viernes, 5 de julio de 2013
In-morales del viejo mundo
Qué pasaría si algún país sudamericano retuviera por catorce horas a un presidente europeo? ¿Cuáles serían las consecuencias si un país de África decide no autorizar al avión presidencial de Barack Obama a sobrevolar su espacio aéreo? ¿Cómo reaccionaría cualquier país europeo, o el propio EEUU, si algún pequeño país del Caribe osaría querer revisar un avión presidencial de alguno de ellos?
Por Agustín Lewit
Qué pasaría si algún país sudamericano retuviera por catorce horas a un presidente europeo? ¿Cuáles serían las consecuencias si un país de África decide no autorizar al avión presidencial de Barack Obama a sobrevolar su espacio aéreo? ¿Cómo reaccionaría cualquier país europeo, o el propio EEUU, si algún pequeño país del Caribe osaría querer revisar un avión presidencial de alguno de ellos?
Aunque nos cueste imaginar alguna de esas situaciones, fue así precisamente como actuaron algunos países europeos frente al presidente de Bolivia, mientras se encontraba regresando de Rusia tras participar de la II Cumbre de Países Exportadores de Gas.
La actitud tomada por Francia, España y Portugal, digitados claramente por EEUU, tuvo notables ribetes de neocolonialismo y descansó en prerrogativas que los viejos centros de poder creen conservar para avanzar impunemente sobre la soberanía de otros países.
Hacía casi sesenta años -desde el fin de la II Guerra Mundial- que un país no tomaba la decisión de impedir a un avión presidencial sobrevolar su territorio. A pesar de los garabatos discursivos que los gobiernos implicados empezaron a ensayar, tratando de justificar su inexcusable accionar, lo cierto es que no existió ningún argumento técnico real que habilite el flagrante intento de violación de la soberanía boliviana y de la inmunidad diplomática de su presidente. Sólo un rumor –por lo demás, tan poco creíble como infundado- de que junto a la misiva boliviana viajaba también el archi buscado ex informante de la CIA, Edward Snowden, bastó para dar lugar a la acción violenta de algunos miembros de la OTAN, hecho que evidenció tanto la desesperación que le ha provocado al país norteamericano la aparición de Snowden, cuyo delito fue revelar la existencia de operaciones de espionaje ilegal por parte de EEUU a propios y extraños, como así también, el nivel de obsecuencia que las viejas naciones europeas tienen para con el país del norte. Es curioso, en ese sentido, que en vez de otorgar asilo político a la persona que permitió descubrir que ellos mismos eran víctima de espionaje hostil, los países europeos decidieran sin vacilaciones poner en riesgo la vida de un presidente con tal de capturar a Snowden y entregárselo a EEUU.
Por otra parte, ¿fue casualidad que esto le ocurra a Bolivia? Quiero decir, ¿es un detalle insignificante que la víctima haya sido Evo Morales? Claro que no. En principio, hay que leer lo sucedido a la luz de las declaraciones que el propio Evo realizó en Rusia, acerca de que estaría dispuesto a evaluar un posible pedido de asilo a Snowden. En ese sentido, la reacción de EEUU, mediada por los países europeos, puede leerse como un amedrentamiento que pretende ser una advertencia para todo aquel que ose siquiera contemplar la posibilidad de asilar al desertor de la CIA.
Pero, al mismo tiempo, la agresión contra Bolivia debe leerse, en un marco más general, como una muestra más de la compleja política agresiva que el país estadounidense viene desplegando en nuestra región desde hace tiempo, que incluye desde numerosos intentos de golpes de Estado – algunos, incluso, concretados, como el de Paraguay y Honduras-, hasta el renovado impulso dado a la Alianza del Pacífico, una especie de reactualización del ALCA.
Ahora bien, así como el reciente conflicto evidenció el alineamiento de gran parte de Europa detrás de Obama, también es cierto que ha sido una nueva oportunidad para que América Latina dé señales de una integración cada vez más sólida, la cual se expresó en la firme y rápida respuesta de dos de sus órganos más novedosos y eficaces, la Unasur –convocando a una cumbre extraordinaria con absoluta celeridad- y el ALBA. Hasta dónde está dispuesto a avanzar EEUU con tal de capturar y callar a Snowden, es una pregunta que por ahora no tiene respuesta. Lo que sí debemos estar seguros, es que si algún país latinoamericano decide finalmente darle asilo al ex analista de inteligencia, deberá contar con el apoyo firme de toda la región.
El imperialismo ha demostrado una vez más que no tiene escrúpulos a la hora de defender sus intereses. Esta es también una buena oportunidad para que Latinoamérica reafirme su voluntad de continuar forjando un rumbo cada vez más soberano e independiente, le pese a quien le pese.
Tiempo Argentino
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