Agencia Paco Urondo: ¿Qué impacto tuvo el paro?
Mariano Martin: Fue un paro a media máquina, para decirlo así. Hay que ponerlo en contexto con las ultimas medidas de fuerza y la potencialidad que tiene Moyano y sus aliados circunstanciales. Fue un paro con menor contundencia que el de abril pasado. Eso tiene casi todo que ver con la deserción de los colectiveros de la UTA.
Hasta visualmente ya fue distinto, aunque la fisonomía y el ritmo de la ciudad no fueron los de un día laboral común y corriente, pero hubo un nivel de movimiento que no se había notado en abril, cuando la Ciudad parecía un día feriado.
Sobre esto tomo nota Moyano, que deberá revisar su estructura de alianzas y su solidez. Es difícil que un hombre como Moyano haga una autocrítica porque, como casi todo dirigente, tiene la soberbia propia del lugar que ocupa.
En definitiva, fue un paro de alcance intermedio. Una medida de fuerza más asimilable al paro de noviembre de 2012, cuando no estaban los colectiveros ni los maquinistas ferroviarios, que en el caso de estos últimos, en ésta oportunidad sí participaron. No obstante, en aquella oportunidad, Moyano se garantizó la efectividad del paro de la mano del gremio de señaleros, que lo acompañan desde hace mucho tiempo.
De todas formas, en última instancia cumplió su objetivo, que fue mantener en alto la situación de conflictividad con el gobierno nacional, sin ninguna expectativa de respuesta inmediata. Por otro lado, cumplió en hacerle saber a los presidenciables de 2015 que Moyano es otra vez el hombre con quien habría que negociar en el plano sindical.
APU: ¿Cómo piensa el rol de la izquierda tradicional en los paros de abril y éste?
MM: Es similar. En este caso diría que fue más funcional. En vistas de que dos días antes se supo que iba a haber colectivos, Moyano hizo un cambio discursivo muy notable. En abril, su posicionamiento respecto de los piquetes era muy crítico. En cambio, en la previa de esta medida de fuerza tanto Hugo Moyano como su hijo Pablo, decían que las movilizaciones no se iban a poder evitar, que quedaba a conciencia de cada uno. Una vez que estuvo ejecutada la medida de fuerza se daba el lujo de ningunearlos, en esta especie de esquizofrenia que existe entre el sindicalismo tradicional y la izquierda mutuamente.
La izquierda dice detestar las estructuras burocráticas del sindicalismo mas tradicional pero en toda medida de fuerza lanzada por éstas te encentras con que se suben inmediatamente a las medidas. Al mismo tiempo, Moyano desprecia la construcción política de la izquierda pero se vale de ella para generar un clima que le hiciera pensar a los trabajadores que era más conveniente quedarse en casa.
APU: ¿A qué adjudicaría la feche elegida para realizar el paro? ¿Lo relaciona a la situación de la economía general?
MM: Moyano había analizado parar a mediados de agosto. Sólo dilato la medida por un pedido concreto de la UTA y La Fraternidad de postergarla porque estos dos gremios, junto a Camioneros, tenían un congreso internacional en Bulgaria. Además, tanto UTA como La Fraternidad querían negociar con el gobierno.
La Fraternidad no consiguió nada en particular. La UTA le arrancó lo que necesitaba, que era centralmente la garantía de costos de su aumento salarial vía subsidios y compensaciones. También negoció la posibilidad de un centro de capacitación en el barrio de Once y una serie de prebendas que venían negociando con funcionarios del área de Transporte y Planificación, que de la mano de Julio De Vido viene recuperando un protagonismo silencioso en su relación con los sindicatos, vínculos que había perdido a partir de la ruptura de Moyano.
APU: En cuanto a la agenda de reclamos planteada, ¿tiene alguna relación con la coyuntura económica actual?
MM: Es una opinión muy personal. La agenda es intrascendente. Podría haber sido ganancias, el empleo en negro o la desocupación. Moyano quiso capitalizar un descontento creciente con el gobierno por un agravamiento de las condiciones económicas. Si fuese sólo el impuesto a las ganancias el reclamo, sería muy acotado como para garantizar masividad.
El resto de los ítem habría que rastrearlos, ver cuáles comparten la CGT Azul y Blanco, la CGT de Moyano y la CTA de Micheli, porque estaban entremezclados. La inflación quizás fue uno de los ejes más abarcativos. Pero insisto, los reclamos puntuales fueron anecdóticos.
APU: ¿Cómo quedó parado el sindicalismo oficial?
MM: Muy mal. En cuanto obtención de beneficios, el mismo día del paro el gobierno publico una medida que duplico la cantidad de recursos que se destinan a la cobertura de tratamiento médicos costosos y complejos que reembolsa el gobierno y representan mucha plata. Ahora, en términos de visibilidad es cada vez más deslucido el rol de la CGT Caló. Es una central obrera que ha optado por allanarse sin prácticamente obtener nada visible a cambio. Si tenemos en cuenta que lo más concreto pasa por las obras sociales, eso no tiene una gran visibilidad ya que no representa una mejora salarial general.
No extraña esta actitud de allanamiento en el caso de Yasky, que nunca sacó los pies del plato. Pero Caló que circunstancialmente hacer escuchar una voz de protesta o quiere hacerle saber al gobierno que no cuenta con su alineamiento automático, termina ofreciéndolo sin nada a cambio. Me parece muy deslucido.
APU
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