La militancia de las organizaciones sociales gana la calle y provoca un giro inesperado en la elección presidencial. Dilma podría ser elegida presidente ya en la primera vuelta. La derecha, golpeada por el repunte presidencial, sueña con poder llegar al segundo turno.
Por Carlos Sprei. Economista/UNGS
Último tramo. El famoso empate técnico quedó atrás y las últimas encuestas le dan una ventaja de 15 puntos a Dilma sobre Marina.
El acelerado crecimiento en las intenciones de voto para la candidata del PT, Dilma Rousseff, verificado durante las últimas dos semanas, instala un nuevo escenario para las elecciones del día de hoy cuando comparecerán a las urnas más de 140 millones de brasileños. Dilma puede ser electa presidente de forma directa en este primer turno, en el caso de que obtenga el 50% de los votos válidos (se descartan los votos blancos o nulos) o si su total es mayor que la suma de los votos de sus oponentes. La derecha está dividida y perpleja por este envión petista después de apostar todas sus fichas al llamado “factor Marina”, la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), que había escalado rápidamente desde un 19% de las intenciones de voto cuando su candidatura fue lanzada a mediados de agosto, a un máximo de 34% que alcanzó entre los días 2 y 3 de septiembre. En ese momento de la campaña electoral Marina no sólo igualó a Dilma sino que llegó a superarla en un eventual segundo turno entre ambas por más de 10 puntos. Este vertiginoso escenario transformó a Marina Silva en la “original” apuesta del frente conservador de derecha, que con el apoyo de los medios y de los mercados iría a imponer la disciplina fiscal a un Estado “gastador” e implementar la “nueva” política. La única novedad que hasta ahora se vio en esta propuesta fue la transformación ideológica de la candidata Marina que abandonó sus raíces populares y ambientalistas para pasearse por los mercados con su nuevo modelito neoliberal. Para este frente de derechas todas las alianzas son bien vistas para la conquista de un objetivo mayor, recuperar el gobierno después de 12 años de elecciones perdidas a manos del PT. Las herramientas que utilizaron fueron las clásicas, el demonio petista, la denuncia vacía, el odio de clase visceral antipopular y la perspectiva de haber encontrado a la candidata ideal (de origen humilde y con una trayectoria personal y política de una ética impecable). A partir de Marina, la derecha realizó un cambio de raíz imprimiéndole a la disputa electoral un contenido “fundamentalista”, con el fin de terminar con la regulación macroeconómica y social del Estado brasileño, e imponer una política económica privatista y alineada con los Estados Unidos y el Banco Central Europeo (BCE). Sus bases programáticas, a pesar de las obvias vaguedades de siempre, proponen un énfasis central en llevar adelante las llamadas reformas y modernización del Estado, que esconden la futura aplicación de políticas recesivas que estimulan el crecimiento de la desigualdad y la concentración monopólica de los mercados a través del ajuste salarial y de un cambio en la política externa del país. Pero ahora la derecha está nuevamente perpleja y confundida.Los avatares del destino y de la política volvieron a colocar aliados frente a frente. Los candidatos del PSDB y el PSB están ahora en una línea directa de confrontación para luchar voto a voto por un lugar en la segunda vuelta. La derecha que hace menos de un mes festejaba como nunca el sabor del triunfo y discutía “el voto útil” en un único candidato, pasó a disputar en la última semana con uñas y dientes los mismos espacios. Se reavivaron las brasas apagadas por las ventajas aparentes e inmediatas que prometía Marina. Esta confrontación en la derecha resurge a partir de los últimos sondeos electorales realizados entre los días 29 y 30 de septiembre, por los institutos Datafolha e Ibope, que presentan resultados bastante similares. En ellos, Dilma lidera confortablemente con un 40% de las preferencias de voto, señalando la inexorable tendencia de crecimiento de su candidatura, que pasó de estar empatada técnicamente con Marina (33% de las preferencias) a comienzos de septiembre, a la posición actual. Un crecimiento superior a 7 puntos, o sea que la candidata Dilma captó casi 10 millones de nuevos votos en menos de 30 días y le sacó 15 puntos de diferencia a Marina. Ya Aécio Neves, del PSDB, subió en los últimos 14 días de 17% a 20% en las intenciones de voto y Marina presenta una caída de 30% a 25%. Este vuelco en la elección encierra varias paradojas, no sólo la posibilidad de Dilma de coronarse en este primer turno como el renacer de los tucanos de Fernando Henrique Cardoso, que sueñan con repetir el tradicional embate del bipartidismo brasileño, PT vs. PSDB. Hace dos semanas, la diferencia entre Marina y Aécio era de 30% a 17%, y ahora cayó de 25% a 20%, o sea Aécio disminuyó 8 puntos de diferencia con su adversaria para el segundo turno.
