domingo, 20 de julio de 2014

Unasur recarga baterías en el Brics Año 7. Edición número 322. Domingo 20 de Julio. de 2014 Por Emiliano Guido americalatina@miradasalsur.com

El verdadero mundial comienza el martes”, apuntó, pícaro, el sociólogo paulista Emir Sader cuando fue consultado por la Televisión Pública argentina para conocer su lectura política sobre el primer encuentro presidencial entre los Jefes de Estado del bloque Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) y sus pares de la Unión Sudamericana de Naciones. Sader, intelectual orgánico del gobernante Partido de los Trabajadores, recurrió a la siempre efectiva metáfora futbolera para recalcar la significativa cumbre geopolítica y la continuidad del gigante sudamericano como anfitrión luego de haber organizado el máximo certamen futbolero. Es cierto, la mandataria Dilma Rousseff tuvo esta semana una apretada agenda protocolar. Siete días atrás, la candidata presidencial del trabalhismo para los comicios del 2014 comandó la entrega de medallas y otorgó la copa del campeón al seleccionado teutón. Apenas 48 horas después, la ex ministra estrella del ex presidente Lula Da Silva estaba recibiendo a sus pares del Brics en la tórrida y nordestina ciudad de Fortaleza. En el plano futbolístico, Rousseff y sus compatriotas no tuvieron, claro está, el certamen esperado. Pero, siguiendo el atinado análisis de Sader, la jefa de Estado brasileña encontró su revancha, en este caso política, al poder mostrarse al mundo como el articulador de dos herramientas institucionales poderosas de los países emergentes. El peso de la unilateralidad norteamericana en el sistema global, lentamente, se va horadando. Dicha transición en el tablero internacional está expresada en múltiples foros, instituciones y grupos de acción política: Celac, G77, Unasur, Brics. Como suelen remarcar varios especialistas en relaciones internacionales, el nuevo orden global en ascenso parece una sopa de letras. En ese sentido, la Unasur y el Brics, distintos pero equivalentes de forma simultanea en su perfil de inserción internacional, tienen un denominador en común y empieza con B larga. Por eso, es natural que Brasil haya sido el coordinador de la primera alta cita de dos espacios políticos que ansían poner el mundo patas para arriba.
En principio, Unasur llegó a su primera cumbre face to face con el Brics con ciertos problemas domésticos irresueltos. Por ejemplo, el nombramiento de su futuro Secretario General sigue vacante desde hace mucho tiempo. El edificio Néstor Kirchner, futura sede principal de la Unasur en las afueras de Quito, será una nave moderna, inteligente e incluirá jardines verticales y espejos de agua como principales atractivos estéticos de un megapredio institucional de más de veinte mil metros cuadrados. Sin embargo, si hoy fuese la inauguración oficial del centro administrativo del bloque regional –prevista para octubre de este año–, no habría ninguna persona designada para ocupar la oficina destinada para el secretario general del organismo. En ese sentido, si se adelantara el corte de cintas para mostrar a toda Suramérica el coloso de cinco pisos que demandó 35 millones de dólares de inversión, seguramente se verá champagne y masas finas para todos los invitados especiales, también es previsible que haya muchas fotos del presidente ecuatoriano Rafael Correa como responsable político en la ejecución del proyecto, pero también existirá una inocultable silla vacía. En concreto, el puesto político más importante del organismo suramericano, posición de mando que fue estrenada por el ex presidente Néstor Kirchner, permanece acéfalo desde hace casi un año por falta de consenso entre los países miembro. Y no hay plan de obra maestra que pueda camuflar ese hecho.
