sábado, 17 de enero de 2015

Amia, de la impunidad al delirio Por Roberto Caballero

La figura de Cristina Kirchner va a salir fortalecida de la imputación descabellada de Alberto Ninsman en la causa AMIA y el que va a resultar perjudicado es el sector del Poder Judicial que pretende gobernar al país desde la tapa de los diarios opositores. Entre otras cosas, porque una vez desatada la operación y sus repercusiones en la prensa hegemónica, es el fiscal quien desnuda su propio estropicio ante una verdad dolorosa, a esta altura intolerable: a dos décadas de la voladura de la mutual judía, no pudo llevar al banquillo a los verdaderos responsables de los 85 asesinatos de 1994.

Su fracaso personal está reflejado en un dato calendario incontrastable: el diputado nacional por el FPV, Andrés "Cuervo" Larroque, a quien ahora imputa como presunto "articulador" de una maniobra que lo sitúa en el lugar de cómplice de los terroristas, estaba terminando el colegio secundario cuando la calle Pasteur se estremeció por el bombazo en la AMIA. El del Nisman, como se ve, es un viaje que va peligrosamente de la impunidad al delirio.

El juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral, ahora dice que no sabía de las escuchas de las que habla fiscal, jura que él no las ordenó, y que es probable que Nisman haya incurrido en alguna irregularidad, quizá, el espionaje interno, para patentar su acusación de 300 páginas nada menos que contra la Presidenta de la Nación que más hizo en la historia por saber la verdad de lo ocurrido, desde los tiempos incluso en que integraba como senadora la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Investigación del Atentado. Podría agregarse, además, que fue su marido, el ex presidente Néstor Kirchner, quien pidió perdón en nombre del Estado Nacional por las acciones dilatorias y de encubrimiento en los gobiernos que lo antecedieron.

Es más grave de lo que dice Canicoba: la irregularidad de Nisman es que pretende tapar con una operación mediática, provista de elementos de la inteligencia paralela que fue descabezada en la reciente depuración de la SIE, su propia incompetencia para llegar a la verdad, dos décadas después de la masacre. Ninsman se quiere ir como un héroe de una batalla que jamás dio y los diarios opositores trabajan para que eso suceda, como antes lo hicieron con el fiscal José María Campagnoli.

Para los que no conocen los pliegues de la historia completa sobre AMIA, el cuento es corto. El juicio oral de 2004 volvió toda la investigación judicial previa, la de una década completa, a la mísera foja 8 –que es donde se dice que la voladura se hizo con una camioneta bomba– de un expediente que tenía casi 300 mil. En concreto: Ninsman fue el acusador principal de una línea de investigación que un tribunal oral dio por desestimada, la famosa "conexión local". Para salvar su pellejo, introdujo luego, provisto por la SIDE de aquel tiempo, supuestamente fundamentada en informes de la CIA y el MOSSAD, la "pista iraní", que era una línea de investigación conveniente a todos: ponía a los terroristas lejos, en Teherán, dejando a salvo la propia inacción o complicidad de la SIDE de Carlos Menem y a la logística de la "maldita policía" de Eduardo Duhalde.

Desde entonces, Nisman vive de ser fiscal especial de una causa muerta, asesinada por la impericia, cuando no la indolencia de las fuerzas de seguridad, inteligencia y del poder judicial. El pedido de captura de los iraníes lo hizo en su momento el juez Juan José Galeano, tratando de alinearse con los Estados Unidos, lo que no impidió que fuera eyectado del expediente por sus manejos turbios. Y no pasó nada más, hasta que el gobierno intentó el célebre memorándum con Irán, sin que cayeran las cédulas rojas de Interpol sobre los sospechosos, para que Canicoba Corral, como dicta la ley argentina, pudiera tomarles indagatorias en Teherán y condenarlos, si es que las pruebas así lo permitían. Era una tercera vía. No tenía nada de reprochable desde el punto de vista judicial, ni desde la mirada diplomática, sobre todo después de que Cristina Kirchner, durante años, ante el pleno de la ONU, exigiera a Irán que permitiera el juzgamiento de los sospechosos en la Argentina, en Irán o en un país neutral, con la anuencia de los familiares de las víctimas.

