Produce biogas a partir de desechos orgánicos. Fue instalado en Colonia Jaime, una comunidad agroindustrial integrada por más de 20 familias que viven de su propia producción.
Colonia Jaime es una comuna rural ubicada en el kilómetro 711 de la ruta nacional 34, provincia de Santiago del Estero. La conforman unas 20 familias dedicadas a cuidar unas 100 vacas lecheras y a trabajar en sus campos de granos, forrajes, verduras y hortalizas. También se dedican a la apicultura, la avicultura, la floricultura, la ganadería, y poseen una producción propia de cerdos, cuyos chacinados son los más codiciados de la zona.
Sus 80 integrantes acostumbran comer todos juntos en la misma mesa. Hay una sola cocina para todas las familias, donde las mujeres encargadas preparan las cuatro comidas diarias. Sin embargo, hasta hace un tiempo, Colonia Jaime no tenía gas.
“El proyecto de desarrollar un biodigestor surgió a partir de una demanda concreta desde Colonia Jaime y la Subsecretaría de Desarrollo, Ciencia y Tecnología y Gestión Pública del Gobierno provincial, que se acercaron al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI)”, recuerda el ingeniero Ramiro Casóliba, Director del Centro INTI Santiago del Estero.
El proyecto comenzó a gestarse, así, en 2011. “El diseño del biodigestor se realizó originalmente en la sede del INTI Tucumán y la parte operativa la desarrollamos nosotros en Santiago del Estero, lo que incluyó la construcción y el seguimiento del biodigestor”, explica Casóliba.
En 2012, con el financiamiento del gobierno de la provincia, a través de la Subsecretaría de Desarrollo, Ciencia, Tecnología y Gestión Pública, se concretó el primer prototipo. Y, posteriormente, se realizó un rediseño del mismo con la colaboración de la Universidad Nacional de Santiago del Estero. En este proceso, se rediseñaron las paletas de agitación, superando el diseño anterior, así como la estabilización térmica del sistema. Es decir, se lo aisló para protegerlo de las altas temperaturas.
“El biodigestor cuenta con dos tanques plásticos de unos tres metros de alto cada uno, revestidos con unas chapas metálicas que funcionan como aislación térmica. En estos tanques se produce la descomposición de la materia orgánica. Hay otros dos tanques de menor volumen que ofician de gasómetro. Allí se guarda el biogas generado”, describe el ingeniero Mariano Olivares, del INTI Santiago del Estero.
Olivares cuenta, además, que el biodigestor se alimenta con el estiércol de vaca proveniente del corral de espera. Allí las vacas aguardan para ser ordeñadas –se ordeñan dos veces al día- y, esas excreciones, se lavan con agua y se envían a través de una canaleta al reactor.
Si bien aún no se sabe con exactitud que cantidad de biogas se produce a través de este sistema, el ingeniero Olivares asegura que son más de 10 metros cúbicos de gas diarios. “Esto es más de lo que gastan y, a veces, se tiene que ventear el gas porque esto es un proceso continuo, y el gasómetro tiene un límite de almacenamiento”, asegura el especialista. “Hoy se lo está usando solo en la cocina comunitaria, donde se elaboran las cuatro comidas diarias para los 80 habitantes. La idea sería, a futuro, abastecer de gas a otras dependencias de la Colonia. Pero, para ello, habría que ampliar la producción actual de biogas, agregando un tanque y luego comprimiéndolo para transportarlo”.
A partir de la implementación de esta tecnología introducida por el INTI, surgen tres ventajas principales: Se minimiza el consumo de leña, evitando la degradación del monte, al mismo tiempo que disminuye la contaminación de los vectores que afectan a personas y animales. Por otro lado, se está evaluando que el agua tratada que surge como un subproducto de la generación de biogas pueda reutilizarse para el sistema de riego destinado a los campos de la Colonia. “Estamos analizando el aporte de nutrientes que puede hacer este agua, como abono, para mejorar el rendimiento productivo de la tierra”, explica el ingeniero Casóliba. Asimismo, se está estudiando la posibilidad de separar la parte sólida de la líquida, para aprovecharla como un hummus muy rico en nutrientes.
Otra de las ventajas es el bajo costo de inversión que requiere un proyecto de este tipo en zonas donde no hay acceso al servicio de gas: “Esto representa un porcentaje muy bajo, un 15% o tal vez un 10%, de lo que podría costar llevar el gas natural, que pasa por la ruta, hacia la Colonia”, afirma el ingeniero Olivares.
Finalmente, el ingeniero Casóliba adelanta que ya hay varios interesados en instalar este biodigestor en otras zonas del país. “El próximo desafío es replicarlo, tratando de implementar la máxima cantidad de componentes fabricados en la provincia. Hay varias fábricas de tanques plásticos y de mangueras en Santiago del Estero, y estamos tratando de sumar la mayor cantidad de empresas locales al proyecto”. Y advirtió que la única parte importada sería la electrónica.
Por su parte, Olivares agrega que “hay una demanda real del biodigestor y se está estudiando la viabilidad de instalarlo en un frigorífico. Estamos haciendo el cálculo del volumen del reactor que se instalaría”.
“Nuestra óptica, desde el INTI Santiago del Estero, es siempre tratar de transformar un efluente en la posibilidad de generación de energía. El objetivo es que en la industria y, sobre todo, en los emprendimientos productivos, el tratamiento de efluentes no sea considerado solo como un gasto, sino como algo rentable, una oportunidad de generar energía que permita reducir los costos y el consumo energético”, concluye el ingeniero Casóliba.
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