Evidentemente, el reciente lanzamiento de la iniciativa pro libre mercado y pro norteamericana Alianza del Pacífico (que reúne a México, Chile, Colombia y Perú), la asunción presidencial del magnate paraguayo Horacio Cartes y las tensiones comerciales y diplomáticas en el Mercosur fortalecen al eje antiprogresista regional y su intención de devaluar una institución que fue clave para superar, por ejemplo, los intentos de secesión territorial en Bolivia en el año 2008 y la alzada castrense contra Correa en el año 2010. En términos más sintéticos, la relación de fuerzas políticas interestatales se modificó hacia el interior del Cono Sur. Si a principios del siglo XXI, con las victorias electorales de Hugo Chávez en Venezuela, Lula Da Silva en Brasil, Kirchner en Argentina, el Frente Amplio en Uruguay, y más tarde Correa en Ecuador más Evo Morales en Bolivia, los vientos de la región soplaban hacia la izquierda; hoy puede afirmarse que el péndulo político sudamericano comenzó a desplazarse hacia el otro lado. El Partido Colorado retornó al poder en Asunción, el presidente peruano Ollanta Humala cambió de vereda y hoy juega en el equipo del chileno Sebastián Piñera y del colombiano Juan Manuel Santos; además, de los tres protagonistas centrales del proceso de integración (Chávez-Lula-Kirchner), dos están fallecidos y el restante tiene un liderazgo político continental más atenuado. Es indudable que la Patria Grande modelo 2014 perdió rating, estatura y color en la agenda gubernamental de los países suramericanos. La indefinición del nuevo secretario general de la Unasur, por lo tanto, es parte sustancial de esta nueva trama política.
Además, en paralelo al empantanamiento a la hora de conseguir grandes consensos continentales, la Unasur no logra concretar fuertes iniciativas económicas concordantes como la del Banco del Sur. Por ese motivo, el poderoso músculo económico del Brics –que anunció en Fortaleza la puesta en marcha de una suerte de Banco de Desarrollo mundial propio para competirle en los próximos años a los organismos internacionales de crédito– y su descontado auxilio al organismo regional sudamericano en proyectos de infraestructura –por supuesto, coincidentes con las megainversiones chinas en el aérea de hidrocarburos o energéticas– podría resignificar el popular aforismo popular de la siguiente manera: “billetera mata integración”.
En ese sentido, la Unasur ha cosechado fuertes triunfos políticos, consolidó como valor inexpugnable la gobernabilidad democrática y consiguió hacer retroceder intentos de putsch políticos en el arco andino –aunque no pudo evitar el juicio parlamentario al presidente paraguayo Fernando Lugo–; además, la autonomía en el plano de las políticas de defensa frente al Comando Sur norteamericano tuvo un paso significativo al ejecutarse el Consejo de Defensa Sudamericano y la recientemente creada Escuela Sudamericana de Defensa. Pero, muchos politólogos y think tanks regionales recalcan que la Unasur posee, aún, un grado bajo de institucionalidad y un excesivo voluntarismo presidencial. Ante determinado shock político o financiero –intento de golpe de Estado o financiero, como el que enfrenta por estos días a la Argentina con los fondos buitre–, los jefes de Estado sudamericanos reaccionan con premura. Los cancilleres regionales pueden organizar en cuestión de horas una cumbre de emergencia para blindar al Cono Sur contra las ofensivas desestabilizadoras. Pero, ¿qué pasaría si el eje bolivariano y el kirchnerismo –la izquierda carnívora en cierta literatura regional– no estuvieran al frente de cuatro Ejecutivos sudamericanos? En ese sentido, mientras la Unasur no traduzca en organismos y canales permanentes sus coincidencias políticas, muchos de sus pasos dependerán del humor de los gobernantes de turno.
Dichas falencias del bloque regional, que pueden ser tomadas como una oportunidad a ser reparadas en el plano de la convergencia con los países Brics, fue analizada con mucha inteligencia en un artículo publicado en la edición local delLe Monde Diplomatique firmado por el profesor portugués Andrés Malamud. “¿Usted sabe como se dice Comunidad Sudamericana de Naciones en inglés? El interpelado, un dirigente alemán de una fundación partidaria, aceptó el juego y respondió que no. El académico chileno se respondió entonces a sí mismo: bullshit. Corría el año 2005 y ninguno podía imaginar que, al poco tiempo, el interrogador sería designado ministro de Relaciones Exteriores de su país y el objeto de la conversación cambiaría de nombre a Unión de Naciones Sudamericanas. El discurso público suele ignorar la opinión que albergan los chilenos sobre la integración latinoamericana, peo quien los conoce sabe lo que piensan: que tienen una linda casa en un mal barrio”, advierte Andrés Malamud en una pieza titulada “¿Triunfará la Patria Grande?- Hiperactivismo político sin integración” y, unos párrafos más adelante, Malamud también advierte que: “La integración monetaria también avanza en la región pero no en la dirección sugerida por proyectos emancipatorios como el Sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional): mientras Ecuador, El Salvador y Panamá tienen como moneda nacional al dólar estadounidense, otros seis miembros de la Celac comparten el dólar del Caribe Oriental. Entretanto, Argentina y Uruguay resuelven sus cuitas en la Corte Internacional de la Haya, mientras que Bolivia y Chile, ambos miembros de la Unasur y la Celac y asociados al Mercosur, no mantienen relaciones diplomáticas desde hace 36 años”.
