Un ministro de Asuntos Europeos turco, Vokan Bazkir, participará hoy por primera vez en la misa que el Patriarcado Armenio de Estambul ofrecerá en memoria de los armenios muertos durante el genocidio. El ministro asistirá en nombre del gobierno turco a la misa que conmemora el centenario del genocidio armenio en la iglesia Santa María del barrio Kumkapi en Estambul, si bien el gesto turco no tuvo ninguna repercusión oficial por parte de Armenia. Kumkapi es la zona donde se concentra la mayor cantidad de armenios de Estambul, mientras que la catedral de Santa María es una de las más concurridas de la comunidad, ya que allí suelen realizarse conciertos de música religiosa. De todos modos, el comunicado oficial expresa que Ankara no reconoce la matanza como genocidio, pero sí admite que se trató de una “deportación masiva”. Pese a confirmar la presencia en el evento, el ministro afirmó que las víctimas del período que va desde 1870 a 1920 no fueron únicamente armenias. “Hay que poner las cosas en perspectiva. Atravesamos tiempos de mucho sufrimiento. Y no únicamente entre nuestros hermanos armenios, también entre los turcos y kurdos”, dijo en una entrevista al multimedio Euronews. Bazkir expresó que los archivos otomanos se encuentran a disposición de todo el mundo desde hace más de veinte años, y que en ellos se explica por qué Turquía niega el genocidio. “Soy una persona que conoce con detalle cómo han sido analizados estos documentos y sus conclusiones. Y en ningún lugar vemos que hubiera órdenes ni intenciones de cometer un genocidio. Y por esta razón estamos en contra de esta terminología. Turquía está segura de esto y nada de nuestra historia, ni de la época otomana debería avergonzarnos.”
Canonizan a los mártires
Armenia canonizó ayer al millón y medio de mártires del genocidio cometido hace un siglo por el Imperio Otomano, para lo que contó con la presencia del Vaticano y de las principales iglesias cristianas del mundo. Las víctimas del primer genocidio del siglo XX –como lo definió el papa Francisco, expresión que provocó el rechazo de Turquía, país que se niega a reconocerlo de ese modo oficialmente–, fueron proclamadas mártires de la Iglesia Apostólica Armenia, la más antigua del mundo. La santificación tuvo lugar al aire libre, a escasos metros de la catedral de Echmiadzin consagrada en el siglo IV, donde se congregaron los descendientes de las víctimas y decenas de miles de armenios que llegaron de diversos lugares para participar de la ceremonia.
La mayoría de víctimas del genocidio perecieron durante las deportaciones a los desiertos de Siria y Mesopotamia, donde murieron de enfermedades e inanición, en lo que es considerado el crimen contra la humanidad más grave de la Primera Guerra Mundial. A partir de ahora, los mártires del genocidio pasan a ser una comunidad espiritual a la que los fieles armenios pueden dirigir sus oraciones. Los que se salvaron, por sus propios medios o ayudados por misioneros, diplomáticos o sus vecinos turcos, rehicieron sus vidas en la Unión Soviética, Irán, Siria, Estados Unidos, Francia o Argentina, donde integran la célebre diáspora armenia.
El encuentro religioso fue oficiado frente a los restos de las víctimas de las matanzas cometidas entre 1915 y 1923, que fueron reunidos en un solo osario que, a partir de ahora, será objeto de culto y peregrinación. Durante la canonización fueron mostradas en público varias reliquias de renombre universal guardadas en Echmiadzin, como la lanza que el centurión romano Longinos clavó en el cuerpo de Cristo en la cruz.
24/04/15 Página|12
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