miércoles, 31 de julio de 2013
Sergio Massa, una incógnita predecible
Locuaz, histriónico, su imagen en el mercado electoral es la de alguien ajeno a la política.
Por Jorge Muracciole
Desde el conflicto con las patronales agrarias, en el otoño del 2008, la consigna opositora "el fin del ciclo kirchnerista" fue reiterada hasta el hartazgo por las redes de comunicación opositoras. Lo que quedó en evidencia en el transcurso del último lustro ha sido que los pronósticos tan solo quedaron en meras expresiones de deseos de la impotencia política del conglomerado opositor.
Esta vez las hipótesis de fin de ciclo se disparan por la decisión de Sergio Massa de competir con lista propia en las elecciones legislativas de octubre. El sueño de los más acérrimos opositores al kirchnerismo, –de la cuña dentro de las filas gubernamentales– esta vez se hizo realidad. No fue el eterno candidato a dar el paso al costado, la esperanza opositora en las filas kirchneristas, Daniel Scioli.
El bienvenido al blindaje mediático de la corpo esta vez fue un personaje típico de la política descafeínada de la escena contemporánea. Locuaz, histriónico, como una suerte de yuppie venido de la clase media de cualquier barrio capitalino. Su imagen en el mercado electoral es el de alguien ajeno a la política, un mero administrador de un municipio donde el brillo del turismo y el negocio inmobiliario de élite eclipsan el déficit en materia de infraestructura básica para importantes sectores de sus habitantes.
Pero pese a esos datos que expresan los límites de su gestión en el municipio de Tigre, en cuestiones tan básicas como el tendido de agua corriente y la red cloacal, es instalado en el escenario electoral por la prensa hegemónica como el articulador de consensos amplios y el estandarte del post kirchnerismo.
En esa alquimia política, desde el peronismo funcional a las recetas de los dueños del poder, se perfila el líder de la renovación, como catalizador de kirchneristas descontentos hasta liberales posibilistas que sueñan con un revival de los noventa, de la trágica alianza de la Ucedé y el Menemismo.
Pese a contar con tres candidatos del PRO en sus listas, y de numerosos candidatos a consejales en diferentes municipios, a días de las PASO Sergio Massa sigue sin confirmar ante la opinión publica su alianza estratégica con el macrismo. Desde su aparición en la portada de Clarín, donde se confirmaba la primicia de la presentación de la lista de Renovación Peronista, Sergio Massa afirmaba que la suya no era una lista en contra de nadie sino en favor del consenso. Pero en su primer definición política aclaró su oposición a cualquier propuesta de re-elección. Se manifestó favorable a la Asignación Universal por Hijo y a determinadas medidas que han llevado el sello de las administraciones kirchneristas, como la re-estatización de los fondos de las AFJP, marcando asimismo su distancia con la democrática promulgación de la Ley de Medios, por amplia mayoría parlamentaria hace tres años, por entender que la misma "divide a los argentinos".
Particular forma de entender la política del joven nacido en la década de los noventa en las filas de la Ucedé de María Julia Alsogaray, quien junto al caudillo riojano impuso las privatizaciones más escandalosas de la región, que hipotecaron el futuro de generaciones de argentinos. En esas políticas propias de la derecha neoliberal no se tuvo en cuenta, por los actuales "campeones del consenso ecuménico", el interés general. Sino que se privilegiaron los negocios privatistas de los dueños del dinero nativos, en asociación con las grandes corporaciones multinacionales, haciendo posible el desguace del Estado regulador, apropiándose a precio de remate de los recursos naturales estratégicos. Son esos mismos intereses que hoy dan prensa a la operación pendular de los sectores más dóciles del peronismo, en connivencia con el establishment de la dependencia.
Lo que nadie sabe es cuál será en términos programáticos el post kirchnerismo del joven presidenciable. Cuál será el rol del Estado. Cómo se constituirá la agenda político-social que solucione las asignaturas pendientes de diez años de gobiernos kirchneristas. Temas como el trabajo precario heredado de las décadas de políticas neoliberales serán muy difíciles de eliminar con una alianza estratégica con el macrismo y sus concepciones de libre–mercado y de maximización de ganancias empresarias. Lograr la autosuficiencia energética con políticas propias de la alianza noventista tampoco será el camino más idóneo.
Poder superar los guarismos en materia de creación de empleo obtenidos en la última década sin una política industrial definida, no será una tarea fácil para el mediático candidato de la Renovación Peronista. En síntesis, qué política regional diferenciada de la actual desarrollaría una alianza entre el massismo y el PRO, que no fuera el alineamiento a las políticas de EE UU y la restauración del ALCA.
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