domingo, 21 de septiembre de 2014

21 de Septiembre de 2014 Entrevista a Roberto Baschetti, autor de una "biografía narrada" sobre el escritor, periodista y militante montonero Urondo: guerrillero, poeta y amante de la vida

En su libro, el investigador del peronismo revolucionario logra una pintura rigurosamente humana, lejos del bronce, con el compromiso político y el placer por el arte yendo de la mano, algo que "Paco" fusionó hasta el final. Un relato ágil, plagado de anécdotas sin desperdicio.

Urondo: guerrillero, poeta y amante de la vida
Explorador peronista - Baschetti, reconocido por su oficio para recuperar documentos y testimonios del peronismo revolucionario, logró una biografía "narrada", donde aflora el rostro más humano de Urondo - Foto: diego martínez
El objetivo que se propuso Roberto Baschetti fue, por así decirlo, conseguir que "Paco" se mantuviera unido a Urondo. Que el poeta elogiado y el periodista de trayectoria formaran una misma identidad con el militante revolucionario, con el capitán montonero que dejó la vida en la provincia de Mendoza. Y también, en medio de esa historia múltiple, buscar que el bronce de uno y otro lado no acabaran por tapar a la persona, al tipo ingenioso y de buen humor pero con "sangre vasca" quemando en las venas, al bon vivant que nunca dejó de disfrutar del vino y la comida, protagonista de anécdotas desopilantes y arriesgadas, en medio de una experiencia política y artística que cada vez se volvía más intensa, más cercana a la muerte.
En Francisco "Paco" Urondo, de la poesía al combate, Baschetti se adentra en esa misión, para conseguir una biografía ágil, coral y, sobre todo, rigurosamente humana, lejos de la solemnidad, recogiendo la voz de quienes conocieron de primera mano al autor de Los pasos previos y La Patria fusilada. Publicado por Editorial de la Universidad Nacional del Comahue (Educo), el libro ofrece además –fiel al oficio de Baschetti para recuperar documentos del peronismo revolucionario– un exhaustivo apéndice bibliográfico con la obra poética y literaria de Urondo. Otro apartado reúne una amplia variedad de materiales donde otros escriben sobre él. Por último, se reproducen fotos, comunicados políticos, portadas de libros y partes de inteligencia.
"La idea de escribir sobre Urondo es parecida a la que me surgió cuando volvió la democracia y yo hice un libro que se llamaba Rodolfo Walsh vivo. Con Walsh pasaba algo similar: se lo reconocía por sus valores literarios, a veces a regañadientes, inclusive por Operación Masacre y lo que significó, pero se lo ninguneaba, se lo negaba o directamente no se hablaba de su opción política, de su compromiso político", explicó Baschetti a Tiempo Argentino desde el Museo Evita, donde por entonces se desarrollaba la VI Feria del Libro de Temática Peronista. "Salvando el tiempo –agregó el autor–, ahora me pasaba lo mismo con Urondo. Un excelente poeta, un eximio escritor, un hombre que hace un culto de lo que escribe y es hermoso leerlo, pero también está su opción política, que había quedado relegada u olvidada, y me pareció que era un buen momento para tratar de recuperarla, porque había mucha gente que había militado o vivido con él en diferentes etapas y todavía estaba lúcida para transmitirlo".
De hecho, esas voces son fundamentales en la biografía narrada de Baschetti. "Te van contando cosas totalmente impensadas y decís 'sí, Urondo es un personaje que podía hacer eso'. Todo esto ocurre en el medio del despelote y él se daba tiempo para escribir, para militar, para tener una nueva relación de pareja, impresionante", subraya el autor.
En ese anecdotario hay un relato en boca de Horacio Verbitsky, que cuenta el origen de su apodo. "Ambos trabajábamos en Buenos Aires en una corresponsalía y en una redacción que Jacobo Timerman había organizado para un empresario inmobiliario muy importante y 'Paco' allí me bautizó con el apodo de 'Perro'. Cuando me preguntan por qué yo respondo que por el buen carácter, pero no sé si fue por eso", contó Verbitsky. "La verdad es que 'Paco' era muy bautizador. Se divertía mucho y divertía mucho a los demás, porque cuando uno piensa en su vida, en cómo lo mataron, da una imagen muy solemne, como de libro escolar, pero él no era así", recordó el periodista.
Para Baschetti, rescatar ese rostro humano es tan importante como hacer justicia con el compromiso político de Urondo.
–En la pintura que traza el libro, queda claro que Paco nunca perdió el sentido de disfrute de la vida.
–Eso es algo que lo diferencia del resto. La idea que uno tiene del militante de los '70 es la del hombre asceta, comprometido, lejos de los placeres de la vida y lo que pueda significar un desviación de sus objetivos. Paco no era así, podía congeniar las dos cosas perfectamente. La prueba está en que a la hora de entregar la vida lo hizo sin ningún tipo de problema.
–¿En qué momento surge con claridad su opción por la política revolucionaria?