Durante esta semana el Brics fue, nuevamente, presentado al mundo con el formato de sus apabullantes estadísticas internas. Ya sea en población, PBI o porción del territorio global, el Brics parece tener el peso de un elefante. Pero, muchas veces, el tamaño puede ser engañoso y no tan importante en la geopolítica. Brasil, Rusia, India, China y el socio más joven, Sudáfrica, dieron luz a una herramienta grandilocuente pero aún, siguiendo la letra de la ideología maoísta, están lejos de golpear con un solo puño en el tablero internacional. India, por ejemplo, es un soldado pivote de la Casa Blanca en Asia para contener la influencia regional de Beijing. Nuestro vecino y gran hermano comercial del Mercosur, Brasil, no se muestra reacio a firmar un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, que posee el segundo papel principal dentro del elenco del bloque occidental, el supuesto enemigo acérrimo de los Brics en cierta prensa panfletaria. Moscú, por otro lado, sí está dispuesto a llevar su confrontación diplomática con el Departamento de Estado norteamericano más lejos pero dicha tensión tiene un anclaje territorial –el conflicto ucraniano y la expansión militar norteamericana en Europa del Este hacen colisionar inevitablemente los intereses de Vladimir Putin con la agenda exterior de Barack Obama–, pero no ideológico. En ese sentido, la reedición de la Guerra Fría puede servir como título periodístico pero es una premisa un poco desajustada a la hora de trazar un análisis de situación global.
El Brics es un espejo de la Unasur. Ambos bloques nacen en el nuevo siglo con la consigna de hacer más fuerte la multilateralidad global. Además, si bien con muchos matices, los dos espacios convergentes son críticos de la actual arquitectura mundial política y financiera. Sin embargo, el Brics posee una rareza en su historia. En su momento, el club Bric fue un producto de la consultora Goldman Sachs para alentar inversiones globales. Es más, una leyenda global afirma que Brasil sólo fue incorporado en el análisis porque, fonéticamente, se necesitaba una B larga para formar el marketinero nombre Bric, que podría traducirse como ladrillo. “Si bien ésta es una historia que nació en Londres, en Goldman Sachs, bajo Jim O’Neill, después fue reapropiada por los propios países involucrados y se resignificó completamente. Si hace 15 años alguien te decía Brasil, Rusia, India y China –que es como empezó todo, Sudáfrica se sumó después–, pensabas: países que no están en el mismo continente ni comparten la misma cultura. No es una agrupación intuitiva. Es como si hoy te dijeran Argentina, Bangladesh, Ucrania y Vietnam. Luego, Sudáfrica entró como una pieza de la expansión brasileña y china al continente africano. En el caso chino, para la extracción de materias primas y para tener un país como trampolín para África. En el caso de Brasil hay un interés geopolítico también. Abandonamos la geopolítica hace mucho, pero ahora vuelve. Si tomás Brasil, Sudáfrica e India, trazas un arco que va del Atlántico al Indico que geoeconómicamente es muy importante porque es una ruta marítima fundamental”, sintetiza con buen criterio Mariano Turzi, autor del recomendable libro Mundo Brics. Evidentemente, el Bric, con o sin S, se reinventó y encontró su lugar en el mundo. Quizás, la Unasur, luego de su primaveral era fundacional con el trío Chávez- Kirchner- Lula como conductores de la locomotora y su ya mencionado estancamiento político, necesite resignificarse y dar un salto político. Por lo pronto, quizás, la brisa cálida y la bella sincronicidad arquitectónica de Brasilia pudieron haber servido a los jefes de Estado de la Unasur como telón de fondo para recargar baterías y repensar el futuro común.

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