martes, 21 de octubre de 2014

ENTRE LA VUELTA DE OBLIGADO Y LOS BUITRES

Con los fondos buitre volvieron los viejos y remanidos discursos acerca de nuestras victorias, reales o morales, sobre los enemigos de la patria. Lo mismo que con la Vuelta de Obligado o la Guerra de Malvinas: perdemos, pero nos dicen que ganamos. Como diría Mafalda: "¡Otra vez sopa!".
Ahhh, mi querido academicista Romerito, (y sus culatas de la Universidad de San Andrés) por favor no cite a Mafalda, es demasió popular para Ud… 
Si hay hechos fundamentales de nuestra historia (y mire que tenemos muchos) sobresalen tres que son la esencia de la Identidad Nacional (¿sabe que significan estas dos palabras?)
Uno, la gesta libertadora del General San Martin, el Segundo es la Guerra del Paraná, más conocido para Ud. como la Vuelta de Obligado y el tercero es la Guerra de Malvinas.
Romerito, no perdimos ni ganamos, DIMOS PELEA… por supuesto que cuando uno enfrenta al enemigo, lo hace con la convicción de ganar. Ud. Cree que San Martin, no corrió riesgos de perder?. O acaso piensa que el Brigadier General Rosas, no sabía, que se enfrentaba a las dos flotas más poderosas de esa época? Con Malvinas paso lo mismo, no creo que ningún oficial del ejército argentino, fue a Malvinas con la seguridad absoluta que ganábamos, No!, pero fueron lo mismo, combatieron igual, dieron su vida.
El Día de la Soberanía Nacional conmemora la victoria de 1845 sobre los ingleses en Obligado. En rigor, no luchó allí la Nación, que estaba en pañales, sino la provincia de Buenos Aires, defendiendo un interés propio.
Otra vez Romerito, esconde como es de rigor y tergiversa palabras, para ocultar la verdad. No fueron solo los ingleses en Obligado, también estaban los franceses y muchas embarcaciones mercantes brasileras, norteamericanas y portuguesas artillados como barcos de guerra.
Además, nuestra Nación nunca estuvo en pañales, será alguna fijación que tiene UD. de su lejana niñez.
Y no fue una victoria, pues ganaron los ingleses. Con esfuerzo, si se quiere, pero ganaron; sus barcos pudieron llegar hasta Corrientes y también siguieron bloqueando el puerto de Buenos Aires.
Dígame por favor, No se cansa de mentir?, o le pagan por ello?, SI GANAMOS!!! Tuvieron que firmar un rendición y hacerle un desagravio a nuestra bandera con 21 cañonazos!
Los franceses (a lo que Ud. Ignora) firmaron un tratado, reconociendo la soberanía nacional, un año después. 
Por si se olvida, Rosas también lucho, como nuestra Presidenta, con los bonoleros!!
La épica victoriosa se construyó posteriormente, durante el largo proceso de formación de nuestra nacionalidad y de su historia. Hubo quienes se centraron en la construcción republicana de Rivadavia, Mitre, Sarmiento y Roca. Otros eligieron la óptica nacional, popular y antiimperialista, exaltaron a Yrigoyen y a Perón, y buscaron sus antecesores. Así fueron integrados Rosas o Felipe Varela, el azote del imperio británico, y la derrota de 1845 fue convertida en un triunfo de la Nación. Fueron ellos quienes postularon la perenne existencia de un pueblo nacional unido detrás de un jefe, y denunciaron a sus enemigos, de adentro o de afuera, conjurados contra la nación y su grandeza. El discurso engañador y triunfalista de la epopeya de Obligado reapareció en la Guerra de Malvinas y luego en el actual combate contra los holdouts o buitres.
Hablando de “engañador” es Ud. que descree de un Pueblo Nacional, que lucho con San Martin, Rosas y los caudillos Federales, Yrigoyen, Perón y ahora con Cristina.
En Malvinas, la Argentina reivindica discutibles razones históricas y geográficas y a la vez desconoce los derechos de sus habitantes, los islanders.
Perdón?. Que infamia la suya, de reconocer los derechos de nuestros invasores, lo voy a condecorar con una palabra que lo define: CIPAYO .
Muchos gobiernos nacionalistas del siglo XX, con criterios territoriales parecidos, llegaron a extremos como la limpieza étnica. Desde otro punto de vista, vale la pena recordar que en el siglo XVIII la tradición democrática se fundó en el contrato político de los individuos y no en la soberanía de los territorios. Estas cuestiones pueden discutirse razonablemente, como lo hizo la Argentina hasta 1976 y volvió a hacerlo desde 1984. Pero en materia de acciones, en 1982 nuestro gobierno inició una guerra injusta, agrediendo y sometiendo, en nombre del principio abstracto de la integridad territorial, a un conjunto de personas pacíficas, con derecho a decidir sobre su destino.
Ja ja ja, ¿personas pacíficas?, le recuerdo señor erudito, que las tropas argentinas al liberar nuestro territorio ocupado por la fuerza, tenían órdenes precisas no agredir (aun a costa de sus vidas) al invasor inglés.
Aquí estoy de acuerdo con Ud. los kerpers tienen el derecho a decidir su destino, pero acatando nuestra Constitución Nacional.
El gobierno proclamó entonces la defensa de los sagrados intereses de la patria y además, la lucha contra el imperio, la "pérfida Albión", el eterno enemigo. El endeble argumento no resiste a la prueba de la razón, pero la interpelación resultó tremendamente eficaz. Basta con recordar la Plaza de Mayo del 2 de abril. Nuestra cultura política está saturada con estas imágenes y sentimientos acerca de la nación, su destino y sus enemigos. Se dirá quizá que son los militares o los peronistas. Pero no es así: ideas similares pueden encontrarse en buena parte de las fuerzas políticas. En alguna medida, están en la cabeza de todos nosotros.
En la de Ud. no creo!