–Es con su primer viaje a Cuba, en 1968. Obviamente, él ya tenía ideas de izquierda, pero ese viaje a La Habana, que es por un congreso cultural, le permite intercambiar posiciones e ideas con otros intelectuales. En ese momento, Cuba era un foco de la revolución, que había triunfado y era una manera de pensar en esa misma opción o solución política, desde un punto de vista socialista, para el resto del continente. Después, en 1969, nuevamente va a Cuba, esta vez como jurado del Premio Casa de las Américas en el rubro teatro. Y ese mismo año va a Argel, que era otro lugar donde también se discutía la suerte del mundo en las luchas. Fue para un Festival Cultural Panafricano. Pero además de esa visión mundial, él ya tenía clara la opción del peronismo como solución para un socialismo en la Argentina; esa famosa discusión que se daba en muchos sectores de la izquierda, que reivindicaban al peronismo porque incluye a la clase trabajadora y es la herramienta para instaurar al socialismo. Esa es la alternativa que elige Urondo al ingresar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Las FAR hicieron su aparición pública el 30 de julio de 1930, con la toma de Garín. Baschetti definió a la operación como "un éxito completo, no tuvieron ninguna baja, duró 11 minutos cronometrados". Participaron 36 combatientes y uno de ellos fue el poeta guerrillero.
–¿Cómo es esa experiencia inicial de militancia en las FAR?
–Con las FAR, Urondo es uno de los que toman Garín, en las afueras de Buenos Aires, en el primer hecho armado de esa organización. Generalmente, lo que se acostumbraba entonces era hacer un comunicado, donde se dijera lo sucedido y que se tomaban las armas para la liberación de la Patria. Sin embargo, ahí se hace una presentación distinta, que va pasar a la historia dentro de los grupos armados. Hay una entrevista que se  llama "Los de Garín", con el reportaje de un anónimo entrevistador, que es Urondo, a un anónimo entrevistado, que era Carlos Olmedo (quien dirigió el operativo). Hasta en eso está la impronta de Paco, en la manera de 'presentarse en sociedad' dentro de los grupos originarios de la guerrilla. A partir de ahí, el suyo es un compromiso constante que, después con Montoneros, lo va a llevar  hasta las últimas consecuencias.
–Y en medio de ese riesgo, Urondo no dejó de escribir poesía, ni siquiera cuando estaba tras las rejas.
–La poesía era la manera que él tenía de expresarse. Quizás también tenía que ver con su forma de ver la vida, con el buen beber y el buen comer, era "un enamorado del amor", como dice Lidia "Lili" Massaferro, una de sus compañera. En fin, esa sensibilidad él la podía incorporar y llevarla a la poesía sin perder su compromiso político.
Ernesto Jauretche, ex militante de montoneros y sobrino del célebre autor del Manual de zonceras argentinas, es otra de las voces convocadas por Baschetti para recrear el ingenio de Urondo, incluso en las situaciones más complejas. En el relato de Jauretche,  ese día Paco estaba en cuclillas, insultando al aire, mientras cambiaba el neumático pinchado de un Fiat 128 que habían ido a "levantar", después de ser "expropiado" por otros militantes. Era verano y Paco tenía puesta una camperita, que cuando se incorporó quedó enganchada con la pistola que llevaba atrás, en la cintura. Por un buen rato, ni él ni su compañero se dieron cuenta de que el arma estaba al descubierto, hasta que una señora se los hizo notar. "Señor, arréglese la ropa", le sugirió. Paco salió rápido de la zozobra, apelando al absurdo. "Muchas gracias compañera –le dijo–, somos montoneros, ya vio compañera, estos son accidentes que nos ocurren a nosotros los montoneros, es que los montoneros somos así, también nosotros tenemos que cambiar las gomas de nuestros autos, pero le quedo sumamente agradecido por su aviso compañera, en nombre de todos los compañeros de la organización".
–En varias oportunidades, el libro da cuenta de los cruces entre las vidas de Urondo y Walsh, por los momentos compartidos y por el perfil de intelectual comprometido.
–Claro, también los une que ambos llegan tarde a la revolución, con 40 años cuando el promedio era de 20 años, y, digamos, con mucho que perder: una posición intelectual, un reconocimiento. Además, ninguno se va del país, asumen su compromiso hasta las últimas consecuencias. Creo que esto es porque hay hijos que también abrazan la misma causa política y con qué cara yo me voy a ir si mi hijo da la vida por ese mismo ideal.
En 1976, Urondo llegó a Mendoza, un territorio minado por la represión. La conducción de Montoneros tomó la decisión de sacarlo de Buenos Aires a raíz de su forma de manejarse en las  relaciones amorosas, alejado de la rigurosidad que marcaban los reglamentos de la organización. El 17 de junio de ese año, a los 47, Paco muere, en medio de una emboscada. "No lo degradan nunca, él muere con el grado de capitán", aclaró Baschetti. El 3 de diciembre, en Caballito, la represión asesina a Claudia Josefina, hija de su primer matrimonio con Graciela Murúa, del que también es fruto su hijo Javier. Cuando cayó Paco en suelo mendocino, estaba acompañado por su pareja Alicia Cora Raboy –secuestrada por los represores y aún desaparecida– y la hijita de ambos Ángela.
Desde ese día, la despedida de Urondo es tan grande como su recuerdo. Quizás, una vez más, haya sido Walsh quien mejor supo resumirlo, en esa nota publicada en la revista Evita Montonera: "Hoy podemos nuevamente pronunciar tu nombre, Francisco Urondo, poeta y guerrillero". «

