lunes, 20 de octubre de 2014

El derecho de los pobres

En el día de hoy fue identificado el cuerpo de Luciano Arruga. Su familia, junto a los organismos de DDHH que los acompañaron durante años, dieron la noticia en una conferencia de prensa a la que asistimos.
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Por Juan Ciucci
Un pibe es apretado para que robe para la policía bonaerense, se niega y es sistemáticamente hostilizado por la comisaría de su barrio. Un día del verano de 2009 desaparece, su familia se moviliza rápidamente sospechando de la participación de esos mismos policías. Recorren hospitales, golpean puertas, nada se sabe. La sociedad tarda en reaccionar, hasta hoy algunos no tocan el tema por diversas mezquindades políticas. Luego de casi seis años es identificado su cuerpo, que figuraba como NN en el cementerio de la Chacarita desde aquellos días del verano´09.
¿Acaso haya que decir algo más? Si ponemos los datos precisos, quizás la historia comience a ser más conocida, un nombre que se escuchaba cada tanto, en las fechas que nos recordaban el paso del tiempo. Pero podría ser la historia de muchos, de la violencia institucional contra los pobres, contra los jóvenes, contra sus vidas, sus cuerpos, sus familias, sus deseos.
En el día de hoy fue identificado el cuerpo de Luciano Arruga. Su familia, junto a los organismos de DDHH que los acompañaron durante años, lo dieron a conocer en una conferencia de prensa a la que asistimos. Las palabras contaron lo que se sabe hasta aquí. En medio del dolor del decir, la madre se desmaya, los “periodistas” buscan la obscenidad de esa imagen, se les pide que no lo hagan, se quejan de su libertad vulnerada. Vanesa Orieta, hermana de Luciano, debe decir "quien se acaba de desmayar era la madre, tenía la esperanza de encontrarlo con vida”.
“La desidia del Estado, que tiene recursos pero no tuvo voluntad”; dirá Verbitsky. “Encontramos a Luciano, ahora tenemos que conocer la verdad, los pobres tenemos derecho”; dirá luego Vanesa. Qué triste es todo esto. La duda eterna sobre los jóvenes, la violencia institucionalizada, una sociedad displicente, facetas del Estado que no responden por complicidad o desidia, una familia recorriendo la realidad en busca de un ser querido. La tristeza por Luciano, la tristeza por todos los Lucianos que sufren hoy su suerte.
Nos cabe a todos que esto no vuelva a suceder. Que no le creamos a las policías sus mentiras, que no dudemos de los jóvenes, que acompañemos a las familias, que luchemos por una justicia democrática, que paguen los culpables, que el Estado deje de ser esa maquinaria inhumana que fagocita vidas. Intentar entre todos hacer real el mandato del derecho de los pobres.

"Esto no termina, hoy más que nunca denunciamos la violencia institucional y el poco valor que se le da a la vida de los pobres", dice Vanesa. Ante tanto horror, el valor en la lucha de la familia es uno de los elementos que nos empujan. "Vencimos, encontramos a Luciano, vencimos la desidia, la impunidad, la mirada estigmatizadora sobre los jóvenes".

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