Por Luis Bruschtein
Hasta mañana seguiremos siendo “nosotros”, pero “esa maldita primera persona del plural”, como la llama Sabina en cuestiones de amor, pasará con el Mundial. Ya sin la Selección en la cancha, regresaremos a la pequeña tribu de los yo, aunque seguirá el partido de los buitres contra “nosotros”. Esa diferencia entre el yo y el nosotros, donde esa primera persona del plural sólo está autorizada culturalmente para el deporte, hace posible que los representantes de los fondos buitre puedan pensar en una visita a la Argentina para buscar aliados. Ellos piensan que hay una parte de ese colectivo que el fútbol define como “nosotros” que se favorece con la ruina de todos los demás. El conjunto más grande sale fortalecido por el fútbol y se achica en otros temas, como el de los buitres.
En esa cuenta con el sistema de conjuntos apareció como un factor multiplicador el Fútbol para Todos. Antes, el hecho de disfrutar un partido de fútbol estaba expresado por un deseo que solamente se satisfacía en forma estamentaria según la capacidad económica. Para acceder a los partidos había que comprar un paquete. Para acceder a los goles, otro. Y al que no le alcanzaba, se tenía que conformar con un relato en off mientras la cámara enfocaba a la tribuna. Si hubiera aparecido en ese momento, el HD hubiera sido otro precio y hubiera agregado otra subdivisión.
El fútbol, que actúa como un campo de identificación más amplio aún que el de la Nación (como se ve en el ejemplo de los buitres), estaba lleno de subdivisiones y barreras. Estas subdivisiones, que excluían según el nivel social, reproducían el modelo de sociedad del neoliberalismo. De esa manera, el deporte se parcelaba ideológicamente por el neoliberalismo. Se asumían como naturales esas subdivisiones excluyentes según el nivel social. Era lógico que el que tuviera más plata tuviera acceso al espectáculo completo: los partidos, con los goles y el HD. Y, según su capacidad, eran excluidos de lo que no pudieran pagar. Es la idea que tiene el neoliberalismo de las actividades humanas, incluyendo a la educación, la cultura y el deporte. Para Menem, a la educación de calidad había que pagarla y no invirtió nada en educación pública. Mauricio Macri ha dicho que lo primero que haría sería cancelar Fútbol para Todos.
Los altísimos niveles de audiencia que tuvo la Televisión Pública en los partidos del Mundial, con promedios de más de 40 puntos y picos de más de 50 puntos, de los más altos en la historia de la televisión en Argentina, dan una idea del impresionante fenómeno de masas que produjo la democratización de la televisación del fútbol. El surgimiento de Fútbol para Todos fue enfocado por la oposición sólo como parte del enfrentamiento del Gobierno con el Grupo Clarín. Más tarde lo cuestionó también como una herramienta de propaganda del Gobierno. Las capas medias y altas habían naturalizado esa segmentación económica en la socialización del fútbol y la oposición no le concedió en ningún momento la posibilidad de que Fútbol para Todos formara parte esencialmente del proceso global de democratización de la sociedad.
Millones de personas de todas las edades y condiciones sociales, desde los más ricos hasta los más pobres, viendo los partidos del Mundial de Brasil desde todos los rincones el país, desde las capitales hasta los puntos más retirados, podrá ser expresión de alguno de esos cuestionamientos, pero centralmente y muy por encima de cualquiera de ellos constituye un fenómeno inclusivo multitudinario. Fue el salto de un sistema excluyente y segmentado a otro de democratización abierta. La inclusión es de por sí democratizante, porque implica ampliación de derechos, porque abre a la sociedad y quita barreras que se originan en jerarquías calificadas. Por su vinculación con la actividad deportiva más extendida del país y por las implicancias emotivas que tiene, Fútbol para Todos se ha convertido en uno de los mayores aciertos del Gobierno y en uno de los símbolos más visibles de una propuesta de país inclusivo.
