El autor propone una simetría entre el sobrio intelectual José Natanson y el mediático Lucas Carrasco. Se basa en las exposiciones de ambos en el programa Palabras más palabras menos, donde se discutió el discurso de Máximo Kirchner en Argentinos Jrs.
Por Rodrigo Lugones
El director de la Agencia Paco Urondo, José Cornejo, fue invitado a TN a defender su editorial“Nace el kirchnerismo de la resistencia”. En ella proponía al kirchnerismo como fenómeno movilizador de masas conservando perspectivas de poder en un escenario de resistencia post 2015.
No sorprende que en casa enemiga las ideas sean descalificadas. Lo que resulta enojoso es la detracción de los subsidiados por este proyecto. Uno, un mediocre que por 30 denarios vende memorias y muertos (Carrasco nombró a Iván Heyn con tal propósito).
Otro, un becario francoalemán que le adjudica al kirchnerismo el insignificante rol de “factor político cultural”, equivalente al fenómeno alfonsinista (“luego del 89, Alfonsín no ganó ninguna elección”). No vale ni demostrar que Alfonsín en la debacle de 1988 no podría, ni en su mejor sueño, pensar en dos estadios repletos con militancia movilizada tomando las calles y pensar la resistencia a una restauración conservadora.
El caso Lucas Carrasco
La primera frase proferida sella todo el devenir discursivo del conjurado: “Me cagaron en la separación de bienes”. Su salida del kirchnerismo es un mero ejercicio legal-financiero. El timbre recrea la sonoridad del Pato Lucas. Molesta no por lo incisivo, sino por la pedantería del bufón despechado que evidencia.
Carrasco es la expresión más acabada del resentimiento del quebrado. Llora la triste vergüenza de ya no ser. Entiéndase por esto la imposibilidad de haber conseguido una prórroga contractual.
Su desfachatez seducía cuando calificaba sin ambages de “careta” a un siempre pacato Gabriel Levinas. Hoy es un recuerdo, una metamorfosis que pretende, con escaso ingenio, seducir a los interpeladores más pobres del kirchnerismo, la casta periodística de la corporación mediáticaopositora.
Como un quebrado de manual, utiliza los datos -siempre a verificar- de quienes le confiaban y hoy detesta. Con dosis de un humor tan corrosivo como la espuma de una rabia que no muerde, calla sus mejores silencios frente a su propia historia (el momento exacto en que Gerardo Tata Young le recuerda su pasado kirchnerista), un derrotero de fracasos consecutivos a los que, gracias al sumamente imperfecto modelo comunicacional del kirchnerismo, pudo hacerse conocido.
Si el converso pretende, con silogismos elementales y muchas veces falsos (denunciar una militancia orgánica del secretario general de La Cámpora Andrés Larroque en el Movimiento Nacionalista Quebracho) causar algún efecto, solo imita al arlequín barbado de primetime. El stand up efectista es su fórmula para recuperar el espacio perdido en los medios oficialistas en las puertas del nuevo cielo de la oposición mediática.
Marxista a la manera de Groucho, exhibe, desencajado y con un pulso nervioso, sus nuevos principios (ya que los viejos, a éste nuevo mundo al que pretende entrar, no le gustan demasiado).
En la lógica del quebrado siempre es bueno ir a pedir la escupidera renegando de “lo equivocado que se estuvo”, esperando un guiño simpático de quienes pretenden exprimirle su arsenal de miserias para luego desecharlo, ya sin pulpa ni acidez posible, para ser condenado al temido infierno de la intrascendencia. Regresando al Indio Solari: un caníbal desdentado enseñando a masticar y su negocio es muy difícil de explicar pero muy fácil de enseñar.
El caso José Natanson
Natanson es el resultado acomodaticio de la lógica de reproducción de la academia bajo el influjo del progresismo democrático posmoderno, atento a la nueva administración y tomando una “sana distancia crítica de izquierda”. Las ideas dominantes asumen el ropaje de crítico social que sostiene que “cualquier extremo es malo” y que, a fin de cuentas, el kirchnerismo será equiparable al recuerdo que una octogenaria tiene del buen tipo Illia.
El director de la filial local de Le Monde Diplomatique y becario estrella de la Fundación Friedrich Ebert aporta toda la sobriedad de la Europa Occidental para coincidir con Carrasco en la finalización del kirchnerismo como proyecto de poder político. No es la única coincidencia. Natanson es empleador del Pato Lucas en Le Dipló.
Entre caníbales, conversos e intelectuales posmodernos, la instancia de la palabra queda atrapada en el agravio mentidor y la descalificación chabacana, ahí es donde Cornejo sale airoso, un susurro certero y legítimo en un desierto de alaridos mediáticos es la reconciliación precisa que demanda la verdad.
Más que un análisis extraído de los irrefutables datos de la realidad, el acta de defunción del kirchnerismo es una evidente expresión de deseo. Llenar dos estadios en las “postrimerías” del kirchnerismo es un dato de fortaleza militante que indica, a las claras - y contra lo que Young cree y espera - que dicha fuerza sobrevivirá a un mero recambio ejecutivo. La frase de Máximo lo sintetiza: “Saldremos a las calles a reconstruir una fuerza política para volver a gobernar”.
Augurar la desaparición del kirchnerismo un día después del 10 de diciembre del 2015 subestima la capacidad de organización y movilización del campo nacional-popular que hoy asume, siendo coherente con su propia historia, la identidad kirchnerista
No hay comentarios:
Publicar un comentario