Desde Hong Kong
Decenas de miles de manifestantes pro democracia permanecieron en las calles de Hong Kong por cuarta noche consecutiva, desafiando los llamados para que se dispersaran, mientras seguía creciendo el mayor reto a la autoridad de Beijing en 25 años. La enorme muestra de desa-fío es en respuesta a la decisión de China de permitir que sólo los candidatos investigados se presenten a las elecciones en 2017 después de haber prometido previamente “sufragio universal”.
Los activistas pro democracia dicen que tal decisión asegurará que sólo los que apoyan el gobierno de Beijing se puedan presentar. Anoche, las protestas se habían esparcido fuera del distrito financiero central de la isla de Hong Kong, uno de los centros comerciales más grandes del mundo, y en otras áreas clave. Algunos bancos suspendieron la cotización, las tiendas cerraron temprano y algunas escuelas permanecerán cerradas hoy.
La policía dijo que usaron 87 bombas de gas lacrimógeno en la noche del domingo, en lo que dijeron era una respuesta necesaria pero restringida a los esfuerzos de los manifestantes por atravesar los cordones y barricadas. Informaron que 41 personas resultaron heridas, entre ellas 12 agentes de policía. También se utilizó gas pimienta y los manifestantes fueron golpeados con cachiporras.
Ayer por la noche, sin embargo, la policía antidisturbios se retiró cuando pareció que el uso de gases lacrimógenos había fracasado. Las multitudes crecieron cuando la gente salió del trabajo y se unió a los estudiantes de aspecto cansado acampados en las rutas principales cerca de la sede del gobierno de la ciudad y en varias otras partes de Hong Kong. “Los estudiantes están protegiendo el derecho al voto, por el futuro de Hong Kong. No estamos asustados, simplemente luchamos por ello”, dijo Carol Chan, un empleado de 55 años, quien se tomó dos días libres para unirse a las protestas después de haberse enojado por el uso de gases lacrimógenos por parte de la policía.
China llamó ilegales a las protestas y respaldó los esfuerzos del gobierno de Hong Kong para sofocarlas, diciendo que están minando la imagen de la ciudad como refugio financiero seguro. Beijing adoptó una línea dura contra las amenazas percibidas al monopolio del Partido Comunista en el poder. Este es el desafío más grande desde los episodios en la Plaza de Tiananmen en 1989, que terminaron en una masacre. Un resultado similar esta vez sería un desastre para la reputación de Hong Kong y Beijing. Pero si los manifestantes tienen éxito, se envalentonarían los activistas de la democracia en el continente.
El presidente ejecutivo de Hong Kong, Leung Chun-ying, se vio obligado a negar los rumores de ayer de que el ejército chino podría intervenir. “Espero que el público mantenga la calma. Que no se deje engañar por los rumores”, dijo. China también advirtió a otros países que no interfirieran, después de que el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido dijo que estaba “preocupado” por la violencia en su antigua colonia.
En lugar de luz de velas anoche, los manifestantes organizaron protestas de “luz móvil”, sosteniendo sus teléfonos celulares con sus pantallas brillantes. El líder de la protesta, Benny Tai, uno de los fundadores de la campaña central Occupy, también llamó a Leung para que dimitiera. Dirigiéndose a las multitudes anoche, también condenó el uso de la fuerza el domingo. “La gente usa paz y esperanza, mientras que el gobierno utilizó gases lacrimógenos y gas pimienta”, dijo.
El domingo a la noche los manifestantes llevaban capas de lluvia, mascarillas quirúrgicas y antiparras y utilizaron sombrillas para protegerse del gas lacrimógeno y el gas pimienta. Mientras que muchos de los residentes apoyan los llamados a una mayor democracia –apodada la “revolución de los paraguas– las multitudes están lejos de pedir una revolución y no todo el mundo apoya las protestas.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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