Poco a poco Porto Alegre se va llenando de argentinos. En simultáneo, las calles de la ciudad se colmaron de efectivos policiales, grupos de choque incluidos.
Por Santiago Gómez – Desde Porto Alegre
A una fecha del partido de Argentina en Porto Alegre, se respira la preocupación de los gaúchos por la presencia de argentinos. Después de una intensa campaña mediática que igualó argentino a barrabrava, se percibe la preocupación en las calles al ver hinchas con la albiceleste. Los argentinos que vivimos aquí nos acostumbramos a que nos pregunten por los barras una vez que respondemos de donde somos. Quien escribe, al momento de realizar el trámite de residencia, escuchó de los oficiales de la policía federal su preocupación por la llegada de los barra brava argentinos, en un país que tiene más muertos entre el 2008 y 2011, que todos los que hubo en los doce conflictos armados más importantes en el mundo entre 2004 y 2007, incluyendo Irak, Afganistán y los Balcanes, por lo que no hay duda de que la preocupación se la tienen que cobrar a O Globo.
Poco a poco la ciudad se va llenando de argentinos. En la cola del supermercado, se escucha la preocupación cuando ven una camiseta de la selección y repetir la letra del guión mediático: todo argentino es un posible barrabrava. Esto se pudo ver muy claro el sábado que pasó en la Fan Fest, donde al aumento considerable de albiceleste le correspondió un fuerte aumento de uniformados y la presencia, por primera vez, del grupo de choque de la policía dentro del predio. El despliegue de personal armado no solo es desproporcional sino que se respira las ansias que los uniformados tienen de realizar todo aquello para que los prepararon.
La saña de la policía brasilera, cualquiera de ellas, es comparable a lo peor de la bonaerense o la policía mendocina. No solo se sirven de balas de goma y bastonazos, sino que una vez que tienen amarrado al detenido le rocían la cara con gas pimienta, como pudo verse en los medios. Al ver el accionar de la policía federal brasilera, se toma real dimensión de la decisión del gobierno nacional argentino de no reprimir las manifestaciones sociales y la importancia de que los uniformados vayan a las mismas desarmados. Ayer, en las inmediaciones del partido de Argelia y Corea del Sur, apareció un hombre con un importante cantidad de entradas al Beira Rio que las repartía. Las ansias de argelinos que vieron la posibilidad de ver a su selección, generó que en menos de dos minutos se desplegara una importancia formación de la infantería, con itacas que no apuntaban para abajo.
El clima es preocupante. Pueden esperarse incidentes ante una policía tan predispuesta y preparada para reprimir argentinos, que ven los mismos programas que el resto de la población, porque acá sólo existe O Globo. Del otro lado, decenas de miles de hinchas, la mayoría sin entradas para el partido, con el poder adquisitivo para llegar hasta acá, lo que nos permite prever que no son el objetivo predilecto de los policías en nuestro país. Nos canzamos de repetir que los barras no van a participar de ningún conflicto, porque si invierten tanto para no ir presos en Argentina, mucho menos querran conocer una cárcel argentina. Pero viviendo en Brasil, temo que la provocación policial, que comiencen a empujar a los hinchas, pueda generar las condiciones para la represión que tanto están esperando. O Globo necesita el titular para confirmar que lo que dijeron no eran mentiras. En un país que despliega tanques adentro de los barrios, que tienen más muertos por año que una guerra, causa gracia y preocupación que instalen que el miedo somos nosotros.
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