Por Waldo Cebrero
Foto Facundo Nívolo
Lo dijo a Infojus Noticias el periodista Víctor Hugo Morales, que sufrió una agresión ayer mientras trabajaba en las inmediaciones de la planta impresora del diario Clarín. Afirmó que la empresa “tiene criterios mafiosos” y que “coopta” a grupos de vecinos. Y criticó la decisión del Ejecutivo porteño de apelar el fallo judicial que ordena derribar la pared y abrir la calle.
Desde que fue agredido mientras trabajaba con su equipo en inmediaciones de la planta impresora del diario Clarín, en la tarde de ayer, la agenda del periodista Víctor Hugo Morales se trastocó. Su teléfono no para de sonar. Hoy se presentará a declarar en la comisaría 30 de Barracas. Lo acompañarán tres de sus productores, testigos del apriete que sufrió el conductor de cuando filmaba un copete de su programa Bajada de Línea en el muro que Clarín levantó para cerrar la calle Hilario Ascasubi.
“Nos incomoda quedar en el centro mediático del asunto”, dijo el periodista a Infojus Noticias. Luego se mostró esperanzado en que, cuando la ola mediática baje, quede lo positivo de su trabajo. “Espero que sirva para que la gente sepa que en ese lugar hay un muro levantado por una empresa para quedarse con una calle, y que lo hace con complicidad del Gobierno de Mauricio Macri”, agregó.
–¿Con qué se encontró en ese lugar?
–Parece que Clarín mantiene diversas tensiones con gente de esa zona y a veces la usa para protegerse. Todos los vecinos alguna vez protestaron, pero la empresa logró cooptarlos. Y ahora los confronta con los que quieren, por sentido ciudadano, por interés de defender a su propia ciudad, que se derribe ese muro. Y se construyó con la connivencia deleznable entre el grupo Clarín y el Gobierno de la ciudad de Mauricio Macri. No puede ser. No pueden permitirse ese tipo de cosas.
No se puede entender lo que pasa en esa zona si no se va hasta allí. Es increíble. La calle se interrumpe por un muro de 8 metros de largo y de 4 de altura. Para el lado de Hilario Ascasubi, lo que era calle se convirtió en un depósito de miles y miles de diarios viejos (Clarín y Olé) y un estacionamiento para los directivos. Para llegar al otro lado del muro hay que caminar varias cuadras. Cuando dimos la vuelta para completar el informe nos estaban esperando. “Acá no van a filmar nada”, nos dijeron. Hace unos días la jueza (en lo Contencioso Administrativo y Tributario N°12) Lidia Lago ordenó derribarlo.
–Hoy el Gobierno de la ciudad apeló ese fallo. ¿Qué opina?
–Me parece tristísimo. Una vergüenza. Muy sintomático y demostrativo de la relación que hay entre las corporaciones, en este caso mediática, y la política.
–¿Cree que las personas que lo agredieron tienen alguna relación con la empresa?
–No quiero aventurarme como ellos suelen hacer. La agresión puede venir de muchos lugares. De la parte empresarial, sería sorprendente. Pueden ser las mismas patotas que suelen moverse dentro de las empresas intimidando a la gente. Nada más hay que hablar con personal de Clarín. Pero también puede venir de un sector de la política. Si digo que el gobierno de Macri está de acuerdo con Clarín de que se apropie de la ciudad, la gente del PRO que trabaja en la zona debe querer que las cosas sean como las quieren Macri y Magnetto. También puede ser un colectivo nuevo, de aquellos a los que Clarín supo cooptar y darle beneficios de distinta naturaleza, por ejemplo el servicio de luz eléctrica, como nos contaron los vecinos ayer.
–¿Pudieron establecer que Clarín paga el servicio de ese sector?
–Los vecinos dicen cosas que, si las repito, cobran sentido de verdad. Mucho de lo que escuché no lo quiero contar por que los elementos son muy sueltos. Pero el problema es mucho más amplio que el hecho del muro. La denuncia es sobre una empresa que, con su criterio mafioso, consigue tener favorecedores. A Pablo Escobar Gaviria lo defendía muchísima gente. Saben crear puentes con aquellos que inexorablemente lo necesitan.
–¿Sintió miedo?
–Sí, claro. Sobre todo por los chicos que me acompañaban. Sentía que cualquier gesto que fuera filmar o acercarme al muro, podía llegar a desatar una verdadera locura. En un momento noté que estos hombres estaban muy aleccionados para no causar más daño del necesario. En determinado momento, uno le advirtió al otro: “No lo toques”. Ya me habían dado un buen empujón, y yo me había sentido muy mortificado. Uno de ellos se estaba poniendo agresivo y otro lo advirtió.
WC/RA
InfojusNoticias
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