Por eso lo de Nisman es una maniobra personal irritante, que sin duda cuenta con el aval de los grupos desplazados de la SIE por haber transformado el organismo de inteligencia en una usina de operaciones para hacer sus propios negocios y condicionar desde las sombras a los gobiernos democráticos. Es difícil que Nisman tenga el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, que retomó el año pasado sus relaciones con la República Islámica de Irán, interrumpidas desde 1979, aunque no es descartable que alguna de sus agencias agite el episodio. Más bien, se trata de un procedimiento impregnado de lógica local, destinado a enlodar a Cristina Kirchner y producir zozobra institucional. Cristina es una de las electoras fundamentales de cara a las próximas elecciones. El otro, ya se sabe, es Héctor Magnetto. Cuanto más se dañe a Cristina, se supone, menos potente será su candidato.

La tapa del domingo de Clarín y las sucesivas de La Nación, con el ariete de sus columnistas más destacados actuando en cadena de sentido, permiten un razonamiento más elaborado sobre lo ocurrido antes del zarpazo de Nisman. Si se las lee desapasionada y tranquilamente, en la antesala de la imputación contra Cristina como una Jefa de Estado capaz de negociar impunidad para el terrorismo por unos barriles de petróleo iraní, hubo un intento burdo de estos diarios por convertir a la presidenta en la casi ideóloga de la masacre fundamentalista de París y al kirchnerismo en su brazo simbólico ejecutor, recriminando que no haya ido a una marcha donde, dicho sea de paso, tampoco fueron otros mandatarios latinoamericanos.

En el caso de Beatriz Sarlo, desde Perfil, se trajo a la memoria la crítica pública de Cristina al dibujo de Hermenegildo Sábat (durante la 125) que la mostraba amordazada para trazar una analogía absurda con la aniquilación de los caricaturistas de Charlie Hebdo. Un despropósito. Sin tanto devaneo intelectual, Alfredo Leuco, Jorge Lanata y otros periodistas opositores sostuvieron algo parecido; y la decana kirchnerista de Periodismo de la Universidad de La Plata, Florencia Saintout, que firmó una solicitada de COMUNA (Comunicadores de la Argentina) repudiando el ataque terrorista, fue linchada mediáticamente por un twit posterior donde reclamaba analizar los contextos donde ocurren las cosas, algo elemental para gente que piensa, y que no implica justificación de ningún tipo a la barbarie.

Con el uso político de los muertos de la AMIA comenzó el año político y electoral, que sin duda estará atravesado por operaciones de inteligencia que antes recalaban en sitios web marginales que nadie leía y ahora ocupan la centralidad de las tapas de los diarios monopólicos enfrentados con el gobierno.

A medida que fallan en sus pronósticos y advierten que con toda su imaginería no logran torcer ni el humor social ni la voluntad política del kirchnerismo, se vuelven más patéticos y desopilantes: estamos a diez minutos de que Cristina sea finalmente identificada por estos medios y fiscales bartoleros como la autora intelectual del asesinato de Kennedy y al mismísimo "Cuervo" Larroque en la reencarnación de Lee Harvey Oswald.

Fuera de toda especulación irónica, en momentos donde la tragedia y la comedia se cruzan por obra de personajes que no persiguen la verdad sino el aturdimiento social, la pregunta es qué tan lejos piensan llegar con su fábrica de argumentos abismales.

La certeza constructiva es que hay una porción de la sociedad, para nada menor, que hace tiempo dejó de creer en todas sus historias de ciénaga a perpetuidad. Los mecanismos que se repiten en el tiempo sin resultados terminan siendo ineficaces a sus propósitos y generan efectos inversos.

Mejor pensar que el morbo social va a verse saciado de truculencias y corruptelas cuando se iluminen los sótanos pestilentes donde abrevan jueces y fiscales encorbatados que hablan desde el púlpito mediático como monaguillos de cartón. Ese día la democracia argentina habrá dado un último y definitivo paso. La adultez.

iNFOnews

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