Por Salvador Gil *
La experiencia internacional indica que en general es más barato ahorrar una unidad de energía que producirla. Así es como el Uso Racional y Eficiente de la Energía (UREE) se convierte en un protagonista fundamental de las matrices energéticas de los países, ya que es una fuente de energía de bajo costo que no contamina.
Una herramienta muy efectiva para promover un uso eficaz de la energía es el etiquetado en eficiencia de artefactos domésticos. En este momento, en que el Poder Ejecutivo acaba de lanzar el Plan Ahora 12 (cuotas), quizá sea un momento adecuado para que las doce cuotas para la compra de artefactos que usan energía se concentren en aquellos de mayor eficiencia en su género, es decir los que ya tienen etiqueta A. Si fuese posible, sería deseable explorar un estímulo adicional a la adquisición de estos equipos, que se producen en el país, por ejemplo, disminuyendo su aporte al IVA o aun dando algunas cuotas adicionales para su adquisición. De este modo, no sólo estaríamos promoviendo una reactivación del consumo, sino que al mismo tiempo estaríamos aliviando el costo de las importaciones de energía. Algo similar podría hacerse desde el Estado, requiriendo que todas las compras que se hagan con fondos públicos se restrinjan a los equipos de mayor eficiencia.
Esta propuesta se realiza dentro del marco del gran consenso que existe en el país de que las importaciones de energía son una pesada carga para la economía nacional y es necesario buscar alternativas para reducir su impacto en la balanza comercial. En la Argentina frecuentemente tendemos a reducir la problemática energética a una cuestión de oferta, es decir, buscar las fuentes energéticas que satisfagan la demanda. Este enfoque es incompleto y conduce a alternativas costosas y no siempre sustentables.
En esta discusión, la alternativa de usar más eficazmente nuestros recursos energéticos es crucial. Los consumos de energía para calefacción y refrigeración en viviendas y edificios pueden disminuirse en más del 50 por ciento con diseños adecuados y buena aislación térmica, usando productos disponibles en el mercado y las normas de aislación térmica existentes. Una heladera actual utiliza un tercio de la energía que en 1973. En promedio, tiene 20 por ciento más de capacidad de almacenamiento y cuesta la mitad de los antiguos equipos, cuando se corrige por inflación. Las lámparas de bajo consumo utilizan entre un cuarto a un quinto de las tradicionales a filamento.
Sólo a modo de ejemplo, en el sector residencial, comercial y oficial, un recambio de equipos de calentamiento de agua, por los más eficientes, es decir los categoría A en etiquetado energético, combinado con sistemas economizadores de agua, aireadores y limitadores de flujo, que son de muy bajo costo (entre 10 a 20 dólares por vivienda), podría generar ahorros de consumo de entre 7 y 10 millones de m3/día, equivalente a una fracción importante de las importaciones de gas actuales y a unos 2 mil millones de dólares al año en gas natural licuado (GNL). Si se realizara un recambio total de equipos, a unos 400 dólares por artefacto, el costo anual sería de unos 400 millones de dólares al año, o sea que aun subvencionando este recambio, se lograría un ahorro neto de unos 1600 millones de dólares al año al final del programa de recambio, a la par que se promovería un importante desarrollo de la industria nacional.
Los eventos del último fin de año ilustran la falencia de reducir la problemática energética a sólo una cuestión de oferta. La inusitada ola de calor aumentó la demanda de electricidad y colapsaron los servicios de provisión a miles de usuarios. Lo que falló esta vez no fue oferta eléctrica, sino los sistemas de distribución. Una ventaja adicional del UREE es que disminuye notablemente los picos de demanda. El UREE es el fruto más bajo y más cercano a nuestras manos y quizás el menos explotado de los recursos energéticos actuales.
* Director de la carrera de Ingeniería en Energía de la Universidad Nacional de San Martín.
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