Cuando algunos cuentan los días para que llegue un nuevo Presiente (Presidenta no parece, ¿no?) a la Rosada, la conducción del Movimiento Peronista no parece estar en duda. ¿Cuál será entonces el rol de CFK?
Por Juan Ciucci
En estos años hemos debatido múltiples aspectos de la década que el kirchnerismo ha transitado en el poder. No pocas fueron las veces en que la discusión transitó en el orden de la conducción del Movimiento Peronista, y las disputas, lealtades y traiciones que se cocinan en ese gigante invertebrado. Que chirolita de Duhalde, que ella en las sombras, que luego él, que luego nada.
Si el kirchnerismo se ha conformado en la experiencia política más importante de los últimos 50 años (algo que algunos hoy niegan y otros intentan matizar, siempre atentos al sonido de las olas), fue sin dudas por la conducción política que logró construir. En eso, las comparaciones con alicaídos dirigentes radicales no merecen mayor atención.
Cristina Fernández de Kirchner, luego de la partida de Néstor, se ha convertido en la Conducción indiscutida del Movimiento. Pero siempre guiada por una de aquellas 20 verdades: “En la acción política la escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento, y luego los Hombres”.
“La brújula es la Patria”, dijo en uno de sus discursos en los patios de la militancia. Por eso su conducción dentro del movimiento ha encontrado resistencias, malinterpretaciones y disparidades. Pero todas se han resuelto por fuera del peronismo (o en neoperonismos), y por derecha, claro. “A mi izquierda la pared”, supo decir también.
Es que quienes representando a los trabajadores pusieron críticas a algunos puntos conflictivos del plan económico y social del kirchnerismo, hoy se encuentran trabajando para quienes sin dudas planean arrasar con la mayoría de las conquistas que todo el Pueblo argentino logró en ésta década. Y los candidatos propios, o casi, no han sabido construir un aparato propio que les asegure la conducción futura, ni parecen tener las dotes necesarias para lograrlo.
Si algo nos admira de Néstor y Cristina es esa inusual conjunción de un dirigente político con las dotes de estadista. Algo que por estas tierras vimos por última vez en la figura de Juan Perón, y de Eva. Así las cosas, quien triunfe en el 2015 no será el conductor del movimiento, espacio en el cual siguen ancladas las esperanzas de liberación nacional. Ese camino que aun transitamos hacia un país socialmente justo, económicamente libre y políticamente soberano.
La pregunta es el lugar que ocupará CFK en el panorama nacional luego del 2015. Si tuvimos que esperar tanto para encontrar una Conductora de su estirpe, es ilusorio creer que se irá sin más luego de habitar la Casa Rosada. La región ofrece ejemplos de quienes retornaron, adquiriendo una tesitura internacional que parece más que indicada para la Presidenta. O quizás la seduzca un cargo nacional, cualquiera sea, que le permita continuar en el armado político de cerca, para solidificar el trasvasamiento generacional del que más de una vez habló.
Su mirada estratégica servirá para acompañar a quien la suceda en el Gobierno si es que viene del Movimiento, o para combatir a quienes intenten retrotraer todo a los años dorados de las corporaciones, como ya dicen sin tapujos. Escenarios donde le seguiremos pidiendo más, siempre un poco más, en esa tensión permanente entre el Pueblo y su Conducción. Y ella, como militante política de toda la vida, lo sabe. Primero la Patria, después el Movimiento, y luego los Hombres (y Mujeres, claro está).
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