Muchas de las banderas que llevaron hinchas argentinos a las canchas brasileñas, y que se multiplicaron en las pantallas de televisión, mostraban consignas que aludían al conflicto con los fondos buitre. Es una disputa de carácter planetario, donde la Argentina aparece como uno de los contendientes. En todo el mundo, la posición argentina ha sido tomada como una de las nuevas banderas de los movimientos populares, es una reivindicación nacional y a la vez internacional, y en ese gran escenario, el gobierno argentino aparece como representación del polo popular. La solidaridad con la Argentina en esta disputa se ha convertido en un delimitador de territorios amplios y de una gama adscripciones que van desde las más técnicas y asépticas, que temen por el poder desmedido de los fondos especulativos, hasta las más políticas y militantes de los gobiernos y movimientos populares.
Los buitres invirtieron fortunas en publicaciones internacionales para difamar al gobierno argentino, presentarlo como dictadura bananera, como deudor incumplidor, como administración incapaz e ignorante, como personajes extravagantes. Tuvieron como aliada en esa tarea a la corporación de grandes medios de la Argentina, embarcada en la misma cruzada para defender sus intereses, uno de los más importantes afectado también por Fútbol para Todos.
En la Argentina, periodistas, opinadores y supuestos especialistas trataron de evitar que el Gobierno llevara la disputa a un plano más político, y desvalorizaron los planteos de la ONU, la OEA, del G-77+China, de Unasur, Mercosur y la Celac. Fue una forma de trabajar para los fondos buitre, que no quieren que este debate se extienda y lleve a reglamentaciones que regulen sus actividades. El Gobierno publicó solicitadas en Estados Unidos explicando su posición, y al depositar sus pagos en el Banco de New York motivó que varios bancos objetaran el fallo del juez Thomas Griesa.
La presencia en Buenos Aires de Nancy Soderberg y Robert Shapiro, del Grupo de Tareas (American Task Force Argentina) que financian los buitres para operar contra la Argentina, fue forzada por la estrategia del Gobierno que tanto se esforzaron por desvalorizar los operadores del frente interno. El mismo jueves, los fondos buitre publicaron solicitadas en Clarín, La Nación y otros medios locales, y Shapiro y Soderberg organizaron una cena con periodistas de estos medios. Al mismo tiempo que se victimizaban en las solicitadas, pedían al Congreso de los Estados Unidos que se prohíba la importación de carne argentina. Los medios que enviaron representantes a la reunión con el Grupo de Tareas que se realizó en el Palacio Duhau del Hyatt Park fueron los mismos que trataron de demostrar que la estrategia del Gobierno de promover esta discusión en organismos internacionales no era importante. Por el contrario, el viaje relámpago al país de Soderberg y Shapiro demostró que esa estrategia está produciendo un efecto que molesta a los fondos buitre.
Tanto Clarín como La Nación publicaron la solicitada del Grupo de Tareas en una página impar entera, junto a páginas con artículos donde se criticaba la posición del gobierno argentino, como si el medio se convirtiera a su vez en vocero de estos avisadores. En el caso de La Nación, fue junto a la edición del Wall Street Journal que suele traer notas favorables a los fondos buitre, donde entrevistan a pequeños bonistas “esperanzados” por el fallo del juez Griesa o restan importancia a las consecuencias que tendría un nuevo default argentino.
A pesar de los esfuerzos de la quinta columna argentina que trata de minimizar el flanco político del conflicto con los buitres, la sola existencia del Grupo de Tareas, integrado con políticos norteamericanos que cobran sueldos millonarios, demuestra la importancia que le asigna el adversario a la puja política para incidir en los aspectos judiciales y económicos de la disputa. El viaje de sus representantes a la Argentina expuso también su interés por reafirmar los aliados locales y debilitar la posición del gobierno argentino.
Cuando finalice el partido de mañana, el cálido “nosotros” que sobrevoló el Mundial será resignificado por este partido de otras características contra los fondos buitre. Los buitres vienen por “nosotros”. La pregunta será quiénes dejarán de formar parte de este deportivo “nosotros” para jugar con el enemigo contra “nosotros”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario