Viejo Continente desde el año 2008. Las derechas europeas, por su parte, temen el avance de una nueva concepción política que no contempla el ajuste como única opción de salida, mientras que la socialdemocracia queda tan antigua como endeble.
Tsipras obtuvo un triunfo clave no sólo para su país sino por el contagio que puede significar para el resto de Europa. El líder de la nueva izquierda griega promete poner fin a la serie de ajustes que golpean a la ciudadanía desde 2010, cuando el desafortunado ex primer ministro socialista Yorgos Papandreu asumía el gobierno luego de dos períodos con conservadores en el poder y se encontró con números tan rojos en su economía que la bomba no tardó en estallar. Es que su predecesor Kostas Karamanlís se encargó de ocultar el déficit presupuestario que hundía a su país ante la imposibilidad de hacer frente a las exigencias del euro y el FMI. Desde ese entonces, Grecia sólo sobrevivió gracias a la ayuda del Banco Central Europeo y a cambio tomó una deuda que hoy alcanza al 175% de su PBI, recortó hasta el hartazgo en gastos sociales, y vivió sumergida en huelgas y violencia.
Casi seis años después del estallido, y tras haber bajado la cabeza ante las órdenes de Merkel y los funcionarios de Bruselas, ciudad cede de la UE, surgió un líder que dijo basta y la ciudadanía dio ayer en él su voto de confianza. Tsipras promete subir el sueldo mínimo y negociar para bajar la deuda externa de su país, entre otras medidas tendientes a reforzar el papel del Estado, hecho que asusta (y mucho) a las derechas europeas que optan por el ajuste interminable y no hacen más que hundir las economías y todos los logros sociales que alguna vez tuvieron a Europa como ejemplo a seguir a nivel mundial.
España, por su parte, recorre el mismo camino de la mano de Podemos, el partido liderado por Pablo Iglesias que surgió tras el movimiento 11-M en protesta por la crisis económica que también llevó al estallido de la burbuja inmobiliaria y recortes en gastos del Estado que dejaron sin trabajo, sin casa ni ayuda social a millones de personas, mientras bancos privados fueron rescatados con fondos públicos. La ola de irritación que provocaron estos hechos culminaron con el surgimiento de "los indignados" y el subsiguiente movimiento 11M, en un principio sin un claro líder, que se manifestó en las calles y plazas pacíficamente ante la cantidad de injusticias que les tocaban vivir, y pagar.
Ambos líderes y partidos son la nueva esperanza de la izquierda europea que hace años brilla por su ausencia y su falta de determinación. Los partidos socialistas han defraudado al electorado por su tibieza, la carencia de líderes carismáticos y el fácil giro a la derecha que dieron algunos. En España, por ejemplo, Zapatero fue el primero en pedir ayuda al FMI y durante su gobierno estalló la crisis a la que no pudo hacerle frente y llamó a elecciones anticipadas. En Francia el actual presidente socialista recortó gasto público y nombró a un gabinete que dista de defender los ideales de su partido. En Grecia, el ya nombrado Papandreu también tuvo que dejar antes su mandato y tomó medidas de austeridad. En Suecia el socialismo no duró ni seis meses en el poder y el primer ministro ya llamó a elecciones para marzo de este año. En todos estos casos, el poder del sector privado y Merkel fueron más fuertes que cualquier gobernante que, sin demasiada firmeza, haya intentado optar por otro camino para salir de la crisis.
Con el triunfo de Tsipras ahora se abre una nueva forma de encarar la crisis griega que, si triunfa, puede generar un efecto contagio en otros países y por ende el fortalecimiento de partidos de izquierda hoy relegados. El tiempo y las circunstancias dirán si Alexis podrá hacerle frente a la troika europea o si es uno más de la lista, mientras tanto los casos del partido Syriza en Grecia y Podemos en España son una clara demostración de cómo los países más golpeados por la crisis y el ajuste económico pueden cambiar de rumbo luego de años sin avances. El primero ganó ayer sus elecciones, y el segundo espera su turno en diciembre de este año. La izquierda parece haber despertado de una larga siesta, y promete llegar para quedarse.
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