Por eso son la base para un discurso político de eficacia formidable. Sólo se necesita la ocasión que lo haga verosímil. Bien usado, logra encolumnar multitudes detrás de quien se lanza a la batalla contra los grandes poderes y convence de que la está ganando. Aquella invención de la victoria de Obligado se reiteró con la Guerra de Malvinas hasta el 14 de junio de 1982. Fue un día triste; pero pudo haber sido el primero de la verdadera liberación que necesita la Argentina: acabar con su enano nacionalista y con quienes lo manipulan.
No fue así. Como tantas otras promesas de 1983, ésta se fue desvaneciendo. El espíritu "malvinero" renació aquí y allá. Muchos pensaron que la gran culpa de los militares -y sólo de ellos- fue haber sido derrotados. Les reprocharon el engaño, la ilusión, pero no su nefasta acción. Si hubieran ganado, o por lo menos alcanzado un resultado honroso, probablemente, los argentinos les habrían reconocido el mérito, atenuando u olvidando sus otros crímenes. El ánimo "malvinero" encontró otro tortuoso camino: recordar a las víctimas de la guerra. Más allá de sus padecimientos -compartidos con otros miles de argentinos-, se afirma que los combatientes se sacrificaron por la patria. Es cierto que se sacrificaron. Pero el argumento sirvió y sirve para convertir la invasión a Malvinas en una causa patriótica, una guerra justa. Manipulados en la guerra, los combatientes de entonces vuelven a ser manipulados por el discurso nacionalista.
Invasión a Malvinas? No se invade lo que es propio. Prefiero un discurso Nacional y ser un escriba de los intereses antinacionales.
¿Quién puede asombrarse entonces de la manera como el actual gobierno trata el asunto de los holdouts? Esta administración no se caracteriza por negociar bien con los acreedores ni por tener una visión estratégica: un día se niega a discutir y otro lo concede todo. Así llegamos a esta situación potencialmente catastrófica. Pero a la vez, en lo que realmente le importa, el Gobierno está obteniendo éxitos notables. Quizá sean efímeros, como el de Galtieri y su plaza en 1982, pero no son distintos de los que viene logrando con sus tandas regulares de anuncios nunca cumplidos. Decidido a vivir al día y a contabilizar diariamente los puntos de su popularidad, el Gobierno tomó el asunto de los holdouts como una ocasión para agitar el nacionalismo y para sumar un nuevo enemigo a su amplio repertorio de poderes concentrados que conspiran en contra de nuestra grandeza.
En el mundo real, los holdouts son el previsible resultado de las negociaciones de 2005 y 2010, que crearon la ocasión para obtener legalmente beneficios extraordinarios. El Gobierno los descalifica por la ganancia desmedida que obtendrán, como si fueran culpables de aprovechar una pelota que les quedó picando en el área. El mundo no funciona así. Los fondos buitre no actuaron de manera diferente que la de aquel modesto abogado de Río Gallegos, quien lucró con la miseria de los afectados por la resolución 1050.
Romerito, si este modesto abogado, estaría con vida, seguramente, lo iría a buscar para ponerlo en su lugar. Pero como yo, lo he hecho otras veces, puedo tomarme el atrevimiento de ponerme en su lugar (lástima que se prohibió) y retarlo a duelo. Igual, algo parecido podemos hacer… lo dejo en su consideración.
El Gobierno se ha movido muy bien en su terreno favorito: el discurso. Comenzó por llamarlos fondos buitre y sacó el tema del terreno de la ley o la economía para colocarlo en el de la moral; como Tomas de Aquino, habla de usura. También lo ubica en la conocida saga de la lucha entre la nación y el imperio. Sumando los dos motivos, el triunfo del Gobierno fue completo, como lo ha sido casi siempre. Hasta los más decididos opositores adoptaron con naturalidad una denominación que conduce inexorablemente a la antinomia "patria o buitres". Todos lo han hecho con una inquietante naturalidad, sin advertir que, como en el caso de YPF, las palabras llevan a un terreno discursivo ya marcado, cómodo para el Gobierno y culposo para los opositores. No hubo cuestionamientos frente a esta manipulación del nacionalismo, que coloca una cuestión contractual en el ámbito de la moral y de los sagrados intereses de la patria. La Argentina razonable -se constata una vez más- está floja de convicciones y de argumentos.
En rigor, es el Gobierno quien antepone sus mezquinos fines políticos a los intereses nacionales. En este aspecto, vale la pena compararlo con Rosas. Pese a usar ampliamente el recurso de partir al país en amigos y enemigos, fue muy prudente en su negociación con Inglaterra. El combate de Obligado le sirvió para mostrar los costos de la "diplomacia de las cañoneras". Mientras defendía con fuerza la soberanía política, Rosas mantuvo los vínculos comerciales con Gran Bretaña, base de la prosperidad de Buenos Aires, su elite, su pueblo y su gobernador. Negoció con obstinación sobre el bloqueo británico a Buenos Aires, pero con discreción, sin agitar banderas, o agitando otras, como el tero. Mantuvo su intransigencia hasta conseguir que, en 1849, los ingleses reconocieran los derechos de la Confederación sobre los ríos y levantaran el bloqueo. Rosas no confundían los hechos con las palabras. Carecía de sueños fundacionales o regeneradores. No creo que la nacionalidad lo conmoviera mucho. En conjunto, no le fue mal. Podría servir de ejemplo.
Otra vez, se equivoca, Rosas, como la Presidenta Cristina, tienen sueños y los dos, por todos los medios defienden la Soberanía Nacional, palabras y hechos que Ud. no entiende por ser un cipayo y un idiota útil a los intereses extranjeros.

