Entrevista a Daniel Viola, actor y dramaturgo de la obra Jauretche camina, un espectáculo en el que el cruce entre la música y la poesía permite acercarse a los recuerdos, pensamientos y reflexiones de uno de los pensadores más lúcidos del pensamiento argentino.
Por Maricruz Gareca
En la escena, un compositor y poeta brinda un recital. De pronto, una figura irrumpe intempestiva en el escenario, acompañada por su mesa de café-bar, sus libros y su whisky. Es, nada más y nada menos, que Arturo Jauretche. A partir de este encuentro, el músico y el autor del Manual de Zonceras argentinas entablarán un dialogo repleto de canciones, recuerdos, anécdotas y reflexiones sobre una etapa de la historia argentina que va del yrigoyenismo a los años ‘70.
La obra Jauretche camina, con dramaturgia de Jorge Marziali y Daniel Viola –y asesoramiento del historiador Manuel Giménez- recupera una de las figuras más importantes del pensamiento argentino y latinoamericano, la de Arturo Jauretche, a partir de una puesta en escena atravesada por la música y la poesía “de una época de contradicciones y de búsqueda por la cultura profundamente nacional”.
El espectáculo, surgido de la larga amistad de Viola y Marziali, pero sobre todo del amor compartido entre ambos por la figura de Jauretche, permite ‘recrear sus ideas, discursos, militancias y entrevistas en los medios’, otorgando así al espectador la posibilidad de acercarse de una manera más intima y poética al intelectual, pensador y gran escritor argentino.
La Agencia Paco Urondo se comunicó con Daniel Viola, quién en la obra interpreta a Jauretche, para conocer un poco más sobre el espectáculo.
APU: En primer lugar, nos gustaría que nos cuente cómo surgió la idea de la obra.
Daniel Viola: Somos muy amigos con Jorge Marziali, con quien trabajamos mucho en lo que es la música para niños, pero fue charlando también con un conocido, Manuel Giménez que nos dijo que sería bárbaro hacer un trabajo con las canciones que ya tenía compuestas Marziali con los textos de Jauretche, que empezamos a trabajar. Giménez nos ayudó mucho porque tiene muy fresco, casi es una memoria viva de los textos de Jauretche, entonces enseguida encontraba y nos decía ‘tal texto puede ir acá’, y ahí nosotros lo reescribíamos, lo adaptábamos, veíamos una idea de puesta que después fue apareciendo, y así fue surgiendo el espectáculo: la irrupción de Jauretche en un concierto de Jorge Marziali, en el que Jauretche está condenado a caminar con una mesa, y a estar siempre con su mesa, con sus libros, con sus apuntes, con su whisky y su café que nunca puede tomar. El paraíso o el infierno de Jauretche.
Durante el desarrollo de la obra van apareciendo distintas épocas de su vida, cómo apareció su pasión por la cultura popular y la causa nacional, cómo cayó en el Yrigoyenismo, cómo fundó FORJA, qué hizo, los amigos, sus disyuntivas entre civilización y cultura, entre vocación e instrucción, así que es muy interesante, muy vivo, muy importante para el momento que hoy estamos viviendo cultural y políticamente.
APU: ¿Cómo fue, para usted, el proceso de construcción del Jauretche personaje?
DV.: Jauretche, durante los ’70, fue un hombre que estuvo mucho en los medios, yo lo veía mucho –yo tenía 16 años cuando murió. Su imagen, los recuerdos que yo tenía, las grabaciones que encontré y que vi, además, lo compuse como un hombre grande, un criollo de los que yo conocí en el campo o en los barrios de Buenos Aires, o de las ciudades, al interior de las provincias. Construí un hombre muy criollo, muy campechano, con salidas bien de pueblo, bien criollas, puteador como era Jauretche y con una voz totalmente afectada por el cigarrillo, con cierta ronquera, cierta disfonía, grave. Los gestos y todo de una persona grande. Hoy Jauretche sería una persona joven, porque murió a los 65 años, pero uno ve la imagen de él y es un hombre grande, un hombre que hoy diríamos que es mucho más grande. Yo lo compongo con esa imagen, como que tiene una dificultad al caminar, tiene gota en la rodilla, tiene dentadura postiza, tiene testículos grandes que se acomoda para caminar, para sentarse; son todos los gestos que yo veía hacer a la gente grande cuando yo era chico, no sé si era así verdaderamente, es una forma de ficción que la gente agradece mucho por todo el juego escénico.
APU: Por último, ¿cómo fue la recepción de la obra?
DV: Nosotros tenemos muy buena recepción, muy buenos comentarios, la gente grande sale llorando, por ejemplo, emocionados, te abrazan, te dicen ‘compañero’, en algunos lugares me ha agarrado la gente y me ha aclamado como si, verdaderamente, yo fuera Jauretche. El público en algunas localidades sigue siendo un público que tiene una empatía muy grande con lo que está viendo. Los jóvenes disfrutan mucho de las canciones de Marziali, incluso muchos chicos se criaron con esas canciones porque los padres las escuchaban en las casas, entonces la tienen en su oído y algunos descubren, ver lo que leyeron, lo que estudiaron, lo que conocieron, lo que comentan los militantes sobre Jauretche. Por suerte, hay una presencia también de Jauretche en las calles,
Jauretche camina se presenta este domingo, antes de iniciar su gira, en el Teatro Shá (Sarmiento 2255), a las 19 hs.
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