Entrevista con el referente de la Comisión Nacional de Familiares de Caídos en Malvinas, César González Trejo. La guerra de Malvinas y la posición del movimiento obrero.
Por Nahuel Placanica
APU: ¿Cómo se organiza el movimiento obrero argentino antes y después de Malvinas?
César Trejo: El movimiento obrero tuvo una actitud absolutamente clara. Antes de la guerra salió a las calles, el 30 de marzo de 1982, a defender la soberanía popular con la consigna “Paz, pan y trabajo”. Fue un mensaje claro del campo popular a la dictadura. Tres días después tiene una actitud igual de clara. El 10 de abril, cuando habla Galtieri es silbado cuando se presenta como presidente de la Argentina. Después es aplaudido cuando dice “si quieren venir que vengan”. Era una muestra de apoyo a la recuperación de Malvinas. La consigna de los trabajadores fue: “Malvinas es de los trabajadores, no de los torturadores”. Cuando asumió el gobernador militar en Malvinas la multipartidaria viaja hacia las islas junto con dirigentes de la CGT, entre ellos, Saúl Ubaldini. No vemos ninguna contradicción en esa actitud.
APU: Es interesante ese punto: ¿Por qué para usted no hay contradicción?
CT: Porque están relacionados los conceptos de soberanía popular y soberanía nacional. Son conceptos indisociables. Desde ahí el movimiento sindical argentino estableció relaciones con sus pares de América Latina y también de Europa. Esto generó múltiples adhesiones a la postura argentina. Después vino la derrota y la desmalvinización, que tanto mal nos hizo. Por eso no nos gusta que se hable de Alfonsín como el padre de la democracia. Nosotros teníamos 20 años. Sabíamos que teníamos que organizarnos y encontramos en los sindicatos un formato de organización para nosotros. Los gremios nos cobijaron.
APU: ¿Esa relación los llevó a ustedes, combatientes, a acompañar medidas sindicales?
CT: Sí, claro. Muchos ex combatientes empezaron a participar de la actividad sindical. Yo mismo soy delegado de UPCN ahora. También ocurrió una gran fragmentación al interior del movimiento de ex combatientes, a partir de considerarnos víctimas, chicos de la guerra y esas cosas que tienen que ver con la desmalvinización.
APU: ¿Cómo describe el concepto de desmalvinización?
CT: Es la persecución por vía cultural del enfrentamiento que nosotros tuvimos en el año 82. Se trata de entender que el pueblo se reapropió, resignificó un tema que la Dictadura quiso utilizar. Y eso lo hizo el pueblo argentino y todos los pueblos de Sudamérica. Fue la causa de un pueblo contra un opresor, más allá de lo que estuviera en la cabeza de los generales. Se quiso reducir aquel acontecimiento al intento de manipulación de los militares. Nosotros no desconocíamos eso, pero el hecho histórico es mucho más que eso. De hecho, permitió acelerar el proceso de integración sudamericana. Se quiere plantear en términos de que los combatientes fuimos víctimas de la dictadura, y en realidad todo el pueblo lo fue. Sin embargo, los que fuimos a pelear lo hicimos, en general, convencidos de lo que íbamos a hacer. Todos estos elementos no se tienen en cuenta. Margaret Thactcher fue la primera en decir que esto se trataba de una guerra entre una democracia y una dictadura. Que ella lo diga está bien, pero que lo digan nuestros intelectuales, como Beatriz Sarlo y otros. La desmalvinización es la desmoralización de un pueblo para evitar que luche para recuperar lo que le pertenece. Y no hablo del camino por las armas.
APU: ¿Cuáles fueron las dificultades que se encontraron cuando volvieron después de la guerra?
CT: Nos encontramos con un panorama siniestro. El Gobierno de Alfonsín nos identifica como los loquitos. Nos organizamos en lucha contra el Estado. Tuvimos muchos problemas para poder insertarnos laboralmente. Nadie quería contratar a un ex combatiente. Y además estábamos en una Argentina que empezaba a desmantelar el sistema productivo. Todos los argentinos tenían problemas para conseguir un trabajo.
APU: ¿Cómo fue evolucionando la ayuda estatal hacia los combatientes?
CT: En los 90 tuvimos la primera ley de pensiones graciables para los ex combatientes. Era una cifra exigua. Y además no queríamos que sea una pensión graciable. En 2004 presentamos un proyecto para que sea una pensión de guerra. La legisladora que tomó el proyecto fue Cristina Fernández de Kirchner, que entendió perfectamente nuestro planteo. En 2005 logramos nuestro objetivo. Además, durante el gobierno de Kirchner se aumentó notablemente el monto de la pensión. Fue una lucha de muchos años. En el medio muchos compañeros perdieron la vida.
APU: ¿Cuál es su opinión sobre la política actual en relación a Malvinas?
CT: Ha cambiado sustantivamente la situación regional y mundial. El proceso de integración sudamericana ha avanzado mucho, aunque debería ser más profundo. Insisto con esto: la guerra de Malvinas fue muy importante en ese proceso de integración. Con respecto a la estrategia argentina, sería necesario poder afectar los intereses económicos de Gran Bretaña en las islas, para obligarlos a negociar. Ellos entienden dos idiomas, el militar o el económico. El pueblo argentino no quiere más guerra, quiere una solución pacífica. Para eso hay que afectar sus intereses.
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