martes, 7 de abril de 2015

Y el mundo sigue andando Por Jorge Cicuttin

Por Jorge Cicuttin

Lo dijo un analista cuyos trabajos habitualmente tienen amplio espacios en medios opositores. "Este es un gobierno que llega al final mucho más fuerte que los gobiernos anteriores desde que se recuperó la democracia", sostuvo el sociólogo Eduardo Fidanza sobre la gestión de Cristina Fernández de Kirchner que concluirá el próximo 10 de diciembre.

Fidanza es titular de la consultora Poliarquía, que suele publicar sus datos en el diario La Nación, y daba la siguiente explicación en el programa de Marcelo Longobardi en radio Mitre: "Los analistas hemos tenido que quemar muchas bibliotecas. Esta ha sido una década excepcional por muchas cosas, buenas y que no son buenas (…) La imagen presidencial, y cuando decimos esto a veces nos hacemos acreedores de críticas, en el último registro nuestro, subió cinco puntos en el último mes”.

Y sí, hay situaciones en que las bibliotecas se queman. En momentos excepcionales de la historia política de un país, algunos especialistas chocan una y otra vez contra las paredes de sus bibliotecas frente a lo que le demuestra la realidad. Y que después de casi 12 años ininterrumpidos al frente del gobierno, el kirchnerismo, en la figura de Cristina Fernández, se mantenga en altos niveles de aceptación y con una imagen positiva en alza a pocos meses de una nueva elección presidencial es algo que sigue sorprendiendo a aquellos que, en al menos un par de oportunidades, habían "decretado" el estrepitoso final de un ciclo.
De la misma manera que en 2010 sorprendió a muchos furiosos opositores que el festejo del Bicentenario que vendían en televisión como una molestia de tránsito se transformara en un verdadero festival popular con la participación de cientos de miles de personas, hoy no pueden entender que sus pronósticos no se cumplan y que millones de personas disfruten haciendo turismo en distintos lugares del país en dos fines de semana largos consecutivos.

A esta altura, para ellos, Cristina tendría que estar acorralada política, económica y judicialmente. Con un país incendiado, con multitudinarias manifestaciones en su contra, el dólar a 20 pesos, una desocupación agobiante y sin aliados en el exterior. A cuatro meses de las internas abiertas para definir los candidatos presidenciales, Cristina tendría que estar preocupándose por hacer las valijas y entregar el poder de manera anticipada porque no podría manejar un país en llamas.

Pero el proceso electoral sigue democráticamente su curso y Cristina sigue gestionando… y el mundo sigue andando.

Cuando la denuncia de Alberto Nisman sigue perdiendo fuerza en la sociedad al mismo tiempo que la propia justicia le sigue encontrando inconsistencias. Mientras los líderes sindicalistas opositores sólo pueden garantizar un paro cuando no hay colectivos, se apedrean taxistas y se hacen piquetes en puentes. Cuando desde los medios opositores se promociona una denuncia contra el hijo de la presidenta, y se cae porque deben admitir –los propios que la escribieron– que no hay prueba alguna que la sustente.

Frente a todas estas jugadas opositoras, se sigue gestionando y se toman medidas importantes para los sectores más postergados. Y a través de la ANSES, el Estado empezó ayer a pagar compensaciones a los usuarios de garrafas según el Plan Hogar.

No es una medida tan espectacular como la Asignación Universal por Hijo, obviamente, pero sirve para mostrar una forma de gestionar. Concretamente, se hacen transferencias de cada mes por adelantado a la cuenta bancaria o domicilio de cada beneficiario –se inscribieron en el plan más de 1,5 millón de personas y se espera que el número de inscriptos aumente–, evitando los abusos de los comerciantes y, a través de un subsidio directo, garantizar que los hogares de bajos recursos y sin acceso a gas de red obtengan la garrafa a precios populares.

Es un ejemplo de cómo un gobierno sigue gestionando sobre el final de su mandato. Y ese trabajo constante, una vez que pasan los escándalos de turno, hace que su imagen vuelva a crecer. Es lo que explicó Fidanza, a quien mencionamos al comienzo de esta nota. "Cristina –señaló el analista– se venía manteniendo en ese nivel en los últimos siete u ocho meses. Descendió cinco puntos por el caso Nisman pero después los recuperó. No es el mejor momento de ella, que llegó a tener 70 puntos después que ganó con el 54%, pero ciertamente no es el peor momento, que fue durante el aciago invierno de 2008 con la crisis del campo: tenía 19 puntos de aprobación. Está en un lugar intermedio y con fortaleza relativa a nivel internacional para estar a pocos meses de entregar el gobierno."
Los escándalos se generan y van apagándose en la medida en que la gestión continúa y, lejos de preocuparse por subsistir, se piensan nuevas medidas desde el Estado hacia la población más necesitada.

El mundo sigue andando. Y Cristina sigue gobernando más allá de los ataques y de los repetidos pronósticos de catástrofes. Hay una parte de la biblioteca que tiene que releer, porque la famosa imagen del "pato rengo" no pueden aplicarla con este gobierno.

Y eso los descoloca. Otra vez.

iNFO|news

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