La organización de un hecho político con alcance nacional implica un gran esfuerzo pero, como todo, tiene sus riesgos. Una posibilidad es que a pesar de lo efectivo que sea se transforme en un completo fracaso. Algo de ello sucedió el martes pasado, cuando los gremios del transporte realizaron un paro al que literalmente se “colgaron” una ristra de sindicatos opositores al gobierno. Ningún colectivo, tren o subterráneo funcionó. Sin embargo, el “éxito” de la medida terminó siendo intrascendente (lo más parecido a un fracaso) cuando, una vez más, el oficialismo movió una pieza que desmoronó la medida opositora. Así, el gobierno nacional demostró que cuando se trata de jugar una pieza fuerte no tiembla. No es en el único campo que lo hace.
La entrevista que Máximo Kirchner le concedió a Víctor Hugo Morales comenzó a las 10 de la mañana cuando los noticieros daban cuenta de la inexistencia de transporte público en las calles porteñas. Pero la noticia del hijo de la presidenta se desparramó a la velocidad de la luz. Uno a uno los medios se sumaron a la retransmisión de la charla en vivo. Salvo los medios del Grupo Clarín, que continuaron dándole voz a la medida de fuerza, todos se sumaron a una virtual cadena nacional.
La entrevista no se limitó a negar la información falsa e irresponsable que lanzó Clarín, sino que abundó en detalles políticos y de análisis de la realidad. Los conceptos de Máximo fueron de a poco anulando el paro. La movida de esta pieza estratégica en la parte del tablero que le corresponde al kirchnerismo consiguió desbancar un paro de transporte que triunfaba porque en realidad forzó a los trabajadores a no ir a sus labores diarias.
La oposición miraba atónita cómo su éxito se les escapaba de la mano sobre todo cuando la conducción de La Cámpora poblaba los principales programas políticos de TV y cuanta radio los reclamaba.
A pesar de los años transcurridos, la oposición nunca aprendió que el FPV no teme responder y actuar cuando lo azuzan y mucho menos dejar pasar las oportunidades. Este fue un nuevo ejemplo. Y no es como algunos columnistas del monopolio mediático sostienen, incluso con una falsa ignorancia, el kirchnerismo lo hace porque “lo desvela el poder y el amparo que brinda el poder”. En todo caso, al poder lo ejercen como la herramienta imprescindible para aplicar un proyecto político que, ha demostrado, busca distribuir la riqueza, recuperar y garantizar derechos, y lo hacen incluso con sus contradicciones internas.
Pero si algo le faltaba a la oposición era ser quienes le ofrecieron el mejor escenario para que Cristina Fernández colocara a su mejor pieza sobre él y que los tendrá durante las próximas semanas intentando saber cuál será el destino político de Máximo.
Por ahora, los primeros indicios lo muestran como un posible candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Las piezas han comenzado a moverse y ya debe haber más de un nervioso en las carpas de las campañas de los presidenciables, tanto opositores como oficialistas.
Estas fuertes jugadas del kirchnerismo no le sientan bien a la oposición. El miércoles pasado, cuando hacía horas el efecto del paro se había desvanecido, se reunía la comisión bicameral que investiga las maniobras de fuga de capitales y evasión fiscal que tiene, por ahora, al HSBC en la mira.
Ese día se presentaron los directivos de la entidad bancaria acompañados por una nube de abogados que conducía el ex juez Oscar Salvi. Se mostraron indignados y ofendidos buscando atacar antes que defenderse. Gabriel Martino, el CEO del banco, se entusiasmó con su rol y aseguró que su entidad era una víctima del incendio de los depósitos de Iron Mountain, donde, supuestamente se habían quemado toda la información que podría servir para demostrar la maniobra ilegal por la que los denunció la AFIP.
A veces es mejor pecar por humildad porque cuando a uno lo pescan mintiendo y encima jugando a impune, el golpe es más duro de lo que se imagina. Los legisladores del FPV le recordaron a Martino primero que las víctimas eran en realidad los bomberos que murieron en ese incendio que, según el peritaje, fue intencional. Y segundo, al no saber absorber el golpe terminó reconociendo que cuentan con respaldo de esa información incinerada.
Los opositores que participaron del encuentro ofrecieron, sin que se la pidiesen, su cuota de vergüenza al fungir como defensores de oficio de los directivos del HSBC. Apurados y preocupados por terminar con la serie de preguntas con que los oficialistas acorralaban a los banqueros terminaron pidiendo, al mejor estilo futbolero, “la hora referí”. No era necesario quedar tan expuestos. El escrito y el guión que les habían redactado los abogados les permitiría mantenerse a salvo de esta primera reunión. No será la última vez que visiten la comisión. Su presidente, el diputado Roberto Feletti, les anticipó una nueva invitación.
Ser un legislador que responde al oficialismo es complicado porque muchas veces no están al tanto de la estrategia que desarrolla Cristina y se ven obligados a jugar sobre la marcha sin conocer las cartas y guiados sólo por la confianza que tienen en su conductora. Es interesante porque los pone a prueba a cada instante. Ahora bien, un legislador de la oposición muchas veces lo que provoca es vergüenza.
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