El primer ministro aprovechó la ventaja para dar el tema por saldado for ever, pero el renunciante ministro principal de Escocia dejó en claro que, a pesar del resultado del referendo, “el sueño de la independencia no se extinguirá nunca”.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
David Cameron dio un gigantesco suspiro de alivio y los mercados festejaron con una subida de las acciones y del precio de la libra esterlina ante el triunfo del “no” a la independencia en el referendo de Escocia. El primer ministro aprovechó una ventaja de 10 puntos para dar el tema por saldado for ever. “No puede haber más debates ni nuevos referendos. Hemos escuchado la voz del pueblo escocés y es definitivo”, dijo Cameron en las puertas de 10 Downing Street.
El resultado determinó la renuncia del ministro principal de Escocia y líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), Alex Salmond, quien dejó en claro que el resultado del referendo no es for ever. “Mi tiempo como líder ha terminado, pero el sueño de la independencia no se extinguirá nunca. Acepto el veredicto de los escoceses y espero que los escoceses también lo acepten. Espero ahora que los tres partidos honren las promesas de maxidevolución de poderes a Escocia”, dijo Salmond.
Salmond, que fue líder del SNP por 20 años y ministro principal por siete, abandonará su puesto en el congreso anual partidario en noviembre. La casi segura sustituta sería la número dos del SNP, Nicola Sturgeon, quien forma parte de la izquierda partidaria y tiene una posición más dura en relación con la independencia, aunque quizás le falte la legendaria muñeca política de Salmond (ver recuadro).
Cameron, Salmond y la reina Isabel II, que reina pero no gobierna, coincidieron en un llamamiento a la unidad después de una elección que polarizó como nunca antes al electorado. El 55,3 por ciento por el “sí” y el 44,7 por ciento por el “no” sólo se definió el jueves mismo luego de que la coalición conservadora-liberal demócrata y la oposición laborista prometieran una “maxidevolución” que sube la actual autonomía un par de peldaños hasta un pleno federalismo.
Cameron indicó que el proyecto de ley sobre “maxidevolución” estaría listo en enero, pero planteó condicionalidades que no había mencionado durante la campaña. “Hemos escuchado la voz de Escocia. Ahora millones de ingleses tienen que hablar. Una parte vital del futuro será que alcancemos un acuerdo equilibrado, que sea justo para Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte”, señaló el primer ministro.
Nada de esto figuró en el compromiso de mayor “devolución” que adoptaron a días del referendo Cameron, su viceprimer ministro, el liberal demócrata Nicke Clegg, y el jefe de la oposición, el laborista Ed Miliband, y que promovió el político más popular del “no”, el ex primer ministro laborista Gordon Brown. En su conferencia de prensa, Salmond se lo recordó al primer ministro al revelar el contenido de la conversación telefónica que habían tenido en el curso de la jornada. “El primer ministro no se quiso comprometer a que la ley diera los pasos fundamentales del proceso parlamentario para el 27 de marzo, tal como lo había prometido Gordon Brown. Sospecho que no puede hacerlo porque no tiene el apoyo necesario de su partido”, indicó.
La “maxidevolución” y la enorme participación política del electorado son una indudable victoria de Salmond. En The Guardian, el analista escocés Alex Anddreou, que había comenzado como un simpatizante del “no” para terminar votando por el “sí”, señaló que el referendo cambió el panorama político británico. “No sólo la participación electoral sino la sofisticación del debate mostró que el pueblo no es idiota o innatamente apático, como quiere la clase gobernante. Este resultado es el comienzo de una conversación que mutó del nacionalismo a qué tipo de sociedad queremos. Hay muchos sectores que no están satisfechos con el neoliberalismo. El tema de la devolución de poderes a Gales e Irlanda del Norte es parte de un debate vital que tenemos que darnos”, señaló.
En este sentido, el referendo ha funcionado como una caja de Pandora que dejó al desnudo la fuerte disfuncionalidad política y constitucional del Reino Unido, que hoy tiene un gobierno autónomo en Irlanda del Norte, un Parlamento en Escocia, una Asamblea en Gales y gobiernos municipales, pero no provinciales, en Inglaterra. Entre las anormalidades figura la famosa “west Lochian question” sobre por qué un diputado escocés puede votar sobre temas ingleses mientras que un inglés no lo puede hacer sobre lo que pasa en Escocia.
Cameron señaló ayer que ésta es una anormalidad que debe terminar e indicó que propondrá que los diputados escoceses no puedan votar sobre temas ingleses. La propuesta ya ha levantado polvareda entre los escoceses, los socios de la coalición, los liberaldemócratas y los laboristas, pero Cameron tiene que contener el drenaje de votos y diputados propios hacia el UKIP, el partido independentista, que alza la bandera inglesa más que la británica y quiere la separación de la Unión Europea. “Los ingleses somos el 86 por ciento del Reino Unido. En los últimos 18 años han sido dejados de lado. Lo que ofrece Cameron no basta”, señaló ayer el líder del UKIP, Nigel Farrage.
El UKIP, que se ha convertido en la tercera fuerza política nacional, es una de las armas más importantes que tienen los nacionalistas escoceses para revitalizar sus sueños de independencia. El UKIP forzó a Cameron a convocar un referendo en 2017 si gana las elecciones en mayo próximo. En caso de cumplirse esta promesa, y si los británicos efectivamente votan por abandonar Europa, dejaría a los escoceses en una situación paradójica: europeístas a rajatabla, pero dentro de un Reino Unido por voluntad propia que se separa de la UE.
20/09/14 Página|12
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