La patria fusilada y operación masacre
Para Roberto Baschetti las coincidencias entre Francisco Urondo y Rodolfo Walsh no sólo son personales, políticas e intelectuales, sino que considera que ambos comparten además un lugar similar en la historia de muchas personas que abrazaron la militancia.
"Un día –cuenta Baschetti–, empecé a preguntarle a tipos de mi edad, que éramos pibes en los '70, por qué habían empezado a militar. Después, me di cuenta de que había dos cosas muy importantes, dos núcleos que aglutinaban el porqué habíamos comenzado a militar. Uno era haber leído Operación Masacre. En ese momento, si bien después fue una moneda corriente, que el Estado secuestra a personas, las fusilara, las matara e hiciera como que 'acá no pasó nada', era un hecho aberrante; uno lo veía con indignación y pensaba que había que pelear contra eso, para que no vuelva a pasar. Ese fue un hecho concreto que nos llevó a muchos a participar en política en los '70. Y el otro fue la Masacre de Trelew. Eso de sacar a tipos inermes de una prisión, ponerlos contra la pared y fusilarlos, fue otro acto de indignación que llevó a mucha gente a militar. Y fijate que uno de esos hechos lo contó Walsh y al otro lo contó Urondo, con La Patria Fusilada. Y me parece que no es una casualidad."

Un cuento de cortázar en la cárcel de devoto
Entre las varias historias rescatadas por el libro hay una imperdible, que tiene como protagonista principal a otro escritor. Ocurrió cuando, de madrugada y luego de convencer a los penitenciarios, Julio Cortázar logró ingresar a la cárcel de Villa Devoto, donde "Paco" Urondo estaba encerrado desde el 22 de febrero de 1973, en el epílogo de la dictadura de Lanusse. Pedro Cazes Camarero, periodista e intelectual del PRT que estaba preso junto con Paco, relató los hechos, dignos de un cuento del propio Cortazar.
"Irrumpió un oficial con unos papelitos –contó Cazes Camarero–. 'Ustedes son amigos de este Cortázar.' Nos miramos con Paco. 'Sí.' 'Bueno, firmen la autorización de visita.' Eran las cuatro menos cuarto de la matina. Entró Julio, enfurecido y triunfante. 'No saben el quilombo que tuve que hacer para entrar.' Acababa de llegar a Buenos Aires, explicó, y se vino directamente a Devoto (...) Nos pusimos a tomar mate. 'Traje guita', dijo Julio. 'Gracias', le dijimos. 'Con eso compramos fasos, dulce de leche.' 'No, giles', dijo Julio. 'Mucha guita', y empezó a sacar puñados de plata, a montones, de los bolsillos de la campera. 'Para, loco', dijo Paco. 'Guardá eso, qué hacés.' Era el adelanto por el Libro de Manuel."
Por si fuera poco, a esa escena se sumó una discusión entre organizaciones guerrilleras. Cortázar quería donar el dinero a la Comisión de Familiares de Presos Políticos, pero Urondo le explicó que había dos, una de "los perros" y otra de "los montos". En medio de la insólita discusión, Paco le sugirió que llevara la plata a Rodolfo Ortega Peña para que la repartiera. "Pero así siempre nos van a romper el culo...", sentenció Cortázar.

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