El comentarista del conservador diario carioca O Globo, Merval Pereira, que no oculta su apoyo a Aécio y al frente conservador como un todo, en su columna del día 1 de octubre después de conocer el resultado de los últimos sondeos, insiste en la necesidad de captar el voto útil anti PT. “La disputa pasó a ser entre antipetistas... No hay más espacio para un discurso utópico de ser al mismo tiempo contra el PT y el PSDB. En la situación actual, el candidato Aécio tiene las mejores condiciones estructurales para enfrentar la guerra que se avecina. Y Marina irá a precisar de apoyo caso sea ella quien llegue a la segunda vuelta. La disputa pasó a ser entre antipetistas, entretanto el candidato tucano parece haber superado su principal obstáculo, que era el voto útil en Marina de electores convencidos de que solamente ella podría derrotar a Dilma”. O sea que para la derecha brasileña este zigzag oportunista no tiene la menor importancia ideológica, es un verdadero vale todo para ganarle al PT a cualquier precio. La esperanza en Marina se diluyó y a todas luces la candidata está perdiendo el voto útil de aquellos electores que veían en ella una chance mayor de derrotar a Dilma Rousseff. Esto indica que no sería improbable si nada altera la velocidad de las curvas de crecimiento y declinación presentadas, que Aécio y Marina se encuentren disputando voto a voto el pasaje a la segunda vuelta electoral este 5 de octubre. Todo un mérito de la candidata Dilma y del PT que supo hacer resurgir de las cenizas, la épica de la militancia sindical y social cuando los resultados le eran adversos.
La segunda vuelta. Los pronósticos de las encuestas electorales para el 26 de octubre cuando seria disputada una eventual segunda vuelta señalan una elección muy reñida, aunque Dilma gana en todas las encuestas en los dos escenarios, sea tanto frente a Aécio o Marina. Pero otra elección comienza, con sus desafíos y desgastes. Los dos candidatos se enfrentarán cara a cara en varios debates y el tiempo de propaganda disponible será el mismo para ambos. Son muchos los desafíos que se le imponen al PT caso gane la elección. En estos 12 años se construyó un nuevo orden social con inclusión y distribución de renta. Supo garantizar prosperidad y continuidad institucional. Fue capaz de entablar luchas y promover transformaciones pero sin enfrentamientos con el orden social vigente. A través de políticas distributivas de aumento real del salario mínimo, incentivos a la educación y de una política externa nacionalista, el PT articuló y estructuró un amplio frente policlasista entre las capas medias empobrecidas y los trabajadores en general. Esta alianza permitió al PT construir parte de su proyecto histórico inicial previsto para gobernar durante 20 años, tiempo que se preveía como el necesario para realizar las profundas transformaciones de base propuestas para el país. Pero las grandes manifestaciones anti Copa, protagonizadas mayormente por los jóvenes, en junio de 2013, cuando ganaron la calle para reclamar por rápidos y profundos cambios en los servicios públicos y en las instituciones políticas, encienden una luz de alerta para el PT, que necesariamente deberá introducir cambios en la gestión del gobierno. En un mundo abrumado por la expectativa de guerras, conflictos recurrentes y la ausencia de crecimiento económico en Europa y China, el futuro aparece lleno de retos. El renacer planetario de la derecha que viene por todo, aquí y allá, plantea nuevos desafíos para el país, sin abandonar las banderas del desarrollo económico y social con inclusión de los más desfavorecidos. El PT como organización política ya dio el primer paso en la campaña de Dilma por la reelección porque consiguió transformar las sombrías perspectivas con que asomaba este 5 de octubre en una elección con sabor a triunfo. Una vez más la esperanza le ganó al miedo.
05/10/14 Miradas al Sur
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