El desprecio de las poblaciones indígenas del interior de la Argentina, conceptuadas como expresión de la barbarie, y la contraposición entre lo periclitado español y la modernidad europea adquirieron carta de naturaleza en Facundo. Civilización y barbarie (Santiago de Chile, 1845), obra emblemática de Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) y uno de los referentes imprescindibles de la literatura hispanoamericana del siglo XIX.
Encontramos en ese escrito muestras abundantes de cuál fue la sensibilidad de las clases políticas e intelectuales de la Argentina ante los indígenas del desierto, “salvajes, que aguardan las noches de luna para caer, cual enjambre de hienas, sobre los ganados que pacen en los campos y sobre las indefensas poblaciones”[1], impulsados por la “codicia, ávidos de sangre y pillaje”[2] y expresión genuina de una barbarie que se enfrentaba a la civilización europea como la materia se contrapone a la inteligencia[3].
El tucumano Juan Bautista Alberdi (1810-1884), contemporáneo de Sarmiento, imbuido del imaginario civilizador que procura la invisibilidad de lo indígena, dejó plasmada de modo muy escueto la opinión que le merecían las poblaciones aborígenes de la Argentina en una fase lapidaria: “en América, todo lo que no es europeo es bárbaro”[4].
Y si atendemos, siquiera sea a vista de pájaro, a la labor de gobierno de los más destacados presidentes argentinos del siglo XIX, encontraremos no ya el propósito de asimilar al indígena al cuerpo social en la condición de ciudadano –que implicaba el abandono de unas tradiciones que se consideraban incompatibles con la modernidad-, sino la intención deliberada de su exterminio en las campañas de ‘ablande’ y ‘del desierto’ de los años setenta y ochenta del siglo XIX, preconizadas por el general Julio Argentino Roca (1843-1914), dirigidas en nombre de la alternativa ‘civilización o barbarie’ contra los indígenas del sur del país y del Chaco, y contemporáneas de la primera parte del Martín Fierro (Buenos Aires, 1872), el bellísimo poema de José Hernández embebido de fuertes prejuicios contra los indios de la pampa.
Las fotos que se muestran a continuación, que corresponden a algunos de los indígenas tomados como prisioneros y exhibidos –en vida y en muerte- como piezas de colección en el Museo de la Plata de Buenos Aires ilustran el horror de un fragmento de la historia de Argentina. Sirva el recuerdo de esas atrocidades para aprender: nunca para alimentar resentimientos.
[1] Sarmiento, Domingo Faustino, Facundo. Civilización y barbarie, p. 56.
[2] Sarmiento, Domingo Faustino, Facundo. Civilización y barbarie, p. 63.
[3] Cfr. Sarmiento, Domingo Faustino, Facundo. Civilización y barbarie, p. 77. En el prólogo de la edición que estamos manejando, Susana Zanetti reflexiona de modo inteligente sobre la deriva de la confrontación entre civilización y barbarie en la obra de Sarmiento: “durante la colonia, la civilización española opera frente a la barbarie indígena; luego de la revolución de la independencia, la civilización es lo europeo, el siglo XIX, en tanto la barbarie reside en el atraso hispano y en lo americano”: ibidem, p. 16
[4] Cfr. Villavicencio, Susana, “Republicanismo y americanismo. Domingo Faustino Sarmiento y la emergencia de la nación cívica”, en Colom González, Francisco (editor), Relatos de nación, vol. I, pp. 179-199 (p. 184).
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