viernes, 26 de julio de 2013
La furia de la Iglesia
El carácter punzante e irreverente de su obra, que a lo largo de los años hizo foco en cuestiones ligadas al sexo y la religión católica, le valió al artista León Ferrari las críticas del actual papa Francisco, quien condenó la muestra presentada en 2004 en el Centro Cultural Recoleta. “Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia que es perpetrada en el CCR con motivo de una exposición plástica”, escribió el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, quien encabezó la reacción de sectores católicos.
El Papa, que en estos días se encuentra en Brasil, dijo en ese momento sentirse apenado porque “este evento sea realizado en un Centro Cultural que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y personas de buena voluntad aportan con sus impuestos”. Es una “blasfemia” y una “burla a los valores religiosos y morales de los argentinos”, sostuvo Bergoglio a propósito de las piezas exhibidas, entre ellas la célebre imagen del Cristo sobre un bombardero estadounidense, vírgenes en botellas de vidrio, una imagen desnuda de la cantante Madonna frente al papa Juan Pablo II o frascos con preservativos pintados con la imagen del Sumo Pontífice.
En su respuesta al entonces arzobispo, Ferrari atacó a la Iglesia por los “delitos que cometió en la Argentina y en otras partes”, y finalmente la exposición fue retirada antes de tiempo, después de varios ataques violentos a la obra del artista. Cuatro años antes, en 2000, la exposición Infiernos e idolatrías contra las torturas humanas y divinas, en el Instituto de Cooperación Iberoamericana, había desatado también la polémica con la Iglesia y los grupos católicos, que no le perdonaron gestos como la fundación del Club de Impíos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos, Ateos, Paganos, Agnósticos e Infieles (Cihabapai).
EL EMOCIONADO RECUERDO DE ESTELA DE CARLOTTO
“Seguirá con nosotros”
“Deja tanto que felizmente jamás va a ser olvidado”, sostuvo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, entidad a la que León Ferrari ofreció su apoyo varias veces, incluso con donaciones.
“León Ferrari no partió, va a seguir con nosotros”, resume Estela de Carlotto, que lo define como “un hombre libre con posiciones éticas profundas”. “Es un amigo que parte, pero que deja tanto que felizmente jamás va a ser olvidado”, explica la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Además de compartir la pérdida de un hijo durante la dictadura, Carlotto supo del apoyo permanente del artista en la búsqueda de los nietos y disfrutó además de su amistad con las Abuelas.
“Fue un queridísimo amigo de Abuelas de Plaza de Mayo: solidario, oportuno, siempre presente. Su obra fue parte de esa donación que muchos artistas plásticos hicieron en un momento en que las Abuelas necesitábamos un sustento económico: se expusieron en el Centro Cultura Recoleta y fueron vendidas en beneficio de Abuelas. Recuerdo que nos visitaba asiduamente en esos tiempos más que ahora, que por supuesto estaba disminuido en su salud. Venía a la casa de Abuelas de calle Corrientes, era una visita muy esperada”, confiesa Carlotto, emocionada al recordarlo.
“Hoy justamente recordaba cuando él y su mujer, que formaban una pareja entrañable, me invitaron a asistir a un aniversario de casamiento, tal vez 50 o 60 años (hacía tanto que estaban casado) y fue tan lindo, en un lugar cordial, lindísimo”, continúa. “También recordaba cuando venía a la casa de Abuelas y nos mostraba lo que iba a exponer, inclusive nos regaló cuadros, tenemos obras en nuestra casa, una que me regaló Página/12”, apunta.
“Pero quisiera recordar, como parte de su personalidad, de esas extrañas composiciones que hacía, que una vez vino a visitarnos, charlamos y se dejó olvidada una bolsita. Cuando la vimos no sabíamos de quién era. Entonces la abrimos y había cucarachas”, se ríe. “Cucarachas de plástico, pero tan parecidas a las reales que hubo gritos de todas las Abuelas, hasta que nos dimos cuenta de que eran de León Ferrari. Por supuesto que las recuperó y en alguna de sus obras deben estar flotando esas cucarachas. Hay que recordarlo así, como era, creador, amigo, buena persona. Y hay herederas que son sus hijas que van a seguir sus pasos. Vamos a tratar de ayudar a fundar un museo donde quede su obra, vamos a hacer el esfuerzo para conseguir un espacio en la ex ESMA”, propone.
–Ferrari se solidarizó con usted cuando balearon su casa de La Plata y después de la agresión de algunos familiares de Cromañón. ¿Qué recuerdo tiene de esas situaciones?
–El estuvo siempre presente, manifestando su repudio, su rechazo, primero a ese ataque en mi vivienda, que fue para matarme, y cuando me tiraron huevos por apoyar a (Aníbal) Ibarra, porque no lo consideraba responsable. En esos momentos de injusticia también estuvo su voz, su presencia, era un compañero, un amigo. No es que nos viéramos mucho, pero cuando nos veíamos es como si hubiéramos hablado el día anterior.
–Abuelas se solidarizó con él cuando le destruyeron su obra en Recoleta.
–Eso fue un agravio imperdonable a su persona, a su arte, a su manera de pensar, a su libertad, porque era un hombre libre con posiciones éticas profundas que se manifestaba contra cosas injustas. Le tocó el agravio y tener que levantar la muestra, pero a personas como él creo que las ofensas, esos injustos actos de incomprensión, más que abatirlo lo fortalecían. Siguió y siguió haciendo producciones y sosteniendo la verdad desde su pensamiento. Por supuesto que le dolió, pero lo defendimos porque reconocíamos que era un hombre libre, una persona honesta y cuya obra representaba esa honestidad de pensamiento.
–Ferrari era una persona pública antes de la dictadura. ¿Usted lo conoció antes o después?
–No, no, estas amistades, estos grandes personajes de la historia argentina, los conocí después del Proceso. Fueron parte de esta militancia de dolor que sostengo hace 35 años. Si algo agradezco a la vida es que a pesar del dolor me permitió conocer a personas como León Ferrari.
26/07/13 Página|12
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