Por Sebastian Abrevaya
En un discurso con fuerte contenido político, la presidenta Cristina Fernández denunció ayer que “sectores concentrados” de la economía quieren “voltear al Gobierno con ayuda extranjera”. En ese marco, cuestionó en duros términos a Estados Unidos y rechazó la “disparatada” declaración de desacato realizada por el juez de Nueva York, Thomas Griesa, al que calificó como “senil”. En contraposición al anuncio del pago de 161 millones de dólares por el vencimiento de deuda externa, denunció un intento por “tirar abajo la reestructuración” llevada adelante con los canjes de 2005 y 2010. Durante la cadena nacional, en la que anunció la refinanciación de deudas provinciales y la creación de la Secretaría de Hábitat, también alertó sobre su integridad física: “Si me pasa algo, en serio lo digo, no miren hacia Oriente, miren hacia el norte”, remató CFK, en rechazo a la difusión mediática de un posible atentado por parte del grupo extremista Estado Islámico, que ella había mencionado en su visita al Vaticano y a las Naciones Unidas.
Como en buena parte de los anuncios presidenciales, el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada estaba ayer colmado por gobernadores, funcionarios del gabinete nacional y dirigentes sociales y políticos. Sin embargo, tras participar la semana pasada de la Asamblea General de Naciones Unidas, la Presidenta dio ayer un mensaje con un tono mucho más duro que en otras ocasiones. Se refirió especialmente a la decisión de Griesa de aceptar el pedido de los fondos buitre y de declarar a la Argentina en “desacato”. “No me sorprendió la declaración ni que en veinte o treinta días más nos pongan sanciones económicas; tal vez decidan ponerme presa si vuelvo a Nueva York. Pero yo voy a ir igual cuando tenga que ir”, desafió CFK, que además hizo un análisis sobre el momento en el que se produjo la resolución judicial. “Yo no soy ingenua, pues todo esto no es casual, no puede pensarse que es un movimiento aislado de un juez senil de Nueva York: sería una ingenuidad, y yo no soy ni ingenua ni estúpida. Y los buitres se parecen también a las águilas, tienen el mismo perfil.” La referencia al águila, uno de los emblemas de Estados Unidos, no fue inocente. El gobierno de Barack Obama fue también blanco de los cuestionamientos de la primera mandataria.
En su discurso, CFK se refirió a la audiencia convocada por Griesa el lunes pasado, en la que el magistrado consideró “ilegal” la Ley de Pago Soberano aprobada por el Congreso Nacional. “O no leyó la ley o realmente habla de cosas que no sabe”, consideró la Presidenta, que explicó que la norma contempla al 100 por ciento de los bonistas. Además, le recriminó al juez desconocer cómo se legisla en la Argentina por haber afirmado que la ley no salió del Congreso sino del Poder Ejecutivo. “Nunca se ha llegado tan lejos: es un disparate y siguen agregándose disparates”, insistió.
Tras anunciar el pago de la segunda cuota del vencimiento de la deuda, que también involucró un desembolso correspondiente al porcentaje de los fondos buitre, la mandataria afirmó que “el problema no es el dinero de los holdouts”, sino que “quieren tirar abajo la reestructuración de la deuda soberana” para que la Argentina vuelva a deber “miles de millones de dólares”. “Si para eso tienen que arrasar con la soberanía, con el respeto a las normas internacionales, no tienen ningún problema, arrasan como arrasan por todo, en todo el mundo”, aseguró CFK, quien ironizó sobre la autorización judicial al Citibank, “por segunda única vez”, a pagarles a los acreedores. La Presidenta remarcó, una vez más, que la deuda no fue contraída por su gestión ni la de Néstor Kirchner, sino que se originó con la última dictadura militar y luego se profundizó en democracia.
A diferencia de otras oportunidades, no sólo condenó la actitud de los fondos buitre y la del juez neoyorquino. Profundizó las críticas a la administración Obama, con la que la Argentina mantenía ya una tensa relación a raíz de este conflicto.
Por un lado, cuestionó el “monitoreo” que, según un vocero del Departamento de Estado, se hace de la situación argentina y el supuesto respaldo a la prosperidad del país. “Si están tan interesados en una Argentina próspera, se hubieran acordado de la Argentina en 2001, cuando le soltaron la mano después de haber aplicado sus recetas y de que David Mulford vino a retirar toda la plata”, señaló e insistió: “Si les preocupa tanto la prosperidad, por qué no dejan que la Argentina pague su deuda. La prosperidad de los pueblos no puede quedar bajo el reconocimiento de la usura”.
Por otro lado, también criticó una nota formal realizada por la embajada estadounidense “avisando que pasan cosas terribles en la Argentina”. “Plantean como si viviéramos en la peor época del Far West”, relató CFK y calificó la carta como “una inmensa provocación”. Según la Presidenta, ese texto podría tener como objetivo la expulsión del encargado de negocios, Kevin Sullivan (a cargo de la embajada), con quien el Gobierno ya tuvo un conflicto diplomático reciente por afirmar que la Argentina se encuentra en default. “No lo vamos a echar del país, a nadie”, dijo sin mencionarlo en ningún momento.
Otro párrafo central del discurso fue para los actores locales: “Acá el problema es que nosotros queremos pagar y no nos dejan, la gente quiere comprar autos y no la dejan. El problema no es de la economía ni de la sociedad, está ubicado precisamente en algunos sectores concentrados de la economía que quieren voltear al Gobierno. Y hacerlo con ayuda extranjera además”. CFK habló específicamente de una “maniobra de pinzas”, realizada por sectores exportadores y sectores financieros. Respecto del agro, sostuvo que están “sentados sobre 27 millones de toneladas” de granos sin vender y que “por ineficiencia y hasta por idiotez” perdieron plata tras la caída de los precios de la soja. Ese sector, junto a la industria automotriz, y especialmente, los bancos que especulan con la compra de títulos, buscan generar una devaluación del peso. “¿Saben para qué? Para licuarles los Convenios Colectivos de Trabajo que ustedes lograron con el aumento de más del 30 por ciento”, denunció la Presidenta.
Entre los bancos, la Presidenta apuntó a cuatro entidades: Patagonia, Supervielle, Macro, Itaú y Mariva, que a través de información privilegiada anticiparon medidas económicas e hicieron movimientos especulativos. Además, cuestionó a dos sociedades de bolsa que operan en el mercado del “contado con liqui” para obtener ganancias extraordinarias y manipular el precio del dólar ilegal.
“Saben que soy la última barrera infranqueable para que vuelvan a endeudar al país o para que se caiga la reestructuración de la deuda o para que se haga cualquier cosa con los trabajadores”, sentenció la Presidenta, quien consideró que ante estas maniobras no se trata de problemas de la economía, sino de “tres o cuatro vivos que quieren lucrar con todos los argentinos”.
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