domingo, 19 de octubre de 2014

› ENTREVISTA A MARCO AURELIO GARCIA, CONSEJERO ESPECIAL SOBRE ASUNTOS INTERNACIONALES DE BRASIL “Aécio se calzó el traje del anticomunista”

Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
Marco Aurelio García es consejero especial sobre asuntos internacionales de la presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff, desde 2011, luego de haber desempeñado el mismo cargo durante los dos gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva. Sus doce años en el Palacio del Planalto, un record que pocos funcionarios alcanzaron, prueban la continuidad de una estrategia diplomática que privilegió las relaciones con Latinoamérica y afianzó la alianza con los emergentes, sellada este año durante la cumbre de los Brics en Fortaleza, ampliando la autonomía frente a Washington.
Durante los 55 minutos de entrevista que le concedió a Página/12, García manifestó su confianza en la victoria de Rou-sseff en el ballottage del próximo domingo ante Aécio Neves, a quien definió como un “anticomunista” celebrado por una derecha con añoranzas de la diplomacia de los años ’90.
–¿Por qué Aécio cuestiona la política externa de Dilma?
–Lo que él hizo durante el debate del jueves fue calzarse el traje del anticomunismo clásico al hablar de las relaciones de Brasil con Cuba... Hizo un movimiento doble, primero intentó ganarse a la gente de derecha que siempre está contra Cuba y luego trató de tergiversar las negociaciones para la construcción del puerto de Mariel. Dilma le contestó con una explicación muy correcta, diciendo que lo que hizo Brasil fue exportar servicios a Cuba en una negociación en la que las dos partes ganan. Sinceramente considero que él (Neves) está a la derecha de la política externa de Cardoso. Le recuerdo que la aproximación con Cuba comenzó durante el gobierno del ex presidente (José) Sarney (1985-1990) y continuó con Cardoso. Es cierto que durante el gobierno de Cardoso no había una gran atracción, pero hubo una aproximación.
–¿Esto es un indicio de lo que puede ser la diplomacia de Aécio?
–Creo que si ganan ellos van a intentar una reorientación catastrófica de la política externa porque lo que proponen va en contra de las tendencias mundiales y del interés nacional de Brasil y de la región. El PSDB (el partido de Neves) es socialdemócrata sólo en el nombre, el PSDB fue al encuentro de la socialdemocracia cuando la socialdemocracia europea abondonó su proyecto de Estado de Bienestar y se bandeó hacia las políticas neoliberales. En realidad nos encontramos en un período histórico que yo llamo poscomunista y postsocialdemócrata. En cierta medida son los gobiernos como el nuestro, el del Partido de los Trabajadores (PT), los que están retomando ahora algunos puntos de la agenda que antes fue de la socialdemocracia.
–Como parte de esta campaña la oposición criticó el discurso de Dilma en Naciones Unidas (ONU).
–Cuestionaron el supuesto tono electoral de la presidenta con una mala fe increíble, porque soslayaron que todos los presidentes van a la ONU para exponer su punto de vista sobre la situación internacional. Dilma habló de un mundo donde crece la desigualdad, donde hay hambre, hay crisis económica, desempleo, y explicó que Brasil está enfrentando esa crisis sin afectar el empleo ni los ingresos de los trabajadores. Esto fue dicho ante la ONU 15 días después de que la FAO retiró a Brasil del mapa del hambre.
Lo que hizo Dilma fue un discurso político como es propio de la diplomacia presidencial, y creo que esos sectores de la derecha la criticaron porque ella no se encuadra en el servilismo (ante Estados Unidos) que es tan caro para algunos. Creo que ellos sienten “saudade del servilismo” diplomático del pasado. El amor es un sentimiento que no se discute... y el servilismo es una forma perversa de amar (risas).
–Diplomáticos ligados al PSDB cuestionaron la posición brasileña sobre los bombardeos al Estado Islámico.
