lunes, 13 de abril de 2015

Perú, el perfecto peón José Toledo. Alcalde Alainet

En el ajedrez estratégicamente injerencista de Washington, los peones son presentados históricamente como reyes y reinas. En el caso del jaque mate al peón/rey, Ollanta Humala está sentenciado. El fracaso, no de la gestión, sino del modelo económico es inobjetable. La transformación del otrora candidato de los frentes progresistas y amigo cercano de la orientación bolivariana fue sin lugar a dudas una de las últimas estafas que ha sufrido el pueblo peruano que confió en el mandatario castrense. El mandatario neoliberal Humala ha sido expectorado por la derecha burguesa peruana a la cual él y familia no pertenecen. Sus incapacidades personales y de liderazgo político no sólo juegan en contra del agobiante modelo, sino exacerban y empoderan las fuerzas opositoras progresistas, las cuales claramente se perfilan contrarias a los planes de la Casa Blanca y asociados.
Fracasó el contexto peruano, llevado a la deriva por un régimen que traicionó sus planes electorales, por más que, contra toda lógica, el flamante presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano Bellido, sostiene que el mandatario Humala respetó la ruta de la Gran Transformación propuesta en el inicio de la campaña. Obscena mentira y grotesco insulto a la confianza de las millones de personas y cientos de organizaciones que apostaron por un rumbo político diferente al modelo existente. Insistimos, la gestión o los gestores no son aquellos que fracasan sino el modelo económico. Agenda política anquilosada por deficiente, inicua e inmoral. En el plan A la partida de ajedrez entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala, sin lugar a dudas, Washington apostó por Fujimori contra viento y marea. La millonaria campaña demoledora del grupo El Comercio, a través de su emporio comunicacional (Tv, periódicos y radios), de igual forma que las aliadas Confied y ADEX, así como de políticos como Pedro Pablo Kuczynski Godard, ensayaron una mediocre y grosera revolución de colores al mero estilo del Este Europeo. En ese contexto, las órdenes de Washington eran eliminar cueste lo que cueste a Humala por representar el camino contrario al modelo del nefasto capitalismo popular.
Dentro del esquema del plan B, la consigna fue anular a los representantes de las fuerzas progresistas como Salomón Lerner, Aida García Naranjo, Sinesio López, y emprender la cacería contra líderes regionales. Anular el plan de la Gran Transformación reemplazándolo por la colonizadora agenda impuesta por Washington y robotizar ideológicamente al mandatario y cía. con el guión “apolítico”, “antiideológico” y tecnócrata que caracteriza la posmoderna retórica demagógica de los leales peones del modelo. Así fue, como buen militar cumplió las órdenes impuestas por sus “superiores”, actitud sofisticadamente reforzada en la Escuela de las Américas. Ahora llegó el momento de cambiar el peón obedeciendo las mismas reglas de juego. En el marco electoral de posibles peones y peonas, el peón perfecto sería Alan García Pérez. Siervo idóneo y contrario al creciente empoderamiento del proyecto Bolivariano, así como un claro defensor de los planes de saqueo de los recursos naturales y aliado acérrimo de la farsa lucha antidrogas militarizando el territorio nacional y regional. 
El plan C está claramente definido por la jugada estratégica, al querer limpiar el amplio prontuario judicial que arrastra el ex mandatario García. Una larga lista de acusaciones por corrupción se encuentra en las comisiones de investigación del Congreso de la República. Acusaciones que serían eliminadas en caso que el Congreso –en los próximos treinta días– niegue el voto de confianza al actual gabinete ministerial y Ollanta Humala decida disolver el Congreso convocando a nuevas elecciones, hecha la ley, hecha la trampa. A todas luces, entre los peones Fujimori, García y Toledo –por mencionar los que abrieron las puertas de par en par a Washington–, el peor de todos, por lo tanto menos útil, desde todo punto de vista, es el actual mandatario. Sin olvidar, dentro del un marco geoestratégico más amplio, que el Perú es el peón fundamental dentro los planes expansionistas y conspiratorios de la región.
La Casa Blanca juega a la disolución del Congreso. Su vocero “oficial” el diario El Comercio, ya emitió pronunciamiento incidiendo en la disolución del Congreso. No olviden que la idea es limpiar al peón García y postularlo a los comicios presidenciales del 2016. La astucia del juego es que al disfrazar de rey al peón (principal) en el momento del escándalo hacen caer al peón o peona sin disfraz, en este caso, la ex presidenta del Consejo de Ministros Ana Jara. El que debiera dar un paso al lado es el mandatario Humala y ser censurado por responsabilidad directa de los actos de espionaje del la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) de los cuales es acusada de complicidad Jara. Actos de los cuales el mandatario está perfectamente al tanto despachando reuniones con sus altos directivos. Verbigracia, como lo estuvo en su gestión el otrora mandatario y reo por crímenes de lesa humanidad Alberto Fujimori y su irrefutable relación con el ex Servicio de Inteligencia Nacional conducido por su brazo derecho, Vladimiro Montesinos.
Todos estos peones con disfraces de reyes, perfectos mientras duran, en un juego en donde, paradójicamente, siempre pierden y nunca ganan aquellos que juegan. Esperemos ver la entrada en escena del peón perfecto y al mismo tiempo acompañemos la reactivación de las fuerzas progresistas, quienes asumirían el reto de plantear las reglas del juego en donde el único soberano debe ser el pueblo, por siglos saqueado y vejado en todos sus derechos, el cual se alinee con las necesidades del pueblo peruano y con las esperanzas en construcción ya lideradas en la región por Unasur, ALBA-TPC Y Celac.

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