jueves, 8 de agosto de 2013

Pretenden que se someta”

“ La querella del empresario Héctor Magnetto contra el periodista Víctor Hugo Morales es de una temeridad y una violencia inusitadas. Por Martín Sabbatella El CEO de la corporación mediática que ejerce la posición dominante en el mercado gráfico y audiovisual ya no sólo restringe la libertad de expresión escrachando periodistas en los medios que domina; ya no le alcanza con regular a su antojo la salida o no de publicaciones a través de Papel Prensa; ya le resulta insuficiente censurar canales en la grilla de Cablevisión; ya no se limita a cerrar las posibilidades laborales de miles de profesionales en los cientos de canales que domina. Ahora, además, pretende que un referente de quienes no aceptan su dominio se someta a través de deudas económicas. En una Argentina en la que la libertad de expresión brilla en todos lados menos en los relatos del Grupo Clarín y sus satélites, la opinión de Víctor Hugo es muy valiosa, como lo son todas las opiniones, las que nos gustan y las que no, las que compartimos y aquellas con las que no estamos de acuerdo. Al menos lo son para millones de argentinos y argentinas y, por supuesto, para nuestro gobierno, que impulsó una ley de servicios de comunicación audiovisual calificada como modelo y referencia de numerosas legislaciones en todo el mundo. Fue el kirchnerismo, y no los gobiernos dictatoriales, liberales y corruptos alumbrados por la corporación de Magnetto, el que despenalizó el delito de calumnias e injurias que pesaba como una espada sobre los periodistas y su trabajo, so pena de ir presos por informar y opinar; esa misma espada que hoy el poderoso CEO blande con soberbia sobre la cabeza de Víctor Hugo porque no acepta rendirse a su hegemonía. Felizmente, los argentinos en general y los trabajadores de prensa en particular, sin distinción de color político ni opinión, contamos con un Estado que garantiza los derechos de todos y todas frente a los desmadres y la prepotencia de personajes como Magnetto, que no quieren acostumbrarse a la democracia y sus leyes. Al margen, como en un limbo, quedarán aquellos pocos que, abducidos por el relato de la corporación, se llaman a un silencio cómplice ante esta nueva amenaza violenta del CEO, después de agotar ojos y oídos de millones con la cantinela de que somos nosotros los que atemorizamos al periodismo independiente. La libertad de expresión tiene la cara de Víctor Hugo Por Diego Fucks Pensé mucho en Víctor Hugo. Cada minuto de ese patético muestrario de mal gusto y autoritarismo que fue la transmisión de los premios Martín Fierro, lo recordé y agradecí a la vida de estar de "este" lado. Agradecí haberme criado profesionalmente con él. Porque cuando uno está con alguien de esta magnitud, es primordial saberlo in situ, en la contemporaneidad. No serviría de nada pensar en la enorme dimensión de Víctor Hugo ahora, que pasé los 50 y que será difícil que volvamos a estar en aquellas situaciones. Mensuré a Víctor Hugo desde el mismísimo primer día que lo tuve enfrente. Es el único tipo en esta profesión que nunca (jamás) hizo algo en contra de lo que dijo. Siempre su palabra y su acción fueron en el mismo sentido. Siempre la libertad como estandarte y, sobre todo, como forma de vida. Generando escuela, inculcando principios, luchando contra gigantes de la comunicación que se quedaban con todo lo que era de la gente. Jamás especuló ni midió consecuencias o los daños que sus opiniones pudiera ocasionarle. Sus posiciones –siempre claras, transparentes– le trajeron incondicionales como yo y, también, empresarios inescrupulosos que no lograron amedrentarlo con la quita de tandas comerciales o no contratándolo para trabajos tan simples como una locución. Estuvo enfrente del gobierno nacional cuando entendió que el gobierno nacional no estaba actuando con el Grupo Clarín como él creía que había que hacerlo. Fue muy crítico de Kirchner en este sentido. Cuando él sintió que el gobierno nacional tomó una dirección más importante, con la dirección que pretendía, no se volvió un opositor compulsivo. El asunto giró hacia su lado. Bancó posiciones en una radio con ideología hostil, entre profesionales que lo dejaron solo y lo señalaron con el dedo y con patrones que no lo ponen en la calle sólo para no pagarle una suma astronómica. Uno prende la radio y sabe que Víctor Hugo no defrauda nunca. Cada palabra que diga repercutirá en el cuerpo, en el alma y en el corazón de todos los que nos fuimos habituando a esa voz que dice como ninguna. Cada una de esas palabras, de esas ideas, se nos meterán en la sangre cada día y nos llenarán de felicidad. Que Héctor Magnetto intente enjuiciarlo es una medalla de honor para un tipo como Víctor Hugo. Lo subieron al ring mayor en la pelea principal por la libertad de expresión. Víctor Hugo es la cara de la libertad de expresión en la Argentina y los grupos concentrados se dieron cuenta. Ahora, la lucha será cruel y mucha. Pero la ganará Víctor Hugo, como viene sucediendo hace más de 30 años. Infonews

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