–La presidenta no se pronunció sobre las acciones armadas contra el Estado Islámico, ella manifestó su rechazo al accionar armado al margen del derecho internacional, sin autorización del Consejo de Seguridad, porque ya tenemos experiencia en la materia, la primera de ellas fue la de Irak en 2003 (durante el gobierno de Lula), nosotros contribuimos a que no hubiera autorización del Consejo para la invasión. Al final la acción armada se hizo y tuvo el resultado que conocemos. Irak estaba mal con Saddam Hussein, pero hoy está peor, hoy es un caos absoluto. Después vino la acción contra Libia, que hoy está hundida en el caos y no se sabe quién gobierna. A lo largo de estos años se ha fortalecido la oposición brasileña contra acciones de ese tipo.
–¿Qué impacto tendría una victoria de Dilma en la región, donde la alianza del Pacífico amenaza al Mercosur?
–No tengo dudas de que la victoria de Dilma será importante para la región, pero no creo que la Alianza del Pacífico sea un problema, incluso el gobierno de Chile que integra la Alianza, tiene interés en buscar un acercamiento con el Mercosur. La victoria de la presidenta Michelle Bachelet significó una inflexión positiva de su política externa hacia América del Sur. Uno no puede trabajar con la idea de oponer la Alianza y el Mercosur, son dos entidades que pueden acercarse. Necesitamos una discusión de fondo sobre el Mercosur y Unasur, hay que ir más allá de las ideas actuales, dejar de lado algunas pasiones nacionales y adoptar una pasión regional para ir hacia la integración productiva, porque si no lo hacemos surgirán ideas que buscarán perforar el Mercosur. El Mercosur tiene que ser un factor dinamizador de nuestras economías y Unasur debe desarrollar su estructura física y la infraestructura energética. Esto hará que la población sienta que Unasur es algo importante. Todavía hay sectores rezagados en sus ideas que creen que todo se resuelve con el libre comercio. Lo fundamental es la integración productiva. Si fuera sólo por libre comercio, Argentina y Brasil dominarían América del Sur y eso sería malo. Lo que tenemos que hacer es integrar cadenas de valor. A partir de 2015 Brasil ingresará en un ciclo de expansión económica, no tenga dudas, debido al petróleo encontrado y Brasil no puede responder a toda la demanda que esto plantea. Ya solicitamos barcos argentinos y habrá una demanda impresionante de varios sectores. A partir de 2015 y 2016 serán concluidas carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos en nuestro país, y todo esto creará un dinamismo que puede irradiarse hacia los países de la región.
–Dilma desistió de hacer una visita de Estado a Washington en 2013 luego del espionaje de la NSA. ¿Está descartado que la realice más adelante?
–Lo que pasó en 2013 fue una cosa gravísima, que haya habido espionaje contra el gobierno brasileño, contra empresas privadas, contra empresas públicas y la presidenta de la República es algo que no se puede dejar pasar como si nada. En algún momento se podrá hacer esa visita, pero esto no sería en 2014. Está claro que Brasil y América latina no ocupan un lugar privilegiado en la agenda de Estados Unidos.
–¿Eso es malo?
–Eso es bueno y es malo. Históricamente la posición de Estados Unidos hacia Latinoamérica ha sido reactiva. Estoy terminando la lectura de una biografía de Raúl Prebisch que es muy interesante porque habla de la dificultad que siempre tuvo Estados Unidos en la relación con Latinoamérica. Estados Unidos se opuso a la Cepal, no hizo un Plan Marshall para la región, y en el caso de Brasil ellos disolvieron unilateralmente la comisión económica de los dos países. Es una relación que gana cuerpo cada vez que la hegemonía estadounidense se ve relativamente amenazada. Hoy Estados Unidos no está ni siquiera muy preocupado con Europa. Su centro de interés es Asia y nuevamente Rusia, cuando Putin hizo su inflexión hacia China.
–La participación brasileña en los Brics hizo que Washington se distancie más de Brasilia?
–Uno de los asesores que tuvimos en mi oficina fue el brillante embajador Patriota, hermano del ex canciller, quien fue a muchos encuentros internacionales y él nos informó que quedó muy impactado ante la hostilidad de los “tanques de ideas” estadounidenses hacia el grupo Brics. Creo que a ellos (los norteamericanos) no les gusta que surjan perros grandes en el tablero internacional, y mucho menos que surjan jaurías, y los Brics podría ser una jauría. No tengo ninguna opinión oficial de Estados Unidos, pero es cierto que intelectuales, diplomáticos tienen una cierta preocupación con los Brics.

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