Por Raúl Kollmann
El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, le contestó ayer el oficio que le envió la jueza María Romilda Servini de Cubría en el marco de la causa en la que se investiga el desvío de efedrina –un precursor para fabricar pastillas consideradas estupefacientes– hacia narcos mexicanos. Parrilli le hizo saber a la magistrada que tiene que especificarle el día y la hora de las llamadas que está analizando, porque las comunicaciones entraron a un conmutador y para identificar a qué interno fueron derivados es necesario saber con precisión cuándo se hicieron. La respuesta de Parrilli fue esencialmente técnica, aunque en el diálogo con los periodistas el funcionario mencionó que “las declaraciones de la jueza el viernes fueron inadecuadas”. Es que Servini había dicho que narcos llamaron a la Casa Rosada. Es cierto que segundos después, en la misma entrevista, precisó que se refería a los hermanos Zacarías, dos de los cuales –que trabajaban en la Sedronar y el PAMI– están siendo investigados por la efedrina.
El choque entre la magistrada y la Casa de Gobierno es llamativo. Servini de Cubría mandó un oficio a Parrilli el viernes a la mañana, preguntándole quiénes eran los responsables de determinadas líneas telefónicas de la Rosada entre 2004 y 2008. Muy pocas horas después, tras el mediodía, habló por la radio y dijo que si no le mandaban la información, allanaría la Casa de Gobierno. La amenaza no se producía ante un incumplimiento oficial, ya que es lógico que cualquier administración tarde cuatro o cinco días hábiles en responder un oficio judicial. Parrilli le contestó ayer, el primer día hábil posterior al requerimiento.
Las respuestas no deben haber dejado muy conforme a la jueza: es que Parrilli le pidió más datos para poder identificar quién atendió el llamado.
- El secretario general de la Presidencia consignó en su contestación que hay dos de las líneas que nunca pertenecieron a la Casa Rosada.
- Respecto del resto, señaló que las llamadas entraban o salían del conmutador de la Casa Rosada y se iban asignando de acuerdo con la línea que quedara libre. Como las líneas se compartían, el funcionario le mencionó a todos los responsables de las distintas áreas en esos años: el propio Parrilli en Secretaría General, Carlos Zannini en Legal y Técnica; Daniel Scioli y después Julio Cobos en vicepresidencia; Aníbal Fernández y luego Florencio Randazzo en Interior; Alberto Fernández y luego Sergio Massa en Jefatura de Gabinete, y así sucesivamente, agregándose otras dependencias como la Secretaría de Medios, la de Coordinación de Presidencia o la de Coordinación de Asuntos Políticos.
Parrilli sostiene que es posible determinar a qué interno de la Casa Rosada entró una llamada, pero que se necesitan datos precisos: día y hora exacta, teléfono desde el que se hizo o al que se hizo esa llamada. A partir de esos elementos, el secretario puede establecer quién recibió o hizo la comunicación.
La propia Servini mencionó el viernes a los hermanos Zacarías, que están siendo investigados en el expediente en el que ya fueron procesados el ex titular de la Sedronar José Ramón Granero y su segundo, Gabriel Abboud. Es que en aquellos años se pasó de una importación de unas pocas toneladas de efedrina a 47, y se sospecha que las 41 toneladas agregadas a la importación normal se desviaron hacia dueños de droguerías que luego, a su vez, desviaron el precursor a personas sospechadas de participar en maniobras de narcotráfico. Uno de esos titulares de droguerías, Alfredo Abraham, fue condenado el viernes a 11 años de prisión por el delito de participación en operaciones de narcotráfico.
Servini de Cubría parte de varios elementos que fueron consignados por el periodista de Página/12, Horacio Verbitsky ya en 2009. Quien debía controlar el ingreso de efedrina era la Sedronar, y Verbitsky no sólo se refirió en ese momento al ingreso irregular del precursor, sino que mencionó al propio Abraham como una de las personas que entraba y salía sin problemas de la Sedronar. Cinco años más tarde, Servini procesó a la cabeza de la Sedronar de aquella época y ahora está poniendo la lupa sobre uno de los hermanos Zacarías, Miguel, que era mano derecha de Granero en esa secretaría, y otro hermano, Máximo, que se interesó por una importación de mil kilos, según un testimonio que consta en la causa. Hay otros dos hermanos: Rubén, que trabajaba en Ceremonial de la Casa Rosada, y Luis, que es personal de planta desde 1991, que perfectamente podrían ser receptores de llamadas familiares en la Casa de Gobierno. Pero eso lo determinará la investigación.
La jueza ha hecho trascender que Abraham hizo tres llamadas al conmutador de la Casa Rosada en 2007. Habrá que determinar si esas comunicaciones se hicieron o no y a qué internos. Seguramente la hora de esas llamadas está en las sábanas de entrecruzamientos que tiene la magistrada y, con los datos más precisos, Parrilli podrá contestar sobre los internos.
Verbitsky contó a principios de este mes que el desvío de efedrina se interrumpió a raíz de un decreto de la Presidenta que laudó en el tema. Había presiones de la DEA y de la SIDE para que el control siguiera en manos de la Sedronar, mientras que el ministro del Interior, Aníbal Fernández, designó una comisión de notables –entre ellos el camarista Horacio Cattani, la psicóloga Eva Giberti y la fiscal Mónica Cuñarro– que recomendaron que el control sobre la efedrina pase a la Administración Nacional de Medicamentos (Anmat). Tras el decreto presidencial que se inclinó por esta última variante, se estima que el desvío de efedrina pasó de 41 toneladas a una cantidad ínfima de 26 kilos.
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