Por Juan Sasturain
Fueron dos partidos de cuartos de final bastante feos, bastante peores que los imaginados; o que los que deseábamos ver, mejor. Sabíamos que iban a resultar más trabados como resultado de la actitud más especulativa de los cuatro implicados. Pero no tanto. En realidad, fue decepcionante.
Cabe aclarar antes que nada que, en espectáculos mezquinos y con poco para resaltar, ganaron justamente los dos que –con esas reglas de juego– fueron más eficaces. Los ordenados alemanes ganaron haciendo muy poco, pero más que Francia: metieron un gol de cabeza al principio (Hummels, un central, aprovechando una pelota parada) y se perdieron un par porque Müller no estuvo fino y se la pasó discutiendo con Pitana. A los franceses les costó muchísimo llegar cerca del arco y crear peligro y sólo lo consiguieron sobre el final, cuando se soltaron un poco más. Y ahí, Manuel Neuer, el mejor arquero del mundo, solucionó todo con simplicidad. Es un monstruo ese muchacho con cara del joven Tom Hanks, pero con lomo y reflejos. Al final, Benzema se reía... Qué iba a hacer.
En cuanto al partido entre los latinoamericanos, Brasil primereó largamente a una Colombia que tardó muchísimo en calentar motores, darse cuenta de para qué estaba ahí. Los locales arrancaron mejor en actitud y en planteo de juego: un mediocampo muy combativo y el lateral derecho –talón de Dani “Aquiles” Alves– ocupado por un Maicon más confiable. Para colmo, el refuerzo de José con Guarín en el medio fue a costa de dejar solo a Teo arriba, casi una declaración de renuncia anticipada a agredir. Fue demasiado. Además, como Brasil lo abrochó muy rápido –una vez más con el gol de un central, Thiago Silva, tras una pelota parada–, no tenía cómo cambiar el rumbo y tardó demasiado en creer que podía. Lo mismo que tardaron los brasileños en dejar de creer: no recordamos haber visto antes un equipo portador de la verdeamarelha que haya jugado una media hora tan impudorosamente miserable como la última que sufrió (no compitió) el equipo de Felipao. Sólo le faltó poner al otro arquero... En resumen: Brasil ganó sin que le sobrara nada y Colombia dejó la sensación de que habría podido hacer más. Tardó en creer. Con un Neymar en cuentagotas y mucha actitud, otra vez al local, como ante Chile, lo salvaron con sus goles los del fondo: Thiago Silva y, sobre todo, el carismático baby face David Luiz, un jugador bárbaro.
Lo de Alemania también se definió por los jugadores del fondo de la cancha. Por eso: guarda hoy, nosotros, con los belgas. Después “no preguntes por quién están doblando las campanas...”
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