El autor es miembro de la Universidad de San Andrés y del Club Político Argentino

2 comentarios:

  1. Disculpe, pero ambos interlocutores hablan desde la ignorancia más básica de lo que fue un hecho histórico memorable. El combate de la Vuelta de Obligado es considerado como un símbolo, y es orgullo nacional, pero definitivamente fue una derrota militar. En notable que ninguno de los oradores y casi nadie de la gente con voz y voto sepa que lo que sí fue una gran victoria fue la batalla de Quebracho, al norte de Rosario, cuando esos mercantes y barcos de guerra volvían de algunas rapiñas hechas sobre el Paraná norte. En esa batalla es que se ganaron esos cañonazos de desagravio.

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  2. El 13 de julio de 1846, Sir Samuel Tomás Hood, con plenos poderes de los gobiernos de Inglaterra y Francia, presenta humildemente ante Rosas: "el más honorable retiro posible de la intervención naval conjunta".

    Juan Manuel de Rosas A lo que el Restaurador de las Leyes les haría pagar con un buen precio ganado, "en honores y de laureles":

    - El fin del Bloqueo Naval de Francia e Inglaterra a los puertos argentinos.
    - Devolver la Flota Argentina capturada.
    - Devolver la Isla Martín García.
    - Saludar la Bandera Argentina con 21 cañonazos, por parte de cada una de las Flotas intervinientes.
    - Reconocer la Soberanía Argentina y la NO navegación de los ríos interiores.

    Todo ello como resultado de la Guerra del Paraná, que incluye Obligado y Quebracho, entre otras acciones de guerra, Gracias por su aporte. GB

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