miércoles, 17 de septiembre de 2014

Colaborar con el ex enemigo Por Robert Fisk *

Siria le pidió a Washington que participe en la colaboración militar y de inteligencia para derrotar a su enemigo mutuo, el Estado Islámico (EI), invitando a los congresistas y senadores de Estados Unidos a visitar Damasco para discutir una acción conjunta contra los jihadistas que amenazan tanto a Estados Unidos como al régimen del presidente Bashar al Assad.

Es una oferta que el presidente Barack Obama tendrá que rehusar –no sin un poco de vergüenza-. Después de tomar la decisión de bombardear las fuerzas del Estado Islámico, en Siria, así como Irak, Obama fue confrontado por Vladimir Putin, quien le advirtió que cualquier acción unilateral de esa índole en Siria sería “un acto de agresión”. El presidente de Estados Unidos tendrá que explicar una vez más por qué no puede colaborar contra los enemigos apocalípticos de Estados Unidos con un régimen sirio que también juró derrocar, a pesar de que este régimen está luchando exactamente contra los mismos enemigos.

La carta a la Cámara de Representantes de Estados Unidos invita específicamente a los miembros del Congreso y del Senado –que el año pasado condenaron al gobierno sirio por ataques químicos en los suburbios de Damasco– a colaborar para salvar vidas sirias y estadounidenses de un posible ataque bombardeo terrorista por parte de EI, Jabhat Al Nusra y otros grupos.

La oferta de Siria, contenida en una carta ayer de Mohamed Yihad Al Laham, el presidente del parlamento sirio –dirigida, entre otros, a John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes, y Nancy Pelosi, la líder de la Cámara de Diputados– también afirma que la “oposición siria moderada que los Estados Unidos prometieron ayudar y entrenar es idéntica a los grupos jihadistas que apoyan al EI (o Isil como los sirios prefieren llamarlo, utilizando otra de siglas de la organización).

Sobre lo que se llamó la “oposición moderada”, el portavoz parlamentario de Assad escribe: “Vendieron al EI al inocente, decapitado periodista estadounidense. No hay nada que impida que esos grupos vendan armas estadounidenses al EI como es su práctica habitual comprobada. Armar a individuos jihadistas islámicos no estatales”, continúa la carta, “es una clara violación a la resolución 2170 del Consejo de Seguridad de la ONU que cualquier cooperación para combatir el terrorismo debe ser entre los Estados miembros”.

La resolución 2170, aprobada el mes pasado, hace un llamamiento a los Estados miembros “para suprimir el flujo de combatientes extranjeros, financiamiento y otros apoyos a los grupos extremistas islámicos en Irak y Siria” –identificados en el documento de la ONU como EI y el Al Qaida vinculado con Al Nusra– y “para evitar que los combatientes viajen desde su tierra para unirse a los grupos”. Siria, por supuesto, insiste en que no existe ahora una oposición moderada en el país, una declaración que lleva la marca de la verdad, y que todos los opositores al régimen de Assad eran desde el principio wahabi inspirados en los jihadistas sunnitas.

La carta del Laham –que no podría haber sido enviada sin la aprobación del régimen– acusa a Arabia Saudita, que financia a los enemigos de Assad de patrocinar las escuelas que están “enseñando la ideología del odio”, takfiri (la Jihad como un deber sagrado).

Destacando nuevamente su propio odio hacia el régimen saudí, la carta de Siria dice que todos los terroristas son el producto de esta ideología jihadista salafi, wahabi –desde el 11 de septiembre al bombardeo de Boston–, la decapitación de los dos periodistas estadounidenses, que es una práctica legal del gobierno en Arabia Saudita. Obama no debiera formar una coalición fuera de la resolución 2170 de la ONU, “especialmente con los estados que tienen un conflicto de intereses debido a la ideología practicada”.

La carta puede haber sido influenciada por Khaled Mahjoub, un ciudadano estadounidense y hombre de negocios sirio que es también un confidente personal de Bashar al Assad, ya que repite la observación frecuentemente citada por Mahjoub de que sólo la reeducación de “las familias y comunidades de los terroristas a través de amar el sufismo” puede rehabilitar a quienes usan la violencia. El sufismo, con su poesía mística y su deseo de encontrar el amor divino, es considerado por muchos sirios como lo contrario de jihadismo; misioneros sufíes extendieron el Islam en Africa y Asia central, así como la India.

Todo lo cual está muy lejos de la titánica guerra civil en Siria, donde escuelas moderadas del sufismo ocupan el tercer lugar en la demanda de hardware militar, detrás de la alianza ruso-iraní, en la guerra del régimen contra EI. En verdad, los agentes de inteligencia occidentales estuvieron durante muchos meses en contacto secreto con los opositores sirios para asegurar el tipo de colaboración que el régimen ofrece ahora en público, aunque sea sin mucho éxito.

La telaraña de los regímenes sirios demostró ser mucho más difícil de lo que imaginaron Estados Unidos y Europa. Hace poco más de un año, Estados Unidos estaba planeando aplastar al régimen sirio con bombas y misiles, y ahora que quiere aplastar el régimen de EI con bombas y misiles, Siria se cobrará un precio por cualquier tipo de asistencia que quiera Washington.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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