Por Luis Bruschtein
Fue un discurso duro. La Presidenta dijo que no estaba enojada, que no se podía dar ese lujo. Entonces el discurso fue pensado en ese tono en detrimento de otro más diplomático, como si hubiera sido el único posible. Las puertas al discurso negociador las había cerrado el gobierno de Estados Unidos. Porque Argentina buscó negociar desde el principio del conflicto que abrió el fallo del juez Griesa.
En ese proceso tuvo más expectativas en una resolución política a partir de la intervención de la Casa Blanca que en la languideciente lucidez del anciano juez municipal de Nueva York. Y buscó una señal que nunca llegó de la administración Obama, que se mostró amedrentada por el lobby de los fondos buitre. Los fondos sostienen a la derecha republicana y a algunos sectores también derechistas del Partido Demócrata y en ese precario equilibrio en la interna norteamericana, Argentina se convirtió en parte del botín que reclamó a ese lobby.
Toda la operación tuvo el grotesco de las viejas y malas mañas de potencia abusiva. Desde el fallo incumplible del juez, siguiendo por la cerrada negativa de los fondos buitre a negociar y por la parcialidad vergonzosa de cada una de las medidas de Griesa para acorralar a la Argentina, hasta la insólita declaración de desacato a un Estado soberano. A todo esto se sumaron las provocaciones de la embajada en Buenos Aires: las declaraciones del encargado de negocios, a cargo de la sede diplomática, y la burda carta que hicieron circular entre residentes y turistas. Las dos acciones buscaron la complicidad de los medios opositores. No fueron medidas diplomáticas, fueron agresiones.
El país está más acostumbrado a gobiernos que metieron la cola entre las patas. Era otra posibilidad que le quedaba a Cristina Kirchner. El discurso de ayer mostró que no era una opción para ella. Estados Unidos jugó fuerte con Argentina y el mensaje de la Presidenta fue que el país tomaba nota y que esta situación impactará fuertemente en el diseño de su política exterior.
Hubo varias alusiones muy fuertes. En algún momento incluso mencionó las supuestas amenazas de terroristas fundamentalistas del ISIS, justo antes de su viaje a la ONU, como una posible operación para sensibilizar su posición sobre la guerra antiterrorista a la que convocó Obama en ese foro.
El contenido del discurso abrió muchas puertas. El país tomó distancia de Washington y ya no es tan visible la idea de un posible acuerdo en enero con los fondos buitre. Cualquier acercamiento ya necesitaría gestos políticos de la Casa Blanca si no quiere que Argentina consolide su relación con otros socios, con otras razones y con otras regiones.
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