Por Emanuel Respighi
“La trinchera del Mundial.” Así se autodefine De zurda, el programa que diariamente conducen Diego Maradona y Víctor Hugo Morales. Desde su misma autodescripción, el ciclo que se emite en dúplex en TeleSur y Canal 7, a las 22.30, no deja lugar a dudas sobre el lugar que viene a ocupar en el seno del negocio del Mundial de Brasil 2014. Al fin de cuentas, en la trinchera es donde las tropas se cubren para atacar a resguardo del enemigo. En el ciclo las cartas están sobre la mesa sin lugar para los débiles: los “enemigos” no son otros que los dirigentes de la FIFA y las multinacionales que avalan el millonario negocio escondido detrás de una competencia deportiva. Del otro lado, en el campo de enfrente, están los jugadores de fútbol, con Diego y Víctor Hugo como las caras visibles y pintadas de un programa que es mucho más que un ciclo de TV: es un grito de rebeldía en las mismas fauces del IBC.
Juntar en un mismo ciclo al mejor jugador de todos los tiempos y al mejor relator hipanohablante fue de por sí un acierto. Maradona y Víctor Hugo garantizan en este encuentro un viaje al pasado en millones de argentinos, cargado de la emoción de haber sido los artífices de haber tirado esa pared mágica –a pura gambeta y poesía– en el estadio Azteca hace 28 años. Pero además, la dupla comparte cierta mirada sobre el fútbol y la vida, lo que le otorga al programa la posibilidad de hablar de mucho más que de la pelota, trascendiendo en las charlas lo que ocurre en el rectángulo de juego. Allí, en medio de la parafernalia mundialista, De zurda se propone parar la pelota con la finalización de cada jornada, como excusa para combatir al “otro” corporativo.
La atracción de De zurda no es, justamente, su despliegue de producción. Modesto, descansando en lo que Maradona pueda llegar a decir, ante las preguntas genéricas de Víctor Hugo, De zurda logró consolidarse como un espacio al que acude el futbolero televisivo que busca pensar el Mundial desde otra perspectiva. En su época discursiva menos explosiva, pero no por eso temblándole el pulso a la hora de señalar cuestionamientos ni responsables, Maradona cumple en su rol de figura central, fagocitándose cada jornada con las anécdotas que comparte con el invitado de turno. A su lado, el periodista y relator uruguayo se limita a manejar televisivamente el aire de un programa por el que ya pasaron figuras tan disímiles como los futbolistas Gary Lineker (“¿Cómo está la mano?”, le preguntó el goleador inglés a Diego, 28 años después de la mano de Dios), el Pibe Valderrama, Hristo Stoichkov y Radamel Falcao hasta los presidentes de Ecuador y Bolivia, Rafael Correa y Evo Morales, respectivamente.
Zapping nocturno diario e ineludible para el futbolero televisivo, De zurda es el espacio –político y deportivo– a través del cual se reflexiona sobre el juego sin resignar compromiso social. El análisis táctico de los partidos se fusiona cada noche con la mirada crítica y latinoamericana de un evento deportivo que hipnotiza a millones, pero que nunca deja de hacer ruido sobre el costo social que su organización requiere. Haciendo honor a la cortina que grita que “cuando el mundo está al revés, ¡mejor pegarle de zurda!”, allí están Diego y Víctor Hugo para mostrar la cara menos visible de una cita mundialista que tras sus goles, pasión y colores esconde un sinfín de situaciones a las que nunca hay que dejar de prestarles atención. Para eso están el resto de las imágenes planificadas y controladas por la FIFA, que las pantallas del mundo difunden durante un mes, cada cuatro años.
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