Durante la reunión cumbre de los países del Brics se discutió mucho en los medios y entre especialistas sobre las características de la participación argentina en el encuentro y el estatuto de nuestra asociación al grupo. Algunos representantes gubernamentales crearon previamente la impresión de que Argentina sería invitada a la reunión de Fortaleza del martes 15 –la reunión cumbre del Brics propiamente dicha– y, cuando la presidenta Cristina Fernández recién viajó a la reunión conjunta Brics-Unasur-Celac en Brasilia el miércoles 16, los medios y voceros opositores se solazaron afirmando que nuestro país era tratado como “uno más” entre los demás estados de la región. La verdad parece más bien incluir elementos de una y otra perspectivas y no por eclecticismo.
En su habitual conferencia de prensa matutina, el jefe de Gabinete argentino, Jorge Capitanich, aplaudió el martes 15 la decisión de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics) de crear un banco de desarrollo propio en su sexta cumbre y remarcó que Argentina tiene un PIB “en valores corrientes calculado en moneda dólar superior a Sudáfrica, un ingreso per cápita solamente superado por Rusia y un Índice de Desarrollo Humano superior a todos los Brics”.
Al mismo tiempo, el presidente de la Confederación Nacional de Industria (CNI) de Brasil, Robson Braga de Andrade, dijo que Argentina no podría ingresar al grupo por no transmitir “seguridad jurídica” y no “caminar por una democracia plena”, una crítica curiosa, si se tienen en cuenta la corrupción y dependencia de muchos políticos brasileños de sus financiadores y las brutales represiones policiales a protestas sociales, en las favelas y cárceles.
Ya la presidenta Dilma Rousseff negó antes de la cumbre que el Brics tuviera planeado discutir el ingreso de nuevos miembros. Lo mismo declaró a continuación el ruso Vladimir Putin.
Algunos funcionarios argentinos cometieron un error comunicacional al difundir en las semanas previas a la cumbre la idea de que nuestro país estaba invitado a la reunión de Fortaleza y hasta que podría ser incluido ahora en el grupo de países emergentes. Corroboraron esta percepción declaraciones oficiales rusas y chinas que nos señalan como su socio estratégico en América del Sur. Órganos oficiosos de ambos países indicaron también la voluntad de sus líderes de integrar a nuestro país al Brics, aunque sin fijar nunca plazos.
Medios y periodistas cercanos al gobierno argentino sugirieron inclusive que el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) podría financiar en nuestras tierras grandes obras de infraestructura y hasta que el Acuerdo Contingente de Reservas (ACR) podría servir para paliar nuestros dolores financieros y cambiarios, aunque previamente a la reunión estaba claro que por ahora ambos organismos sólo financiarán a países miembro del grupo.
Miradas al Sur pudo constatar en conversaciones off the record con altos funcionarios argentinos que nuestro país nunca fue invitado a incorporarse al Brics. Si es así, se plantean dos preguntas: ¿qué quisieron decir los presidentes de los dos miembros más importantes de la asociación, cuando mencionaron a nuestro país como su socio estratégico en la región? ¿Carecían de fundamento las versiones de importantes medios oficiosos de dichos países que nos daban como futuros integrantes de la sociedad?
Tanto China como Rusia saben que no pueden implementar en la región sus estrategias (diferentes, pero convergentes) de descentralización del poder mundial sólo aliándose con Brasil, porque nuestro vecino desde siempre ha tenido una estrategia mundial ambivalente: como potencia atlántica media busca la asociación con Europa Occidental y Estados Unidos, mientras que como potencia sudamericana y de cara a África se erige en líder de América del Sur y la Lusofonía. Todavía esta última línea reconoce dos variantes políticas: en tanto el ex presidente Lula armó dentro del subcontinente una alianza policéntrica con Argentina y Venezuela que permitió a Brasil conducir Sudamérica sin ser percibido como hegemonista, el gobierno de Dilma retomó en este aspecto la línea anterior de perfilarse solo y arrastrar el carro continental. Esta política está interrelacionada con los conflictos comerciales con Argentina. Su resultado es la parálisis del proceso integracionista y del Banco del Sur.
La alianza electoral con la derecha fuerza al PT a endurecer posiciones ante Buenos Aires. Brasil no admite hoy compartir poltrona en la mesa del poder mundial. Si el próximo 1° de enero Dilma reasume como presidenta de Brasil y Argentina la recibe con un paquete de acuerdos con los más grandes y los más chicos, quizás se avenga a un trato más equitativo. Por ahora podemos ser socio externo del Brics y sacar provecho. Asociarnos al grupo es una decisión estratégica de largo aliento que demanda esfuerzo y constancia. No se la puede encarar desde la angustia del momento actual, pero vale la pena, porque bien aprovechada puede ser la vía para superar la restricción externa de nuestra economía y mejorar nuestra posición negociadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario